Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
.ENSANCHAR EL ALMA.

«No es difícil percibir cómo Transforma el Espíritu la imagen de aquéllos en los que Habita: del amor a las cosas terrenas, el Espíritu nos conduce a la Esperanza de las Cosas del Cielo; y de la cobardía y la timidez, a la Valentía y Generosa intrepidez de espíritu» (S. Cirilo de Alejandría. Obispo y Doctor de la Iglesia). 

«Es necesario que ella (es decir, el alma) crezca y se dilate, para que sea capaz de Dios. Porque su anchura es su amor, como dijo el Apóstol: Ensanchaos en la Caridad. Pues si bien el alma, por ser espíritu, no es susceptible de extensión, sin embargo, la Gracia le concede lo que la naturaleza le niega. Y así, crece y se extiende, pero espiritualmente. Crece y progresa hasta llegar al hombre Perfecto, a la Medida de Cristo en Su Plenitud; crece también hasta formar un Templo Consagrado al Señor.

Así que la grandeza de cualquier alma se estima por la medida de la Caridad que posee, de modo que la que posee mucha es grande; la que poca, pequeña; y la que ninguna, nada. Pues como dice Pablo: Si no tengo Caridad, nada soy (1Cor 13, 2)» (San Bernardo, Obispo y Doctor de la Iglesia)

.MI PAZ OS DEJO, MI PAZ OS DOY. (Jn. 14, 27)

«¿De qué sirve saber que esta Paz es Buena para nosotros si no la guardamos con cuidado? Lo Bueno es a menudo muy frágil, y los Bienes preciosos necesitan un cuidado esmerado y una gran vigilancia. La Paz es muy frágil y se puede perder por una palabra dicha con ligereza o por una pequeña herida causada al hermano. Ahora bien, no hay nada que guste tanto a los humanos como hablar palabras ociosas y ocuparse de cosas que no les importa, hacer discursos vanos y criticar a los ausentes. De ahí se desprende que los que no puedan decir con el Profeta: “El Señor me ha Dado una lengua de discípulo para que sepa sostener con mi palabra al abatido.” (Is 50,4), se callen, o bien, si dicen alguna palabra que sea una palabra de Paz... “La Plenitud de la Ley consiste en el Amor.” (Rom 13,8) ¡Que Nuestro Señor y Salvador Jesucristo Se Digne Inspirar nuestras palabras, Él que es el Autor de la Paz y el Dios del Amor». (San Columbano, Monje).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
.CARIDAD SON OBRAS.

«La Caridad, además de la Misericordia, tiene otra hija que se llama Beneficencia.  
No nos basta la buena voluntad, no nos basta un corazón que compadezca las miserias ajenas: la Caridad es Obras, y en su terreno, estas son guiadas por la beneficencia.
La Obras de Misericordia son catorce: las que miran a las necesidades corporales, y las que se preocupan los la espiritualidad de nuestro prójimo.

María Hizo con nosotros una Obra de Misericordia tan Grande que no habrá otra igual. Estábamos perdidos por la Culpa original y nos Dio un Salvador.

¿Qué Bien puedes hacer por el prójimo?

Si no tienes Caridad, nada o casi nada; porque sin la Caridad, la Beneficencia no es Virtud Perfecta ni puede serlo; es filantropía, pero sin la Caridad, que es su reina, por muchos aplausos que reciba de los hombres,  no tiene mérito delante de Dios.

Si tienes Caridad, si amas lo que Dios Ama, si quieres lo que Dios Quiere, puedes hacer el Bien por los otros y muchísimo. Haz de ofrecer por ellos cuanto esté en tu poder.

Ofrécete a María y Ella te Inspirará. Dile:

Señora: me obligo a practicar en bien de mi prójimo todas las Obras de Misericordia que pueda y están en mis manos. Tendré para todos un corazón amable, benigno, dulce, manso, y seré Tu servidor.
Recibe, Señora, estos mis propósitos, y Haz que tengan siempre un efecto eficaz. Amén» (B. Francisco Palau, Religioso Carmelita y Fundador).


Semper Mariam In Cordis Tuo.
.MUÉSTRAME A TU DIOS.


«Tú me dices: “Muéstrame a tu Dios”; yo te diré a mi vez: “Muéstrame tú al hombre que hay en ti, y yo te mostraré a mi Dios”. Muéstrame, por tanto, si los ojos de tu mente ven y si oyen los oídos de tu corazón.
Ven a Dios los que son capaces de mirarlo, porque tienen abiertos los ojos del espíritu. Porque todo el mundo tiene ojos, algunos los tienen oscurecidos y no ven la luz del sol. De la misma manera, tienes tú los ojos de tu alma oscurecidos a causa de tus pecados y malas acciones.
El alma del hombre tiene que ser pura, como un espejo brillante. Cuando en el espejo se produce el orín, no se puede ver el rostro de una persona; de la misma manera, cuando el pecado está en el hombre, el hombre ya no puede contemplar a Dios.
Pero puedes sanar, SI QUIERES. Ponte en manos del Médico, y Él punzará los ojos de tu alma y de tu corazón. ¿Qué Médico es Éste? Dios, que Sana y Vivifica mediante Su Palabra y Su Sabiduría. Pues por medio de la Pala­bra y de la Sabiduría se Hizo todo. Efectivamente, la Palabra del Señor Hizo el cielo, El Aliento de Su boca, Sus Ejércitos. Su Sabi­duría está por encima de todo: Dios, con Su Sabiduría, Puso el fundamento de la tierra; con Su Inteligencia, Preparó los cielos; con Su Voluntad, rasgó los abismos, y las nubes derra­maron su rocío.

