Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
DE CARA A LO QUE VIENE

«Tengan cuidado: que sus corazones no se entorpezcan por el exceso de comida, por las borracheras y las preocupaciones de la vida, porque entonces ese día caerá de improviso sobre ustedes; ese día será como una trampa en la que caerán atrapados todos los habitantes de la tierra. Estén siempre vigilantes y oren en todo tiempo, para escapar de todo lo que ha de ocurrir y puedan mantenerse en pie ante el Hijo del hombre» (Lc. 21, 34-36)

«¿Estoy preparado si hoy sobreviniese aquel día grande y terrible que anuncia el Señor al Fin de los tiempos, aquel día en que Él Vendrá Glorioso entre las nubes?

¿Soy consciente de que detrás de mi muerte está Cristo? ¿Cómo me presentaré ante Él? ¿Cómo estar preparado para ese momento crucial en el que se define mi Eternidad?

El Señor mismo nos da una clave fundamental en este Evangelio.

Conviene revisarnos:

¿Se ha entorpecido mi corazón por el “libertinaje”? ¿Es mi regla hacer “lo que me da la gana”, dejándome llevar adonde mis pasiones o impulsos me lleven? ¿Tomo mi libertad como un «pretexto para la carne» (Gál 5,13), despreciando la virtud de la Castidad que todo cristiano está llamado a vivir? ¿Hago de mi libertad «un pretexto para la maldad» (1Pe 2,16)?

¿Digo “soy libre de hacer lo que quiero” para justificar cualquier vicio o conducta que va contra cualquiera de los Mandamientos Divinos?

¿Cuántas veces asumo una actitud de evasión frente al Señor que Toca a la puerta de mi corazón? ¿Cuántas veces sencillamente “no quiero” encontrarme con el Señor y huyo de Su Presencia, huyo de la Oración profunda, porque sé que el verdadero encuentro con Cristo exige cambios o renuncias que no estoy dispuesto a asumir, que demanda despojarme de ciertas “riquezas” o “seguridades” que no quiero soltar? ¿Busco pasarla bien con alegrías y gozos superficiales y pasajeros, o con vicios y compensaciones que al pasar su efecto no hacen sino evidenciarme más aún el vacío en el que vivo?

¿Se ha vuelto pesado mi corazón por las preocupaciones de la vida cotidiana? ¿Cuánto me dejo absorber por las preocupaciones diarias que terminan ahogando la Palabra y Su Eficacia en mí?
¡Cuántas cosas nos preocupan, acaso muy lícitamente, preocupaciones que sin duda debo atender! Pero el corazón se hace pesado cuando nos dejamos agobiar o absorber por estas preocupaciones de tal modo que perdemos de vista el horizonte de Eternidad y dejamos de lado lo más importante: buscar el Reino de Dios y Su Justicia (Mt 6,33-34).

Dice San Pacomio: “En cuanto a ti, hijo mío, ¿hasta cuándo serás negligente? ¿Cuál es el límite de tu negligencia?" Este año es como el año pasado y hoy es como ayer. Mientras seas negligente, no habrá ningún progreso para ti.
Sé sobrio, eleva tu corazón. Deberás comparecer delante del Tribunal de Dios y rendir cuentas de lo que has hecho en lo secreto y de lo que has hecho públicamente.

He aquí que has aprendido que Dios no les ha ahorrado (pruebas) a los Santos. Vigila, entonces, sabes las Promesas que has hecho, huye de la arrogancia, arranca de ti mismo al diablo para que él no te arranque los ojos de tu inteligencia y te deje ciego.

Dale Gloria a Cristo porque ha Muerto por ti.

Vivir de cara al Señor que Viene no significa de ningún modo desentenderse de las realidades de este mundo, sino darles su justo valor y peso, así como trabajar por instaurarlo todo en Cristo, para construir una Civilización del Amor en la que todos los seres humanos caminen hacia el Encuentro definitivo con su Señor» (P. Jurgen Daum).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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