Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
UN TALENTO...UN CAMINO AL CIELO

«Hay diversidad de Carismas, pero el Espíritu es el mismo...del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo...Dios Puso cada uno de los miembros en el cuerpo según Su Voluntad. Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo. Y no puede el ojo decir a la mano: «¡No te necesito!» Ni la cabeza a los pies: «¡No os necesito!» Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables. Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor…Dios ha Formado el cuerpo dando más honor a los miembros que carecían de él, para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros…Y así los Puso Dios en la Iglesia, primeramente como Apóstoles; en segundo lugar como Profetas; en tercer lugar como Maestros; luego, los Milagros; luego, el Don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ¿Acaso todos son Apóstoles? O ¿todos Profetas? ¿Todos Maestros? ¿Todos con Poder de Milagros? ¿Todos con Carisma de curaciones? ¿Hablan todos, lenguas? ¿Interpretan todos? ¡Aspirad a los Carismas Superiores!»  (1 Cor. 12).

«Quiso el Señor que los fieles formáramos un solo Cuerpo, cuya Cabeza es Él; pero Quiso también que la Caridad fuese como el alma que da vida a este Cuerpo, y que por ella se reconocieran a los miembros que los conforman. «En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn. 13, 35). Tertuliano (s. II) refiere la admiración de los paganos, que al ver el proceder de los cristianos de su tiempo, decían: "Mirad cómo se aman. Mirad cómo están dispuestos a morir el uno por el otro" (Apologético, 39, 1-18).

Examinemos nuestra alma y nuestra vida. Veamos qué tantos pasos hemos dado en la Caridad, hacia Dios en primer término, dándole nuestro corazón sin reserva, y hacia el prójimo, a quien Él mismo nos exhorta a amar.

Como dice el Apóstol Pablo, Dios ha Dado Dones a todos Sus hijos. Y el más precioso de todos, es saber usar los talentos que recibimos sin envidiar los que no tenemos.
¿Recibiste sólo uno? Pues es preciso negociar con él para no escuchar de boca del Señor el día que abandonemos este Destierro: «¡Siervo malo y perezoso!» (Mt. 25, 26). Todos quisiéramos ser Profetas o Maestros. Difícilmente aceptamos menos.

¡Mi Dios, qué sutil sabe ser el enemigo! ¡Cuántos medios he tenido hasta ahora para ser Santo, y cómo los he malogrado!

Señor, Haz que yo aprecie más lo que me hace agradable a Tus ojos y no lo que suponga la estimación de los hombres» (P. Juan Croisset SJ).


Semper Mariam In Cordis Tuo.
MUJER, GRANDE ES TU FE
(Mateo 15, 21-28)

«Jesús, la mujer cananea del Evangelio de hoy me enseña una gran lección -lección de de, lección de Humildad y lección de Perseverancia-  a la hora de pedirte lo que necesito para mí o para mis seres queridos.

Ojalá aprenda de ella esta triple lección, y  como ella  consiga de Ti las Gracias que necesito.

+Lección de Fe.

La Fe es el primer requisito para que mi oración sea Escuchada.

Jesús, Tú siempre Pides Fe antes de Hacer un Milagro.

«Todo es posible para el que cree» (Marcos 9,23).

A veces, como en el caso de hoy, pones esa Fe a prueba.
Incluso puede parecer que no me escuchas, que no me quieres.
Haces como el padre que enseña a andar a su hijo: se separa unos pasos, y cuando el niño -con gran esfuerzo- va a llegar a su padre, él se separa un poco más.
No se separa porque no le quiera, sino para que aprenda a caminar.
Cuando me pides más Fe, no me dejas sólo.
Me estás esperando, para poder decirme: «¡grande es tu Fe! Hágase como tú quieres.»

+Lección de humildad.

«Se acercó y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, ayúdame!»

Esta es la actitud del alma humilde que se ve necesitada.
Yo también he de acercarme a Ti, y pedirte con Humildad: ¡Jesús, ayúdame! Sé que no me merezco nada, después de lo poco que he hecho por Ti.

«Es verdad Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos».
Aunque no me lo merezca, Jesús, ¡Ten Piedad de mí!

«Persevera en la oración. -Persevera, aunque tu labor parezca estéril. -La oración es siempre fecunda» (S. Josémaría Escrivá de Balaguer)

+Lección de perseverancia.