Si entiendes todo esto, y vives Pura, Santa y Justamente, podrás ver a Dios; pero la Fe y el Temor de Dios han de tener la absoluta prefe­rencia en tu corazón y entonces entenderás todo esto. Cuando te despojes de lo mortal y te revistas de la inmortalidad, entonces verás a Dios de manera digna. Dios Hará que tu carne sea inmortal con su alma, y entonces, convertido en inmortal, verás al que Es Inmor­tal, con tal de que ahora creas en Él» (S., Teófilo de Antioquía, Obispo).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
.LA MEDIDA DEL AMOR ES UN AMOR SIN MEDIDA.

¿Cuál es la medida de nuestro amor?

Sabemos que para que Jesús se haga Realmente Presente en la Eucaristía, no se necesita la Fe de los que participan, pero la Gracia que cada cual recibe, la recibe en la medida de su disponibilidad. 
Dice S. Efrén: "Oh Señor, no podemos ir a la piscina de Siloé a la que enviaste el ciego. Pero tenemos el Cáliz de Tu Preciosa Sangre, llena de Vida y Luz. Cuanto más puros somos, más recibimos". El Crisóstomo decía también, que al bajar del Altar, deberíamos hacerlo "haciendo temblar al infierno"


Tales fuerzas de la Gracia, están disponibles para todos nosotros. Pero las vamos alcanzando, cuando comenzamos a vivir nuestra relación con Jesús, de una manera más profunda, basados en el mutuo amor. Al amor llegamos por el conocimiento de Cristo, no se puede amar lo que no se conoce, pero en un momento del proceso, ya nos apartamos de los raciocinios y simplemente lo miramos. "Me mira y lo miro", decía el Santo Cura de Ars, haciendo realidad aquello de S. Cirilo de Jerusalén: "Así como dos pedazos de cera derretidos juntos no hacen más que uno, de igual modo el que comulga, de tal suerte está unido con Cristo, que él vive en Cristo y Cristo en él"
 
Él se quedó en el Sagrario para que no nos sintiéramos solos, para decirnos cada día que no es un Dios lejano, perdido en algún punto del espacio. Se quedó ahí, para recordarnos que Su Sacrificio en la Cruz, no es un dato histórico. Nuestro proceso para comprender puede tardar, pero no importa cuánto, porque cada uno es diferente y Dios se "adapta" a esa diferencia; importa que cada día busquemos acercarnos más. Escribió la Beata Ángela Folignio: "Si tan solo nos detuviéramos por un momento para considerar con atención lo que ocurre en este Sacramento, estoy segura que pensar en el Amor de Cristo por nosotros transformaría la frialdad de nuestros corazones en un fuego de amor y gratitud".


Semper Mariam In Cordis Tuo.
.FE ADULTA.

Quiero compartir contigo un fragmento de la homilía que Benedicto XVI pronunció con motivo de la clausura del año Paulino (29-6-2009). Léelas con detenimiento, pues continúan siendo actuales (las frases en rojo, fueron remarcadas por mí).

“En el cuarto capítulo de la Carta –a los efesios-, el Apóstol nos dice que con Cristo tenemos que alcanzar la edad adulta, una humanidad madura. No podemos seguir siendo "niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina" (4, 14). Pablo desea que los cristianos tengamos una Fe "responsable", una fe "adulta". La palabra "Fe adulta" en los últimos decenios se ha transformado en un eslogan difundido. Con frecuencia se entiende como la actitud de quien no escucha a la Iglesia y a sus pastores, sino que elige de forma autónoma lo que quiere creer y no creer, es decir, una fe "hecha por uno mismo". 


Esto se interpreta como "valentía" para expresarse en contra de Magisterio de la Iglesia.
 En realidad para esto no es necesaria la valentía, porque se puede siempre estar seguro del aplauso público. 

En cambio la 
valentía es necesaria para unirse a la Fe de la Iglesia, incluso si ésta contradice al "esquema" del mundo contemporáneo. 

A esta falta de conformismo de la Fe, Pablo llama una "Fe adulta". Califica en cambio como infantil el hecho de correr detrás de los vientos y de las corrientes del tiempo. De este modo forma parte de la Fe adulta, por ejemplo, comprometerse con la inviolabilidad de la vida humana desde el primer momento de su concepción, oponiéndose con ello de forma radical al principio de la violencia, precisamente en defensa de las criaturas humanas más vulnerables.

