Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
¿REALMENTE ESTARÁN CONFUNDIDOS?

Comparto aquí, un artículo escrito por el Cardenal  Müller, en el cual hace un preciso análisis sobre la figura de Lutero, nuevo amigo de tantos en la Iglesia, y de su falsa reforma, luego que el secretario de la Conferencia Episcopal italiana dijera que la misma fue un "acontecimiento del Espíritu Santo".

«“Hoy existe una gran confusión al hablar de Lutero y es necesario decir claramente que, desde el punto de vista de la Dogmática y de la Doctrina de la Iglesia, no se trató de una reforma, sino una revolución, es decir, un cambio total de los fundamentos de la Fe católica. No es realista argumentar que su intención era luchar contra algunos abusos en relación con las indulgencias o los pecados de la Iglesia del Renacimiento. Los abusos y las malas acciones siempre han existido en la Iglesia, no solo en el Renacimiento, y hoy siguen existiendo. La Iglesia es Santa por la Gracia de Dios y los Sacramentos, pero todos los hombres de la Iglesia somos pecadores y todos necesitamos el Perdón, el arrepentimiento y la penitencia.


Esta distinción es muy importante. 
En el libro escrito por Lutero en 1520, De captivitate babylonica Ecclesiae (La cautividad babilónica de la Iglesia), queda absolutamente claro que Lutero había dejado atrás todos los principios de la Fe católica, la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica y el Magisterio del Papa, de los Concilios y de los Obispos. En este sentido, malinterpretaba el concepto de desarrollo homogéneo de la Doctrina cristiana, que ya se había explicado en la Edad Media, y llegó a negar el Sacramento como un Signo Eficaz de la Gracia que contiene y sustituyó esta eficacia objetiva de los Sacramentos por una fe subjetiva. 
Lutero abolió cinco Sacramentos y también negó la Eucaristía: el carácter Sacrificial del Sacramento de la Eucaristía y la conversión Real de la sustancia del pan y el vino en la Sustancia del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Asimismo, definió el Sacramento del Orden como una invención del Papa —a quien denominaba el Anticristo— en lugar de como una parte de la Iglesia de Jesucristo. En cambio, nosotros defendemos que la Jerarquía Sacramental, en comunión con el sucesor de Pedro, es un elemento esencial de la Iglesia Católica y no solo un elemento de una organización humana.
Por esta razón, no podemos aceptar que la reforma de Lutero se defina como una reforma de la Iglesia en el sentido católico. Es católica una reforma que consiste en una renovación de la Fe vivida en la Gracia, la renovación de las costumbres y la ética, la renovación espiritual y moral de los cristianos; no una nueva fundación, una nueva Iglesia.
Por lo tanto, es inaceptable que se afirme que la reforma de Lutero “fue un acontecimiento del Espíritu Santo". Es lo contrario, se produjo contra el Espíritu Santo. Porque el Espíritu Santo Ayuda a la Iglesia a preservar su continuidad a través del magisterio de la Iglesia, sobre todo en el servicio del Ministerio petrino: solo sobre Pedro estableció Jesús Su Iglesia (Mt 16,18), que es “la Iglesia del Dios Vivo, Columna y Fundamento de la Verdad “(1 Tim 3,15). El Espíritu Santo no se contradice a Sí mismo.