Los discípulos te piden que atiendas a la mujer cananea pues «viene gritando detrás de nosotros.»
No se cansa de pedir, a pesar de que Tú no le respondes.
Ni siquiera se rinde cuando le pones a prueba diciendo que has sido Enviado sólo «a las ovejas perdidas de la casa de Israel».
«No por eso desmaye y deje la oración y de hacer lo que todas, que a las veces viene el Señor muy tarde, y paga tan bien y tan junto como pagó en muchos años»(Santa Teresa de Jesús).

 Esta mujer no se cansa, y por eso recibe.

Persevera en la oración.

Jesús, que no me canse de pedir siempre lo mismo, si hace falta.
Sé que me Escuchas y que me Atiendes, pero soy como un niño pequeño que, a veces, pide lo que no conviene o en un momento que no conviene.
Lo que puedo aprender de los niños pequeños es su perseverancia en el pedir: piden y piden, hasta que reciben.

«Persevera, aunque tu labor parezca estéril.»

Jesús, aunque parezca inútil mi esfuerzo, mi dedicación, mi petición, Tú Quieres que siga pidiendo.
El simple hecho de pedir, me fortalece espiritualmente: aumenta mi Fe, mi Esperanza y mi Amor a Ti, me aumenta la Gracia.
Por eso, a veces, Tú prefieres esperar un poco, y aprovechar esa necesidad mía para que pida más y, por tanto, para darme más Gracia.
Que me convenza, Jesús, de que la oración es siempre fecunda» (P. Lluciá Pou Sabaté).

Y no olvidemos nunca, comenzar nuestra oración con acción de gracias a Dios, por Su Amor, por Su Misericordia para conmigo, por Su Paciencia, por Su Magnanimidad. Como decía también Sta Teresa, "no busquemos sólo los caramelos de Dios", busquemos a Dios, amemos a Dios, sólo por Dios.

Semper Mariam In Cordis Tuo.
TESTIGO DE JEHOVÁ, MORMONA 
Y FINALMENTE...REGRESO A CASA.

Laura Soto Salazar, administrativa de 41 años en San José de Costa Rica, ha vivido un itinerario espiritual peculiar. Nació en una familia de testigos de Jehová. Cuando la expulsaron, se sintió acogida por los mormones. Más adelante, harta de que no respondiesen a sus dudas intelectuales, intentó vivir con Dios “a su manera”, sin religiones. Pero un anuncio en Facebook le llamó la atención: “¿Es la Iglesia Católica la Gran Ramera del Apocalipsis?”. Era un curso católico. Se apuntó... y quedó más que sorprendida. Por primera vez podía vivir la fe, con la Biblia, en un entorno de comunidad no sectario y de doctrina razonable. Esta es su historia, que ha hecho llegar a Religion en Libertad.

Una familia de los testigos de Jehová

“Nací en un hogar de testigos de Jehová”, escribe Laura. “Mis abuelos paternos y maternos lo eran y, como ellos dicen, yo nací 'en la verdad'. Era la mayor de tres hermanas y mis padres tenían altas expectativas para mí. Como es costumbre en un hogar de testigos de Jehová, desde muy niña me hacían aprender textos bíblicos que después debía usar para hablar a amigos y vecinos de 'la verdad'. Recuerdo lo orgullosa que se sentía mi abuela de escucharme decir de memoria los nombres de los 66 libros que tiene la Biblia”, recuerda Laura... que en esa época no sabía que en las Biblias protestantes, y las de los testigos de Jehová, faltan los 7 libros deuterocanónicos (Tobit, Judit, Sabiduría, Eclesiástico o Sirácida, Baruc y los dos libros de Macabeos).
“A la edad de 12 años yo era capaz de contestar las preguntas de mis compañeros de escuela: ¿por qué los testigos no celebran los cumpleaños?, ¿por qué no celebran la Navidad?”. Siendo ella la mayor, sin embargo, sus hermanas menores ya habían dado el paso de recibir el bautismo de los testigos, que para ellos tiene un valor de arrepentimiento y dedicación a Dios, que se hace cuando ya se conoce algo de la Biblia. Ninguna iglesia cristiana (católica, protestante ni ortodoxa) acepta la validez de este bautismo, porque los Testigos no creen en la Trinidad.
Bautizarse implicaba un estudio intenso. “A mí se me hacía bastante pesado las dos horas en reuniones un día entre semana, más una hora de un estudio del libro en una de las casas vecinas, más otras dos horas en la reunión del fin de semana, que podría ser sábado o domingo... además de las horas en la predicación, que como publicadora no bautizada debía reportar”.
“Sin embargo, después de tener a mi primera hija, después de mi primer divorcio, decidí estudiar y bautizarme. Así, pensé, mis padres, mis hermanas, la familia entera estaría por fin orgullosa de mí y no se fijarían tanto en que fracasé con la elección de un esposo. Sin embargo, después de bautizada mis responsabilidades se aumentaron. Se esperaba que yo misma condujera algún estudio bíblico”. Para entonces ya podía impartir la clásica doctrina de los testigos contra el uso de imágenes religiosas, contra las “religiones falsas”, en defensa de la palabra “Jehová” como nombre de Dios, hablando de los cálculos sobre el fin de los tiempos, etc...