Forma parte de la Fe adulta reconocer el Matrimonio entre un hombre y una mujer para toda la vida como Ordenado por el Creador, y Restablecido nuevamente por Cristo. 

La Fe adulta no se deja transportar de un lado a otro por cualquier corriente. Se opone a los vientos de la moda. Sabe que estos vientos no son el soplo del Espíritu Santo; sabe que el Espíritu de Dios se expresa y se manifiesta en la comunión con Jesucristo. Pero Pablo no se detiene en la negación, sino que nos lleva hacia el gran "sí". Describe la Fe madura, realmente adulta, de forma positiva con la expresión: «actuar según la Verdad en la Caridad» (Ef. 4, 15). El nuevo modo de pensar, que nos ofrece la Fe, se desarrolla primero hacia la Verdad. El poder del mal es la mentira. El poder de la Fe, el Poder de Dios, es la Verdad. La Verdad sobre el mundo y sobre nosotros mismos se hace visible cuando miramos a Dios. Y Dios se nos hace visible en el rostro de Jesucristo. Al contemplar a Cristo reconocemos algo más: Verdad y Caridad son inseparables. En Dios, ambas son una sola cosa: es precisamente ésta la Esencia de Dios. Por este motivo, para los cristianos Verdad y Caridad van unidas. La Caridad es la prueba de la Verdad. Siempre seremos constantemente medidos según este criterio: que la Verdad se transforme en Caridad para ser verdaderos”.


Que el Señor te conceda a ti y me conceda a mí, esta valentía de vivir, defender, y morir en nuestra Fe Católica Apostólica Romana.

Semper Mariam In Cordis Tuo.

CONFESIÓN DE LOS PECADOS

Escucho en estos días, en la Iglesia, a algún Sacerdote decir que en el momento de la Confesión, basta con acercarse al Sacramento queriendo ser Reconciliado por Dios, razón, según explica, haría que presentar al Confesor la cantidad, especie, "lista" de pecados cometidos, no fuera necesaria, pues no pedimos Perdón a un "policía", sino al Dios Rico en Misericordia. Sobre esto último no hay discusión alguna: no existe pecado que Dios no Quiera o no Pueda Perdonar. No hay pecador, por muy miserable que sea, que tenga las puertas de la Misericordia Divina cerradas, si su arrepentimiento y su deseo de conversión son sinceros. Sin embargo, la condiciones para recibir ese Perdón, sí tiene en cuenta la necesidad de decir al Confesor cuáles han sido los pecados que nos han alejado de Dios.
Leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica:
«La Confesión de los pecados hecha al Sacerdote constituye una parte esencial del Sacramento de la Penitencia: "En la confesión, los penitentes DEBEN ENUMERAR TODOS LOS PECADOS MORTALES DE QUE TIENEN CONCIENCIA tras haberse examinado seriamente, incluso si estos pecados son muy secretos y si han sido cometidos solamente contra los dos últimos Mandamientos del Decálogo (cf Ex 20,17; Mt 5,28), pues, a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos"
«Cuando los fieles de Cristo SE ESFUERZAN por confesar todos los pecados que recuerdan, no se puede dudar que están presentando ante la Misericordia Divina para su Perdón todos los pecados que han cometido. "Quienes actúan de otro modo y callan conscientemente algunos pecados, no están presentando ante la Bondad Divina nada que pueda ser Perdonado por mediación del Sacerdote. Porque si el enfermo se avergüenza de descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora"»
«Sin ser estrictamente necesaria, la Confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia (cf Concilio de Trento; Derecho Canónico, Canon 988, §2). En efecto, la Confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse Curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu.
«Quien Confiesa y se acusa de sus pecados hace las paces con Dios. DIOS REPRUEBA TUS PECADOS. SI TÚ HACES LO MISMO, te unes a Dios...»
¿Acaso Dios es menos Bueno por ello? La Parábola del Fariseo y el publicano (Lc. 18, 9-14), Enseñada por el mismo Dios Hecho Hombre, ¿no muestra al publicano, un traidor a su pueblo por causa de su oficio como recaudador de impuestos para el invasor, Confesando a Dios su miseria, antes de salir Justificado del Templo? Jesucristo no sólo nos habla aquí de la Infinita Misericordia de Dios, sino que además indica, en el ejemplo dado, que esa Misericordia tiene un orden.
El Derecho Canónico, en el numeral 1 del Canon mencionado arriba (988), dice: «El fiel está obligado a Confesar según su especie y número todos los pecados graves cometidos después del Bautismo y aún no perdonados directamente por la Potestad de las Llaves de la Iglesia ni acusados en Confesión individual, de los cuales tenga conciencia después de un examen diligente».
Que el Señor nos «Abra la mente para comprender» como Hizo con los discípulos de Emaús (Lc. 24, 45). Nos Dé la Luz de un buen discernimiento de nuestros pecados, y la Gracia de no dejar ni uno solo escondido en algún lugar de nuestra conciencia.
Aquí no juzgamos intención de quien predica, pues sólo Dios es Quien conoce el corazón de cada hombre. «Dejémonos Reconciliar por Dios» (2 Cor. 5, 20), ¡sí!; pero sirviendo plenamente al Dios «Vivo y Verdadero», que no es un policía ciertamente, pero sí es «Padre Providente y JUEZ JUSTO» (Catecismo Católico, nº 62), que cada día nos espera para Levantarnos de nuestras caídas y Ayudarnos a caminar, hasta llegar a nuestra Meta, que es el Cielo, del cual, viviendo en Estado de Gracia, ya somos Ciudadanos, como el Divino Espíritu nos los Enseña por boca del Apóstol: «vosotros sois Ciudadanos del Cielo» (Fil. 3, 20).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
¿PIENSAS EN DIOS?
Elevar a Dios nuestros pensamientos, esto es oración. Nuestra alma ha sido Creada para contemplar, ver y mirar a Dios. Lo Creado, lo visible y lo material ha sido puesto ante nuestra vista, para que elevemos nuestro pensamiento a Dios Creador, a Dios Invisible, a Dios Inmaterial. Sin oración, el hombre se envilece, se degrada, se materializa. 
De las 24 horas, ¿no tienes una destinada a ordenar tus pensamientos y dirigir una mirada a Dios? A Dios que te Mira, que no te olvida, a Dios que desde la Eternidad Piensa en ti. Si dedicamos tantas horas a los negocios, al placer, al amor terrenal, ¿no es justo que consagremos una a mirar y pensar en Dios? ¿Qué impide el que comamos o trabajemos teniendo a Dios presente? Sólo nuestra sensualidad.
Un solo pensamiento ocupó a María durante toda Su vida, o mejor diré, todos tendían, todos vinieron a parar en un solo Objeto y fue Dios Salvador, Dios Redentor. ¿Por qué? Porque estábamos Perdidos por la Culpa.
¿Tú en qué piensas? En lo que amas. Y donde está el amor está el corazón.
¿Piensas en Dios? ¿Piensas bien en Dios? ¿Tienes en Dios pensamientos Puros? ¿Tienes de Dios aquella idea alta, grandiosa, sublime que corresponde a la Realidad? En un momento de silencio interior, examínalo bien, porque esto es importante.
Y di a tu Madre del Cielo:
Madre: mis pensamientos están ahora recogidos en Tus manos, Preséntalos a Dios. Yo me comprometo, con la presentación de este ramillete, a vivir en adelante recogido en Dios, a estar en Su Presencia, a no olvidarle, a contemplar Sus Grandezas, a orar sin cesar como Manda el Evangelio. Ofrece mi deseo a Tu Hijo. Cuida, Bella y Amable Señora, Cuida de mis pensamientos y ordénalos. A Tu Auxilio me fío. Amén» (B. Francisco Palau, Religioso Carmelita y Fundador).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
KATJA GIAMMONA