Se oyen muchas voces que hablan con demasiado entusiasmo sobre Lutero, sin conocer bien su teología, su polémica y los efectos desastrosos de este movimiento que causó la destrucción de la unidad de millones de cristianos con la Iglesia Católica. Podemos evaluar positivamente su buena voluntad, la lúcida explicación de los Misterios de la Fe común, pero no sus declaraciones en contra de la Fe católica, especialmente con respecto a los Sacramentos y la estructura Jerárquica Apostólica de la Iglesia.
No es correcto afirmar que Lutero inicialmente tenía buenas intenciones, queriendo decir que fue la rígida actitud de la Iglesia la que lo empujó por el camino equivocado. No es cierto: Lutero luchaba contra la venta de indulgencias, pero el objetivo no era la indulgencia como tal, sino como un elemento del Sacramento de la Penitencia.
Tampoco es cierto que la Iglesia rechazara el diálogo: Lutero tuvo primero un debate con Juan Eck y, a continuación, el Papa envió como legado al Cardenal Cayetano para hablar con él. Se puede discutir sobre las formas de actuar, pero cuando se trata de la Sustancia de la Doctrina, hay que afirmar que la Autoridad de la Iglesia no cometió ningún error. De lo contrario tendríamos que aceptar que la Iglesia ha enseñado errores en la Fe durante mil años, cuando sabemos —y esto es un elemento esencial de la Doctrina— que la Iglesia no puede errar en la Transmisión de la Salvación en los Sacramentos.
No se deben confundir los errores personales, los pecados de las personas que forman parte de la Iglesia con los errores en la Doctrina y los Sacramentos. Quien confunde estas dos cosas en realidad cree que la Iglesia no es más que una organización creada por hombres y niega el principio de que fue el mismo Jesús quien Fundó Su Iglesia y la Protege para que Transmita la Fe y la Gracia en los Sacramentos a través del Espíritu Santo. La Iglesia  de Cristo no es una organización meramente humana: es el Cuerpo de Cristo, donde reside la Infalibilidad de los Concilios y del Papa, en formas precisamente delimitadas. Todos los Concilios hablan de la Infalibilidad del Magisterio, al proponer la Fe católica. En la confusión de hoy, muchos han terminado por dar la vuelta a la realidad: creen que el Papa es infalible cuando habla en privado, pero en cambio, en temas en los que todos los Papas de la historia han enseñado la Fe católica, dicen que es falible.
Por supuesto, han pasado 500 años y ya no es el momento de la controversia, sino de la búsqueda de la reconciliación: pero no a costa de la Verdad. No se debe crear confusión. Si bien debemos ser capaces de descubrir la Acción del Espíritu Santo en los cristianos no católicos de buena voluntad que no hayan cometido personalmente este pecado de separarse de la Iglesia, no podemos cambiar la historia y lo que pasó 500 hace años. Una cosa es el deseo de mantener buenas relaciones con los cristianos no católicos hoy en día, con el fin de caminar hacia la plena Comunión con la Jerarquía Católica y la aceptación de la Tradición Apostólica, según la Doctrina Católica; otra cosa diferente es comprender mal o falsificar lo que sucedió hace 500 años y las consecuencias desastrosas que tuvo. Unas consecuencias contrarias a la Voluntad de Dios: “Que todos sean uno; como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú Me has Enviado”(Jn 17, 21)».
Cardenal Gerhard L. Müller (Artículo publicado en  la Nuova Bussola Quotidiana)