Expulsada de los testigos

“Cinco años después, conocí al padre de mi segunda hija. Quedé embarazada sin estar casada. A los 5 meses de embarazo me convocaron los ancianos de la congregación. Me senté en un salón con 5 hombres frente a mí. Me juzgaron. Me preguntaron cosas no para buscar mi arrepentimiento, sino más bien para alimentar las mentes de ellos con detalles íntimos del momento de la concepción”, asegura Laura. “Al negarme a contestar con detalles y al rechazar la oferta de abandonar por completo al padre de mi segunda hija, el resultado fue expulsarme. Yo no había demostrado estar arrepentida”.
Una de las acusaciones habituales que se hacen a los testigos es su rotundidad a la hora de cortar los lazos humanos y familiares con los parientes expulsados o castigados. “Perdí todo. Perdí a mi familia, todos ellos me dejaron de hablar. Como vivía con mis padres, me hablaban sólo lo imprescindible. Mis amigos, que me habían visto crecer, cruzaban al otro lado de la calle para no saludarme”.

Diez años de soledad... y la oferta de los mormones

Durante diez años, fuera de los testigos, Laura intentó buscar una comunidad en la que poder relacionarse con Dios. Fueron diez años de soledad y tristeza. “Intenté buscar a Dios en una iglesia evangélica a la que me invitaron, pero no me fue muy bien con los espectáculos que veía, de 'milagros' a diestra y siniestra, con un Dios que proclamaba prosperidad en mi vida si yo daba el diezmo. Aún peor me iba con las personas que se dedicaban a 'hablar en lenguas', aunque no pudieran comunicar su mensaje a nadie más, como sí pasó en Pentecostés”.
Pasados esos diez años volvió a los testigos, “lo único que de verdad conocía”. Le daban ayuda, pero era una ayuda condicionada. “De inmediato llegó su presión para que yo predicara y convirtiera a muchos vecinos. Y por mi vida en esos 10 años me seguían juzgando”. “De casualidad empecé a hablar con unos mormones. Ellos, con la misma Biblia, me señalaban que los testigos de Jehová estaban equivocados, mientras que ellos sí tenían la verdad. El amor que reflejaban entre ellos, la unidad de sus familias... eso era algo que siempre había deseado. Sin pensarlo mucho puse mi renuncia a los testigos de Jehová y me bauticé con los mormones. Ellos no son tan estrictos para bautizar personas: con que se tenga un conocimiento básico y el deseo de hacerlo es suficiente”, señala. Las iglesias cristianas (católicos, ortodoxos o protestantes) tampoco reconocen validez alguna al bautismo mormón.
Los mormones siempre piden al neófito que lea el Libro de Mormón, que para ellos complementa a la Biblia y tiene prioridad sobre ella, y que pregunte a Dios, en oración, si es verdad lo que se cuenta en él. Cualquier sensación en oración se interpretará como una “confirmación” de Dios. “Recuerdo cuando me presentaron el Libro de Mormón y me dijeron: 'debes leerlo y preguntarle a Dios en oración si este libro es verdadero, Él te contestará'. Así lo hice. La felicidad y la paz que sentía eran mi 'confirmación' de que era un libro inspirado por Dios. No pensé entonces que mi corazón estaba tan sediento de amor, que lo que ellos me mostraban era lo que yo anhelaba”.