Nació en una familia de Testigos de Jehová en Wolfsburg (Alemania) el 11 de julio de 1975 . Fue educada desde pequeña para leer la Biblia y a acompañar a sus padres en su camino religioso.

Sin embargo, al comienzo de su adolescencia – gracias a una amiga Católica y guiada por un pastor protestante – sintió el deseo de “perfeccionar” su Bautismo entrando de lleno en la Iglesia Católica (el bautismo de los Testigos de Jehová, como recuerda Katja, no es válido  para la Iglesia Católica).

En los años noventa trabajó en la televisión y en el cine llegando a realizar su sueño: convertirse en una actriz conocida en Alemania y en Italia. Pero su carrera se interrumpió definitivamente porqué, como cuenta la misma Katja, “Cristo me quería para Él, y Quería que viviera y trabajara solo para Él y no para tener fama, para la tele y para el infierno”.

Tremenda experiencia

En febrero de 2002 mientras se encontraba en Berlín para el Festival Internacional de Cine, sucedió algo que le cambió radicalmente la vida. 

Una noche regresando a casa de unos amigos después de acudir a las fiestas y los eventos del Festival, cayó en un sueño profundo, quizás por el cansancio o por un desmayo, y se encontró en una habitación oscura rodeada de llamas que se elevaban mientras ella corría desesperadamente para encontrar una salida.

Fue una verdadera experiencia del Infierno, donde se encontró con un misterioso personaje, un joven que se le reía en la cara mientras ella se desesperaba: “¡Corre, corre, que de aquí no sales!” le decía.  

Katja sentía el dolor de las quemaduras mientras su cuerpo quedaba intacto, un “sufrimiento enorme”; creyó morir. Delante de sus ojos se mostraron “sus hombres”, (“utilizados por él, para echarme a las llamas”); en ese momento Katja descubrió que sus pecados contra la Castidad la habían hecho merecer esa  Pena.