Oremos por nuestra Santa Madre Iglesia, para Dios tenga Misericordia, nos Conceda la Luz para discernir la Verdad del error, y no nos Castigue como merecen nuestro pecados.

María, Madre de la Iglesia, Ruega por nosotros.

Semper Mariam In Cordis Tuo.

EL QUE SE DECLARE POR MÍ

«To do el que se declare por Mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se Declarará por él ante los Ángeles de Dios» (Lc. 12, 8).

Actas de los santos Carpo, Pápilo, Agatónica, y compañeros (tercer siglo), Mártires.

Martirio de Carpo

    En tiempo del emperador Decio, Óptimo era procónsul de Pérgamo; el bienaventurado Carpo, obispo de Gados, y el diácono Papilo de Tiatira, confesores de Cristo los dos, comparecieron ante él, el procónsul dice a Carpo: 

      — ¿Cómo te llamas? 
      — Mi primer nombre, el más bello, es Cristiano. Mi nombre en el mundo es Carpo. 
      — Conoces, ¿no es cierto?, los edictos de los Césares que os obligan a sacrificar a los dioses, amos del mundo. Te mando acercarte y sacrificar. 
      — Soy cristiano. Adoro a Cristo, el Hijo de Dios, que ha Venido a la tierra en los Últimos tiempos para Salvarnos y Librarnos de los engaños del demonio. Así es que no voy a sacrificar a semejantes ídolos. 
      — Sacrifica a los dioses, tal como lo ordena el emperador. 
      — Que mueran los dioses que no han creado el cielo y la tierra. 
      — Sacrifica, el emperador lo quiere. 
      — Los vivos no sacrifican a los muertos. 
      — Así, según tú crees ¿los dioses son unos muertos? 
      — Perfectamente. Y mira como es: se parecen a los hombres, pero son inmóviles. Deja de cubrirlos de honores; puesto que no se mueven, los perros y los cuervos los cubrirán de desechos. 
      — Se trata de sacrificar… Ten piedad de ti mismo. 
      — Es por eso que he escogido la mejor parte. 

    Ante estas palabras el procónsul le hizo colgar… y desgarrar su cuerpo con la uñas de hierro… 

Martirio de Papilo 

    Entonces el procónsul se giró hacia Papilo, para interrogarlo. 

      — ¿Eres tú de la clase de los notables? 
      — No. 
      — Entonces ¿qué eres tú? 
      — Soy un ciudadano 
      — ¿Tienes hijos? 
      — Muchos, gracias a Dios 
    Una voz desde la muchedumbre gritó: “Son los cristianos a quienes él llama sus hijos.” 
      — ¿Por qué me has mentido diciendo que tienes hijos? 
      — Constata que no miento, sino que digo la verdad: en todas las ciudades de la provincia tengo hijos según Dios 
      — Sacrifica o explícate. 
      — Sirvo a Dios desde mi juventud, jamás he sacrificado a los ídolos; yo mismo me ofrezco en sacrificio al Dios Vivo y Verdadero, que Tiene Poder sobre toda carne. He terminado, no tengo nada más que añadir. 

    Lo ataron también a él al caballete y fue desgarrado con las uñas de hierro. Tres equipos de verdugos se relevaban, sin que a Papilo se le escapara ningún gemido. Como un aguerrido atleta, miraba en silencio el furor de sus enemigos… El procónsul les condenó a ser quemados vivos… En el anfiteatro, los espectadores más próximos vieron que Carpo sonreía. Sorprendidos le preguntaron: “¿Por qué sonríes?”. El bienaventurado respondió:

 “Veo la Gloria del Señor, y estoy lleno de gozo. Heme aquí libre desde ahora; ya no volveré a conocer vuestras miserias”… 

 Martirio de Agatónica 

    Una mujer que asistía al Martirio, Agatónica, vio la Gloria del Señor que Carpo decía haber contemplado. Comprendió que era un Signo del Cielo, y rápidamente gritó: 

“Este Festín se ha preparado también para mí… Soy cristiana. Nunca he sacrificado a los demonios, sino solamente a Dios. Muy a gusto, si soy digna de ello, seguiré las pisadas de mis maestros, los Santos. Es mi mayor deseo”… El procónsul le dijo: “Sacrifica, y no me obligues a condenarte al mismo suplicio”. 
      — Haz lo que te parezca bien. He venido a sufrir por el Nombre de Cristo. Estoy dispuesta.

    Al llegar al lugar del suplicio, Agatónica se quitó los vestidos y, muy gozosa, subió a la hoguera. Los espectadores estaban admirados de su belleza; y se lamentaban: “¡Qué inicuos juicios y qué decretos tan injustos!”. Cuando sintió que las llamas tocaban su cuerpo, grito por tres veces: “Señor, Señor, Señor, Ven en mi Ayuda. Es a Ti a Quien recurro”. Estas fueron sus últimas palabras.

«Quien quiera salvar su vida la Perderá; pero quien pierda su vida por Mí y por el Evangelio la Salvará» (Mc 8, 35).

Que el Señor no nos Castigue como merecen nuestros pecados y nos Conceda la Gracia de la Perseverancia final. 

Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros pecadores, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Semper Mariam In Cordis Tuo.