Ni testigos ni mormones

“Mi familia de nuevo me dejó de hablar. Yo había hecho lo imperdonable: había renunciado a ser testigo de Jehová, ¡me había convertido en una apóstata! Fui realmente repudiada por todos. Y aún es así, hasta el día de hoy”. A Laura le gustaba leer el Libro de Mormón, lo leía rápido y lo estudiaba. “En seis meses yo sabía ya lo mismo o más que personas que habían estado en ello más de cinco años. Y, sin embargo, empecé a encontrar muchas incongruencias en los escritos e historias del Libro de Mormón. El libro llegó a parecerme un cuento de ficción”.
Además, a medida que en Laura se despertaban preguntas y extrañezas, a medida que estudiaba más y más, se daba cuenta de que los mormones no eran capaces de responder sus dudas ni objeciones. “Nunca me fueron contestadas, por lo tanto, dejé de reunirme con ellos”. Tomó una opción individualista. “Ya mi fe había decaído, no quería ninguna religión. Me parecía que todas las religiones interpretaban la Biblia como mejor les convenía para apoyar su doctrina. Dios y yo tendríamos en adelante sólo una relación personal. Yo le hablaría a Él y Él a mí. Nadie más se metería, nadie me juzgaría. Todos estaban en el error. Esa ‘verdad’ de la que tanto me hablaban desde que nací, en realidad, no existía”.
Un día a Laura le llamó la atención un anuncio que alguien colocó en sus contactos de Facebook. El anuncio decía: “¿Somos los católicos idólatras? ¿Adoramos a María? ¿Es la Iglesia Católica la Gran Ramera del Apocalipsis? Sepa la verdad en nuestro curso”. Laura lo tenía claro. Las respuestas eran: sí son idólatras, sí adoran a María, sí es la Gran Ramera. “Esas eran las preguntas que yo usaba en mi predicación cuando era testigo de Jehová. Sabía de memoria esos temas”. Pero, claro, ahora ya no se fiaba mucho de lo que le habían enseñado. “Me pareció lógico preguntar a un católico para ver qué es lo que cree un católico. Así que llamé al teléfono de contacto”.
- ¿Aló?
- Hola, buenas… Yo estoy interesada en asistir al curso. Pero debo decirle que no soy católica y, bueno, tampoco pretendo serlo. ¿Puedo acudir?
- Sí, claro. Debes traer un cuaderno, un lápiz y una Biblia.
El primer día, el ponente empezó el curso así: “Hermanos y hermanas, si hay en este lugar alguien que no sea católico y no desea serlo, este es el momento de irse… ¡porque le garantizo que si termina el curso se hace católico!”. Para Laura, que había estudiado la Biblia tantos años, le parecía un desafío, casi insultante.
“Yo, ahí sentada, con los ojos bien abiertos, no podía creer lo que escuchaba. Me dije: ‘¿Y este quién se cree? ¡Si yo sé más que cualquiera de los que está aquí sentado! Me voy a quedar y le voy a demostrar con su propia Biblia lo equivocado que está”, decidió. El curso era un curso de apologética católica, y estaba diseñado para responder a los interrogantes más frecuentes en personas de otros ambientes cristianos.
Primer tema: Antigua y Nueva Alianza. “Me pareció interesante”, dice Laura. Segundo Tema: Sola Biblia, Sola Escritura… la doctrina que Lutero implantó, pero que no aparece en la Biblia. “Este tema me golpeó bajo: me hizo dudar de lo que yo creía”, recuerda Laura. Tercer Tema: El canon bíblico. ¿Quién decide cuáles son los libros de la Biblia? ¿Con qué autoridad? ¿Por qué la Biblia católica tiene 7 libros más que las protestantes? “Aquí ya tuve que ir a comprar una biblia católica”, dice Laura.
Cuarto Tema: sobre las doctrinas protestantes de “Sola Fe” y “Una vez salvo, siempre salvo”. Laura llegaba a casa, revisaba todo lo que se había comentado en clase, y sentía que todo lo que le mostraban en el curso tenía sentido. Quinto Tema: La Iglesia de Pentecostés. “Era una Iglesia que no se parecía nada a las sectas en las que yo había estado”. Sexto Tema: La Iglesia de Jesucristo, ¿cuántas Iglesias fundo Jesus? Aquí Laura aceptó, sin duda, que la Iglesia que Cristo fundó fue la católica… y que ella llevaba equivocada toda la vida en este tema.
Séptimo Tema: San Pedro, primer Papa. “En este tema lloré como nunca lo había hecho. Yo, sí, yo, había sido una de las que había perseguido a la verdadera Iglesia de Jesucristo. Sentí un arrepentimiento tan profundo… Era un amor por la Iglesia Católica que no pude aguantar más. Solicite que se me diera la catequesis necesaria para bautizarme y recibir mis sacramentos”.