De repente, a través de una rendija que se “abrió” en la habitación, Katja pudo ver a su madre que, de noche, se levantaba para rezar, como hacía habitualmente, el Rosario de Santa Brígida de Suecia. Eran las tres de la mañana (Katja lo leyó en un reloj del salón de la casa de sus padres), pidió inútilmente ayuda su madre pero ella no podía escucharla. 



Desesperada, Katja imploró fuertemente a su madre que rezara por ella (porqué – explica – “yo no podía rezar a Dios por mí en esa situación”): “¡Mamá, reza por mí! Te lo suplico!”.

La madre de Katja no la escuchó pero no obstante rezó por su hija como solía hacer con devoción y amor maternal. Una oración que a menudo la hija había rechazado porqué “para mi eran oraciones de Beatos que, en lugar de hacer el bien, traían mala suerte”. Katja comprendió que “este es un verdadero castigo: no tener a nadie que rece por ti”. 

Más adelante la madre de Katja confirmó que aquella noche, a las tres de  mañana, estaba despierta para interceder por su hija.

De repente Katja despertó y se encontró en la cama, inmóvil, pálida, fría, con los labios “ligeramente azulados”. Sus amigos estaban allí, asustados, mientras ella intentaba hablar sin lograrlo. Una experiencia, comenta Socci, típica de quiénes despiertan del coma. Todo pareció ser una horrible pesadilla, pero desde esa noche la vida de Katja cambió de rumbo.

La experiencia del Infierno mostró a Katja la contradicción en la cual vivía: mientras se consideraba una persona Católica, vivía sumergida en el pecado. Había creído que pecar no era algo grave y vivía sin tener conciencia de ello: “Yo era una pecadora que ni siquiera se daba cuenta de serlo. Porque el mundo te repite que el pecado no existe”.

Katja, declarándose oficialmente Católica, convivía con su novio ignorando la gravedad de su pecado y considerando sus sentimientos de culpa como un “fanatismo” propio de los Testigos de Jehová. 

Descubrió que “el adulterio es el enemigo del alma” y es “el motivo por el cual muchos se queman en el fuego”.

Desde ese momento sintió la necesidad de darle un giro radical a su vida: dejó a su novio y se fue de peregrinación a Medjugorje junto con su madre, con la sincera determinación de ofrecer su vida, Consagrándose al servicio del Señor.

La llamada del desierto


Entre las distintas formas de vida consagrada, Katja sintió que su vocación particular era el desierto y después de una experiencia en África, en el desierto geográfico, entendió que el verdadero desierto que Dios le había preparado, era el desierto del alma. 

Fue en ese momento cuando decidió retirarse, “como María Magdalena a los pies de Jesús”, abrazando la vida eremítica-anacoreta y tomando el nombre de Benedicta.

Katja abandonó entonces definitivamente su vida anterior para ponerse a los pies de Jesús, como lo hicieron san Benito, san Anselmo, san Francisco, san Antonio que “tienen una cosa en común: confían en Cristo y se encomiendan completamente a Él”, sin pretensiones, sin buscar títulos, ganancia o fama, sin hacer muchos proyectos y razonamientos sino viviendo “día tras día la Divina Voluntad”.

Escuchar a Dios... y estar dispuesto a dejarlo todo

Sobre la vocación, Katja nos explica lo que ha aprendido de su experiencia personal: la primera vocación es “el Bautismo, es la Conversión, escuchar y obedecer a Dios”. Pero después “hay que estar preparados para dejarlo todo si Cristo Llama como Llamó al joven rico”. 

Ponerse en camino, partir con confianza, dispuestos a “dejar atrás lo viejo para enfrentar lo nuevo”. “Dios nos Conoce y Conoce nuestra Vocación”, por tanto la Vocación no es cuestión de razonamiento ni de gusto personal, sino más bien es algo Sobrenatural”. 

Es el Espíritu Santo que nos guía, no la razón, no el cálculo, por eso “nunca pretendemos tener que entenderlo todo sobre Dios. No tenemos que entender, sino amar”

Hace un llamamiento final: “Aventurarse con Cristo, creedme, vale la pena. Abre las puertas de tu corazón a Cristo y Él Se Mostrará a ti en todo Su Esplendor”.

Fuente: religionenlibertad.com

Si quieres leer el artículo en línea:
http://www.religionenlibertad.com/una-exitosa-actriz-lo-deja-todo-y-se-consagra-a-dios-44868.htm

SALLY READ

Sally Read nació en Suffolk, Inglaterra, en 1971. "Fui educada como atea, el credo de la no-creencia estaba en mi sangre, el cristianismo era un síntoma de debilidad mental y de intolerancia", escribe en su testimonio, recién publicado porThe Tablet. 

"Mi bisabuelo era un Orangeman [militante unionista anticatólico] en Irlanda del Norte, vengo de generaciones de protestantes de línea dura convertidos en ateos. Ahora, cuando rezo el Rosario, me pregunto qué mujer entre mis ancestros fue la última en hacerlo y si lo dejó con facilidad".