SED DE NUESTRA ORACIÓN


«Deseamos mucho orar, pero después, fracasamos. Es entonces cuando nos desanimamos y renunciamos. Si quieres orar mejor, debes orar más. Dios acepta el fracaso, pero no Quiere el desánimo. En la oración cada día Quiere más que seamos como niños, cada vez más humildes, cada vez más llenos de agradecimiento.


Ama orar. La oración dilata el corazón hasta que éste sea capaz de recibir el Don de Dios que es Él mismo. Pide, busca, y tu corazón se ensanchará hasta el punto de recibirle, de tenerle en ti como tu Bien.
Oremos por los que no oran». (Sta Teresa de Calcuta, Religiosa y Fundadora).
Semper Mariam In Cordis Tuo.


LA GRAN PREGUNTA


«Malaquías se hace la gran pregunta del Bien y del Mal. Los justos no parecen recibir ningún premio, mientras que los malos prosperan. ¿Vale la pena ser buenos? No podemos juzgar las personas, (aunque sí sus hechos: «por sus frutos los conocerán», Mt. 7, 16), pero dentro notamos lo bueno y lo malo, y la Bienaventuranza Prometida nos coloca ante elecciones morales decisivas. Nos invita a purificar nuestro corazón de sus instintos malvados y a buscar el Amor de Dios por encima de todo. Nos enseña que la verdadera Dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino en Dios solo, Fuente de todo Bien y de todo Amor: El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje "instintivo" la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna, y, según la fortuna también, miden la honorabilidad...
Todo esto se debe a la convicción de que con la riqueza se puede todo. La riqueza por tanto es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro...La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse una fama de prensa) ha llegado a ser considerada como un bien en sí misma, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración» (Catecismo nº 1723).
”Procuremos, por tanto, no perder jamás el punto de mira Sobrenatural, viendo detrás de cada acontecimiento a Dios: ante lo agradable y lo desagradable, ante el consuelo... y ante el desconsuelo por la muerte de un ser querido. Primero de todo la charla con tu Padre Dios, buscando al Señor en el centro de nuestra alma. No es cosa que pueda considerarse como pequeñez, de poca monta: es manifestación clara de vida interior constante, de auténtico diálogo de amor» (S. José María Escrivá de Balaguer).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
ÁNGELES DE DIOS



La Angeología que propone hoy la Nueva Era, no es descubrimiento moderno, pues ya en el siglo I-II, el agnosticismo desviaba a los fieles por las mismas sendas. Ello hizo escribir al Apóstol Pablo: «Que nadie os prive del Premio, a causa del gusto por ruines prácticas, del culto de los Ángeles, obsesionado por lo que vio, vanamente hinchado por su mente carnal» (Col. 2, 18).

La existencia de los Ángeles sí pertenece a nuestra Fe.
«Con todo su ser, los Ángeles son Servidores y Mensajeros de Dios...Cristo Es el centro del mundo de los Ángeles. Los Ángeles Le pertenecen: "Cuando el Hijo del hombre Venga en Su Gloria acompañado de todos Sus Ángeles... (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron Creados por y para El...» (Catecismo Católico n° 329 y 331).

¿Cuáles son los nombres de los Ángeles?
«Miles de millares Le servían -escribe el Profeta Daniel-, miríadas de miríadas estaban de pie delante de Él» (7, 10).
Su número es inmenso y desconocido para nosotros, así como sus nombres particulares. La Sagrada Escritura los divide en Jerarquías -desde Ángeles a Querubines, la Jerarquía suprema-, pero no nos da más que el nombre propio de tres Arcágeles: S. Miguel, S. Gabriel y S. Rafael. SÓLO TRES.

¿Puede darse culto al ángel Uriel? No.
En el año 745 un Concilio provincial convocado por el Papa Zacarías lo excluyó de la lista de nombres de la Jerarquía Angelical. Y más recientemente, la Sagrada Congregación para el Culto, en el Directorio de Piedad Popular, estableció que «también hay que rechazar el uso de dar a los Ángeles nombres particulares, excepto Miguel, Gabriel y Rafael, que aparecen en la Escritura» (Nº 217).
¿De dónde surge el tan mencionado Uriel?
De la tradición del judaísmo rabínico y en algunas tradiciones cristianas como la Ortodoxa y la Copta. Pero su nombre tiene origen en textos apócrifos y cabalísticos, y NO SURGE de la Sagrada Escritura, Verdadera Revelación de Dios. Tampoco se contempla su culto en la Liturgia de la Santa Iglesia Católica.