Su iniciación cristiana

En 2015 fue bautizada como católica. Pertenece a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Hatillo, aunque ella sirve a la Iglesia en el Ministerio de Apologética Católico Soy, nacido en la Parroquia del Perpetuo Socorro. “En resumen, lo que digo a los católicos es: ‘instrúyanse en la fe, un católico instruido no será confundido’. La verdad sí existe y la ha tenido siempre la Iglesia Católica”. (Fuente: InfoRies).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
SEÑOR, ¡QUÉ BIEN ESTAMOS AQUÍ!

«Cansado de vivir en medio de la gente, Pedro había encontrado la soledad en la montaña donde su alma se alimentaba de Cristo. ¿Por qué tenía que dejar este lugar para ir hacia las fatigas y las penas, él que ardía en amor de Dios y, por lo tanto, santificaba su vida? Quería disfrutar de esta felicidad, aunque añadía: “Si Tú quieres, hagamos tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés, otra para Elías.”....(Mt 17,4)

Pedro deseaba tres tiendas: la respuesta Venida del Cielo nos muestra que no tenemos más que una: la Palabra de Dios es Cristo, la Palabra de Dios está en la Ley, la Palabra de Dios está en los Profetas... En el momento en que la nube cubría a todos y formaba, para decirlo de alguna manera, una sola Tienda encima de ellos, una Voz salía de la nube...Aquel a Quien la Voz revelaba es Aquel que Glorificaban tanto la Ley como los Profetas: “¡Este Es Mi Hijo, el Amado, en Quien Me Complazco, escuchadle!” (Mt 17,5). Ya lo habéis escuchado en los Profetas, lo habéis escuchado en la Ley, ¿dónde no lo habéis oído? A estas palabras, los discípulos cayeron de bruces...

Cayendo en tierra, los Apóstoles simbolizan nuestra muerte..., pero, Levantándose el Señor, simboliza la Resurrección. Después de la Resurrección ¿a qué sirve la Ley? ¿A qué sirven los Profetas? En aquel momento Elías desaparece, desaparece también Moisés. Lo que queda: “En el Principio Existía la Palabra y la Palabra Estaba Junto a Dios y la Palabra Era Dios” (Jn 1,1). La Palabra te queda para que Dios sea todo en todos (1 Cor 15,28)...

“Desciende, Pedro, tú deseabas descansar en la montaña... Mira que el Señor mismo te dice: “Desciende a servir y a sufrir en este mundo, a ser despreciado y crucificado en este mundo”. La Vida Descendió para ser asesinada, el Pan descendió para Soportar el hambre, el Camino Descendió para cansarse en los caminos, la Fuente descendió para Pasar sed, y tú, ¿tú rehúsas el sufrimiento? ¡No busques tu propio provecho! ¡Practica la Caridad, anuncia la Verdad! Así llegarás a la Inmortalidad y con ella encontrarás la Paz» (S. Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
«NO LOS LLAMO SIERVOS...
USTEDES SON MIS AMIGOS...»
(Jn. 15, 14-15)

«Aunque son grandes las obligaciones que hay en los hijos y hermanos, el nombre de amigo significa más expresamente amor; porque bien puede uno ser padre, hijo, hermano o esposo, sin tener amor alguno, como muchas veces, lamentablemente, sucede. Pero amigo, no puede ser sin amor.

Consideremos cuánto hemos de amar a Dios, pues fuera de los demás títulos amorosos, se precia de ser Amigo tuyo, y ciertamente lo es, cumpliendo con gran fineza los oficios de amistad, Amándonos sin interés Suyo, y nunca dejando de Amar, pues nunca deja de ser Amigo de las almas justas, lo que nos hace saber con innumerables Beneficios de Su Providencia. 

¡Alma querida! Así mira Dios por tí; procura no mirar menos por Él, por Su Gloria, por Su Gusto, por Su Alegría; Alegría que Siente cuando te ve obrar Bien; Alegría de que tú te Salves y Le goces eternamente.

Decían los filósofos que el amigo era otro yo. Esta ley Cumplió Dios contigo, cúmplela tú con Él.

Señor, ¡cuánto me honras con este nombre! Me llamas a ser como Tú y otro Tú, y cuánto te has Humillado al querer ser como yo, Haciéndote Hombre como yo. Te quedaste conmigo en forma de Comida, para que con Tu Cuerpo fuésemos Uno solo. Tu Superioridad Divina me podría encoger, sin embargo, me llamas amigo, y el nombre de amigo me da alas para llegar a Ti con toda confianza y seguridad, pues, con Tu Gracia, no puedo dudar nunca de Tu Amistad». (Madre Luisa Magdalena de Jesús, Religiosa Carmelita).


Semper Mariam In Cordis Tuo.