Sally se formó y trabajó como enfermera psiquiátrica, pero en los últimos años se ha podido dedicar con más asiduidad a su pasión: la poesía. En 2001 recibió el premio Eric Gregory de la Society of Authors y ha publicado ya tres antologías.

Todo en su vida se transformó en primavera de 2010 por la causa más extraña: ¡buscaba monjas para preguntarles por su vagina!

"Me embarqué con un médico en la co-escritura de un libro sobre la vagina, una guía de autoayuda para la parte de su cuerpo más incomprendida, La Vagina, Guía de la Propietaria", explica Sally. No le costó entrevistar a lesbianas y a prostitutas sobre ello, pero necesitaba entrevistar alguna monja. Puesto que vivía cerca de Roma, éstas abundaban pero antes quedó con un cura que le habían recomendado como amigable para que él le condujese a alguna religiosa dispuesta a hablar. "Querido Padre, estoy escribiendo un libro sobre vaginas...", le escribió Sally.


El Cura agradable y la atea se encontraron, pero no solo hablaron de vaginas sino de Religión. "Después de una vida de ateísmo apasionado y de aborrecimiento visceral de la Iglesia Católica, le pregunté si le importaba que le hiciera algunas preguntas. Saltaron las chispas. Nuestro debate llegó a afectar mi trabajo, mi sueño, mi bienestar... no es que sus argumentos me convenciesen, ni que desease desesperadamente convencerle yo. Pero mi mente pareció inclinarse a escuchar una estática cruda y dolorosa de fondo, que yo no podía apagar". 

"Fue casi un salto intelectual: la posibilidad de Dios. Yo estaba escribiendo una colección de monólogos con las voces de pacientes psiquiátricos, y en medio del dolor y la desazón habitual de la creación escrita de repente entendí que mi acto de crear las voces de esas personas dañadas estaba ligado a una creación que lo englobaba ["overarching creation"]. Que podía haber un Autor último. Me llenó una alegría latente a la que apenas osaba inquirir".
Se lo comentó al Cura y éste le dijo: "reza por mí". Ella no sabía rezar, nunca lo había hecho, pero cada día se paraba en una iglesita Carmelita junto al mar, se sentaba y escuchaba. "Estaba abierta a la presencia de Dios, pero aún no era cristiana, y estaba muy lejos de ser Católica".

En esa iglesia había un Ícono de Cristo. Ella le miraba, sin oración. Un día ella le habló en voz alta y le pidió ayuda. "No hubo una alucinación visual o aural, ni nada que como poeta pueda usar como metáfora para explicar lo que pasó", afirma, meticulosa, esta especialista en desórdenes mentales, acostumbrada a escuchar a locos de varios tipos, meterse en su mente, escribir con sus voces. "Me sentí como un amnésico con un ataque de pánico que de repente ve a alguien que conoce entrar en la habitación". 

"Era algo distinto a todo lo que he experimentado y es imposible de replicar internamente. No tuve y no tengo dudas de que era la presencia de Cristo", escribe Sally, rotunda.
"En los círculos que frecuentaba en Londres, elegir ser Católico era como admitir que eras racista, homófobo o sexualmente reprimido", explica Sally con franqueza. "Como la mayor parte de las mujeres británicas en esos días, me hice sexualmente activa al mismo tiempo que aprendía a conducir y con el mismo pragmatismo: ‘a toca, tengo que salir por ahí si no me quiero quedar atrás’. Para mí, la mayor piedra de tropiezo que dificultaba mi entrada a la Iglesia era la
Doctrina sobre la homosexualidad, la masturbación y la contracepción. Pensé que nunca podría pertenecer a una Iglesia tan didáctica en sus creencias, tan estrecha en su visión de la sexualidad".

Pero ahora su libro sobre vaginas ya no avanzaba casi, "mi apetito por el proyecto se estaba desvaneciendo", escribe Sally. Y recordaba cosas de su pasado. Como ese amigo que se había acostado con una amiga común a la que él detestaba. "¡Pero si no la aguantas!", le dijo Sally. "Oh, bueno, Sally, a veces los hombres somos como perros, simplemente tenemos que hacerlo", farfulló él.

Y un antiguo novio que tuvo, "incapaz de tener relaciones sexuales por su adicción a la pornografía y la sodomía. Admití lo que hacía tiempo que sabía: que el sexo como recreación era algo que me deprimía. Siempre supe que me había provocado sufrimiento, y empecé a entender, con alivio espléndido, que no había nada anormal en mí".



Ese verano, estando en Londres, Sally intentó encontrar una iglesia para pararse un momento. En la famosa Parroquia de St Patrick en el Soho, una Parroquia evangelizadora y renovada en zona de prostitutas, estaban cerrados por obras. Cualquier otro templo era protestante o estaba cerrado. Ella sintió hambre espiritual. "Sabía que no podía ser cuáquera, sentarme en un círculo, sin que me toquen. Sabía que no podía ser protestante, fingiendo que una galleta era el Cuerpo de Cristo".