¿Pueden los ángeles dar suerte? NO.
La "suerte" no existe, ni buena, ni mala. La "suerte" implica la suma de hechos fortuitos, y los cristianos sabemos que «en todo Interviene Dios para el Bien de los que lo aman» (Rom. 8, 28), y que sin Él «no podemos hacer nada» (Jn. 15, 5).

¿Se puede conocer el futuro por su medio? NO.
Siendo seres Creados, no tienen poderes por sí mismos, ni pueden conocer el futuro, pues ello es un Atributo que solo pertenece al Dios que los Creó.
Cadenas que prometen las mayores desgracias si se cortan, y todo arte adivinatorio como el tarot y demás, afectan el Primer Mandamiento, y por tanto son pecado mortal. Los Ángeles son seres superiores a nosotros, en cuanto que ellos son espíritu puros, no tienen el peso de la carne como tú y como yo; pero son inferiores a Dios, y Sus servidores. Nada pueden por sí mismos, y el que eso pregona miente.

«Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone “desvelan” el porvenir (Deut  18, 10; Jer  29, 8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a “mediums” encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el Honor y el respeto, mezclados de Temor amoroso, que debemos solamente a Dios» (Catecismo Católico, n° 2116)

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, Clavad en nuestro corazón el aguijón de la Santa inquietud de Dios, para que no cesemos jamás de buscarlo con pasión, contrición y amor.
Ayudadnos a reconocer a Dios, a adorarlo, amarlo y servirlo. Ayudadnos en la Lucha contra los poderes de las Tinieblas que nos rodean y nos oprimen solapadamente.
Ayudadnos para que ninguno de nosotros se Pierda Eternamente, y para que un día, gozosos, podamos reunirnos en la Felicidad Eterna. Amén.

Semper Mariam In Cordis Tuo.
¿ME AMA DIOS CÓMO SOY?

«Yo os aseguro: Si no cambiáis y os hacéis cómo niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt. 18, 3)
Es habitual escuchar la frase "Dios nos ama como somos". Y es cierto, Dios nos Ama: te Ama a ti y también me Ama a mí.
«Dios Es Amor» (1 Jn 4,8), y para que no quede duda de la delicadeza de ese Amor, Él mismo Declara que «Sus Delicias están con los hijos de los hombres» (Prov. 8, 31). Y en otro lugar, lo especifica aún más: «...los Santos que están en la tierra, ellos son los nobles en quienes está toda Mi Delicia» (Sal 16, 3). Queda clara, entonces, la primera parte de la frase, "Dios nos Ama".
¿Pero qué pasa con la segunda parte, con aquella que asegura que nos ama "cómo" somos? Quizá parezca ser sólo una cuestión de semántica sin importancia, pero verás que no lo es. Y el Evangelio de este día nos lo demuestra. No es correcto decir que Dios me Ama cómo soy. Porque si así fuera, ¿a qué tantas y tantas invitaciones de Dios a través de Su Palabra para que cambiemos de forma de ver este mundo, de vivir en él?
Cuaresma comienza cada Año Litúrgico recordando el Mandato del Señor: «Conviértete y cree en el Evangelio» (Mc. 1, 15).
«De Él (de nuestro Señor), escribe el Apóstol Pablo, aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia, para Renovarse en lo más íntimo de su espíritu y Revestirse del hombre Nuevo, Creado a Imagen de Dios en la Justicia y en la verdadera Santidad» (Ef. 4, 22-24). Y en otro lugar escribe: «Transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la Voluntad de Dios: lo que es Bueno, lo que le Agrada, lo Perfecto» (Rom. 12, 2).
Y la de hoy es absoluta, sea que nos guste o que no, pues de ese cambio depende nuestra entrada al Reino de los Cielos, es decir, la Salvación de nuestra alma.
«No tengamos, pues, de Dios una idea equivocada, escribe S. Basilio (Doctor de la Iglesia); Su Amor por los hombres no debe ser para nosotros pretexto de negligencia». Dios no nos Ama cómo somos, sino a pesar de cómo somos. Dios me Ama a pesar de mis pecados, y porque me Ama, me Concede tiempo: «Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como la púrpura y rojos como escarlata, si os Convertís a Mí de todo corazón y decís “Padre”, os Escucharé como a Mi Pueblo Santo” (Ez. 18, 23).
Me ama a pesar de mis abandonos, a pesar de mis olvidos y aún, a pesar de mis desprecios. Me Ama, no "cómo soy", sino a pesar de cómo soy. Y porque me Ama, no se cansa de avisarme y de invitarme a volver a Él, una y otra vez mientras dura mi camino por este Destierro.
«Queriendo, pues el Señor, que todos los que Él Ama tengan parte en la Conversión, lo Confirmó con Su Omnipotente Voluntad. Obedezcamos, por tanto, a Su Magnifico y Glorioso Designio, e implorando con súplicas Su Misericordia y Benignidad recurramos a Su Benevolencia y Convirtámonos, dejadas a un lado las vanas obras, las contiendas y la envidia, que conduce a la Muerte» (S. Clemente Romano, Papa y Doctor de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
NUESTRA SEÑORA DEL SANTO ROSARIO