"Caminé por las calles sintiéndome por primera vez extranjera en Londres. De repente, el Milagro de encontrar una puerta abierta con una vela junto al Tabernáculo no era poca cosa. En Italia yo ya iba a Misa, durante la Comunión rezaba, a veces llorando, a veces sólo fascinada. Lo más importante de todo esto, entendí, era estar con Cristo, era la Liturgia misma. Caminé durante una hora, sin la esperanza siquiera de una Misa, sólo queriendo sentarme junto al Santísimo Sacramento. ¡Aún no había oído hablar de la adoración!" Esa tarde, junto a la estación de Liverpool Street, "supe que yo ya era Católica".

"Revelar que soy Católica no ha sido fácil; entiendo a los que me buscan con ganas de pelea: ¿cómo explicar experiencias tan profundas, un amor tan profundo?", añade Sally. "Se ha dicho antes: ser Católico es como estar enamorado. Como poeta de una cultura secularísima he podido entender que la Iglesia es como el poema definitivo, una composición intrincada de alegoría y realidad, que intenta dar imagen a la Presencia de Dios en la tierra. Por cierto, el libro de la vagina quedó archivado en una estantería..."

Sally terminó su libro de poesías que dan voz a enfermos mentales, un libro que surgió a partir de su relación con un anciano mudo y esquizofrénico que enloqueció cuando perdió a su madre en la Segunda Guerra Mundial. Ella también colabora con La Compagnia delle Poete, una cooperativa de poetas teatrales italianos.

Finalmente,  vive como semi-ermitaña en la Ermita de los Tres Santos Jerarcas (San Basilio, San Gregorio Teólogo y San Juan), una comunidad de ascetismo con votos públicos de pobreza, castidad y obediencia, que combina lo activo y lo contemplativo.

Fuente: religionenlibertad.com

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ABRE LAS PUERTAS DE TU CORAZÓN


«Cada uno de nosotros es el Fruto de un Pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es Querido, cada uno es Amado, cada uno es necesario. Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él. 

Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada -absolutamente nada- de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera.

¡No tengas miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo Da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí, abre, abre de par en par las puertas a Cristo, y encontrarás la Verdadera Vida» (Benedicto XVI, Obispo Emérito de Roma).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

¡CREO, SEÑOR!


«Muchas son las olas que nos ponen en peligro y una gran tempestad nos amenaza; sin embargo, no tememos ser sumergidos, porque permanecemos de pie sobre la Roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta Roca; aunque se levanten las olas nada podrán contra la Barca de Jesús. Dime, ¿qué podemos temer? ¿La muerte? Para mí la Vida es Cristo y la muerte una Ganancia. ¿El destierro? Del Señor es la tierra y cuanto la llena. ¿La confiscación de los bienes? Nada trajimos al mundo, de modo que nada podemos llevarnos de él. Yo me río de todo lo que es temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio las riquezas. Por eso os hablo de lo que ahora sucede, exhortando vuestra Caridad y vuestra Confianza» (S. Juan Crisóstomo, Padre y Doctor de la Iglesia).

Y nos advierte San Agustín, con palabras de total actualidad:

«En otros tiempos se incitaba a los cristianos a renegar de Cristo; en nuestra época se enseña a los mismos a negar a Cristo. Entonces se obligaba, ahora se enseña; entonces se oía rugir al enemigo, ahora, presentándose con mansedumbre insinuante y rondando, difícilmente se le advierte. 

Es cosa sabida de qué modo se violentaba entonces a los cristianos a negar a Cristo; procuraban atraerlos así para que renegasen; pero ellos, confesando a Cristo, eran Coronados. Ahora se enseña a negar a Cristo y, engañándoles, no quieren que parezca que se les aparta de Cristo (…). Como ciego que oye las pisadas de Cristo que pasa, me llama... pero cuando haya comenzado a seguir a Cristo, mis parientes, vecinos y amigos comienzan a bullir. Los que aman el mundo se me ponen enfrente: ¿Te has vuelto loco? ¡Qué extremista eres! ¿Por ventura los demás no son cristianos? Esto es una tontería. Esto es una locura. 

Y cosas tales clama la turba para que no sigamos llamando al Señor los ciegos».

El mismo Señor Jesús nos ha Advertido enseguida: «El que rehúsa creer en el Hijo no Verá la Vida» (Jn. 3, 36 b). Que Dios nos Dé la Gracia de escuchar Su Palabra y llevarla a la práctica, no en otro momento que nos parezca mejor, sino desde ya, pues no sabemos en qué día el Señor Viene (Mt. 25, 13). 

Semper Mariam In Cordis Tuo.

.QUIERO CANTAR TU MISERICORDIA.