«Si la contemplación cristiana no puede prescindir de la Palabra de Dios, también el Rosario, para que sea oración contemplativa, debe brotar siempre del silencio del corazón como respuesta a la Palabra, según el Modelo de la Oración de María. Bien mirado, el Rosario está todo él entretejido de elementos tomados de la Sagrada Escritura. Está, ante todo, la enunciación del Misterio, hecha preferiblemente, con palabras tomadas de la Biblia. Sigue el Padrenuestro: al dar a la oración una orientación "vertical", abre el alma de quien reza el
Rosario a una correcta actitud filial, según la invitación del Señor: "Cuando oréis decid: Padre..." (Lc 11, 2). La primera parte del Avemaría, tomada también del Evangelio, nos hace volver a escuchar cada vez las Palabras con que Dios se Dirigió a la Virgen mediante el Ángel, y las palabras de Bendición de Su prima Isabel. La segunda parte del Avemaría resuena como la respuesta de los hijos que, dirigiéndose suplicantes a su Madre, no hacen sino expresar su propia adhesión al Plan Salvífico Revelado por Dios. Así el pensamiento de quien reza está siempre anclado en la Escritura y en los Misterios que en ella se presentan.
En el mundo actual, tan dispersivo, esta oración ayuda a poner a Cristo en el centro, como hacía la Virgen, que Meditaba en Su Corazón todo lo que se decía de Su Hijo, y también lo que Él Hacía y Decía.

Cuando se reza el Rosario, se reviven los momentos importantes y significativos de la Historia de la Salvación; se recorren las diversas etapas de la Misión de Cristo. Con María, el corazón se orienta hacia el Misterio de Jesús. Se pone a Cristo en el centro de nuestra vida, de nuestro tiempo, de nuestras ciudades, mediante la contemplación y la meditación de Sus santos misterios de gozo, de luz, de dolor y de gloria.

Que María nos ayude a acoger en nosotros la Gracia que procede de estos Misterios para que, a través de nosotros, pueda difundirse en la sociedad, a partir de las relaciones diarias, y purificarla de las numerosas fuerzas oscuras, abriéndola a la Novedad de Dios. En efecto, cuando se reza el Rosario de modo auténtico, no mecánico y superficial sino profundo, trae paz y reconciliación. Encierra  en sí la Fuerza Sanadora del Nombre  Santísimo de Jesús, invocado con Fe y con amor en el centro de cada Avemaría.
María es el Modelo de la vida cristiana. A Ella pido sobretodo que les permita caminar con decisión y alegría por el Camino de la Santidad, siguiendo las huellas de tantos luminosos Testigos de Cristo…
El Rosario es oración contemplativa y Cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Es la oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la Fe, en el seguimiento de Jesús, precedido por María. Deseo invitarlos, queridos hermanos y hermanas, a rezar el Rosario.

Que la diaria meditación de los Misterios de Cristo en unión con María, la Virgen Orante, nos fortalezca a todos en la Fe, en la Esperanza y en la Caridad» (Benedicto XVI, Obispo Emérito de Roma).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
SEÑORA MÍA, MI CONSUELO DE DIOS

Toda Santa, Digna de todo Honor,
Tú eres la mejor Ofrenda
que la humanidad puede presentar a Dios.

Virgen Madre, Madre Siempre Virgen,
dirige una Súplica Materna a Tu Hijo.

Lleva hasta el Puerto la Barca de la Iglesia,
evitando los escollos y venciendo los oleajes.

Con Fe Te veneramos, Madre de Dios;
con amor Te honramos;
con Esperanza acudimos a Ti,
y Te proclamamos Bienaventurada.

Tú, Señora mía, mi Consuelo de Dios,
Ayuda de mi inexperiencia,
acoge la súplica que Te dirijo.

Tú, que para todos eres Fuente de Alegría,
hazme digno de exultar juntamente Contigo.

Mira a la Asamblea de los creyentes,
Madre del Salvador;
aleja de ellos las desgracias y las aflicciones;
líbralos del Mal y del maligno;
Protégelos con la abundancia de Tu Benevolencia.

Al Regreso Glorioso de Tu Hijo, nuestro Dios,
Defiende con Tu Materna Intercesión
nuestra fragilidad humana
y Acompáñanos hasta la Vida Eterna
con Tu mano Afectuosa,
Tú que eres Poderosa por Ser Madre.

(Benedicto XVI, 7-5-2005)

Semper Mariam In Cordis Tuo. 
BABILONIA Y JERUSALÉN

  «Hay dos ciudades: una se llama Babilonia, la otra Jerusalén. El nombre de Babilonia significa «confusión»; Jerusalén significa «visión de Paz». Mira bien a la ciudad de confusión para mejor conocer la visión de paz; soporta la primera, aspira a la segunda.

     ¿Qué es lo que nos permite distinguir a estas dos ciudades? ¿Podemos ahora separar la una de la otra? Están mezcladas una en la otra, desde el amanecer del género humano, se encaminan hacia el fin de los tiempos. Jerusalén nació con Abel, Babilonia con Caín... La materialidad de las dos ciudades se construyó más tarde, pero representan simbólicamente a las dos ciudades inmateriales cuyos orígenes remontan el comienzo de los tiempos y que deben durar hasta la Consumación de los siglos. Entonces el Señor las Separará, cuando ponga a unos a Su derecha y a los otros a Su izquierda (Mt 25,33)...

     Pero ya ahora hay alguna cosa que distingue a los ciudadanos de Jerusalén de los de Babilonia: son dos amores. El amor de Dios hace Jerusalén; el amor del mundo hace Babilonia. Pregúntate  qué es lo que amas y sabrás de dónde eres. Si te encuentras con que eres ciudadano de Babilonia, arranca de tu vida la codicia, planta en ella la Caridad; si te encuentras con que eres ciudadano de Jerusalén, soporta pacientemente la cautividad, esperad tu Liberación. En efecto, muchos de los ciudadanos de nuestra madre Jerusalén (Gal 4,26) primero habían sido cautivos de Babilonia...

     ¿Cómo despertar en nosotros el amor a la Jerusalén, nuestra Patria, de la que el largo exilio nos ha hecho perder el recuerdo? Es el Padre, Él mismo, Quien desde Allá nos Escribe y con Sus Cartas, que son las Santas Escrituras, enciende de nuevo en nosotros la nostalgia del retorno» (S. Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia).

Semper Mariam In Cordis Tuo.