«Dios mío, Tú no puedes Inspirar deseos irrealizables. Por lo tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la Santidad.
Crecer me es imposible; he de soportarme a mí misma tal cual soy, con todas mis imperfecciones. Pero quiero hallar el modo de ir al Cielo por un caminito muy recto, muy corto; por un caminito del todo nuevo.
Estamos en el siglo de los inventos. Ahora no hay que tomarse ya el trabajo de subir uno por uno los peldaños de una escalera, el ascensor suple con ventaja a la escalera. Pues bien, yo quisiera encontrar también un ascensor para llegar hasta Jesús, pues soy demasiado pequeña para subir la ruda escalera de la Perfección. Animada de estos sentimientos, busqué en los Sagrados Libros el soñado ascensor, objeto de mis deseos, y hallé estas Palabras, salidas de la Boca de la Sabiduría Eterna: «El que sea pequeñito que venga a Mí» (Prov. 9, 4). Me he acercado, pues, adivinando que había encontrado lo que buscaba... El ascensor que ha de subirme al Cielo son vuestros brazos ¡oh Jesús! Por eso, no necesito crecer; al contrario, he de permanecer pequeña, y aun empequeñecerme más cada día.
¡Dios mío! Habéis sobrepasado mi Esperanza, y quiero cantar Vuestras Misericordias». (Sta Teresita de Lisieux, Carmelita y Doctora de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.


.ANUNCIACIÓN DEL ÁNGEL 
A NUESTRA SEÑORA.


«María, Templo de la Trinidad, Hogar de Fuego Divino, Madre de Misericordia..., Tú eres el Tallo Nuevo (Is 11,1) que ha Producido la Flor que Perfuma al mundo, el Verbo, el Hijo único de Dios. En Ti, Tierra Fecunda, fue Depositado el Germen de este Verbo. (Mt 13,3 ss) Tú has escondido el Fuego en las cenizas de nuestra humanidad. Vaso de Humildad donde Arde la Luz de la Sabiduría Verdadera..., por el Fuego de Tu Amor, por la Llama de Tu Humildad, has Atraído hacia Ti y hacia nosotros al Padre eterno...
Gracias a esta Luz, María, nunca Te has parecido a las vírgenes insensatas (Mt 25,1 ss) sino que Rebosas de Virtud y de Prudencia. Por esto has Querido Saber cómo se podía Realizar lo que el Ángel Te Anunciaba. Tú sabías que “para Dios todo es Posible”. No tenías duda alguna. ¿Por qué, entonces, Tú dices: "no conozco varón"?
No te faltaba la Fe. Era la Humildad profunda que Te hacía decir esto. No dudabas del Poder de Dios, Te considerabas como indigna de tan gran Prodigio. Si fuiste turbada por la palabra del ángel, no era por temor. Mirándolo a la misma Luz de Dios, me parece que era más bien por admiración. Y qué admirabas, pues, María, sino la Inmensidad de la Bondad de Dios. Mirándote a Ti misma, Te juzgabas indigna de esta Gracia y quedabas turbada. Tu pregunta es la prueba de Tu Humildad» (Sta Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

.EL ARMA DE LA ORACIÓN.

«La Oración es el Arma con que se ha de vencer al demonio. Por esto dijo S. Juan Crisóstomo que “los demonios nos acechan con gran cuidado, y si hallan que alguno tiene Oración fervorosa, le temen, no se atreven a acercarse por temor de la Virtud y fortaleza que le comunica; al instante huyen, como los ladrones que son descubiertos. Pero si ven que alguno no se ejercita en la Oración, al punto le tienden lazos y le hacen caer en muchos pecados”.
Si le teme tanto el demonio, si te libra y aparta de las tentaciones, ¿cómo es que no le ejercitamos? ¿Cómo no nos valemos de este medio para librarnos de los fuertes lazos del adversario? Si el demonio es nuestro cruel enemigo y nos arma tantos lazos ocultos y el remedio es la Oración, que los descubre, desbarata, y nos defiende de ellos, ¿por qué no acudimos continuamente a este recurso?
Vivimos en guerra continua con este enemigo espiritual, muchas veces al día nos acomete, nos rodea y nos hace tropezar. Pues para vencerle, la Oración» (P. Félix de Alamín, OFM Capuchino).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
.ESTRECHA ES LA PUERTA.
                                                       (Mt. 7, 13)

Oramos y parece que el Cielo no nos escucha.
Muchas veces, cuando nos toca una prueba, sea falta de salud, de trabajo, la pérdida de un ser querido, entramos en esa oscuridad que a nuestro cuerpo llena de stress, y a nuestra alma de amargura.
Y allí es cuando viene a nuestra memoria las palabras de Jesús: «Pasad por la Puerta estrecha», Puerta que generalmente relacionamos con ese dolor, con esa pena, con esa adversidad. ¡Y es la Verdad! Pero no es toda la Verdad. Porque una vez que el Señor nos pone la Cruz al hombro, la verdadera prueba, además de cargarla, consiste en nunca dejar de amar a Jesús. Fácil se dice cuando las adversidades son duras pero relativamente manejables. Pero cuando ya no somos nosotros los que manejamos el timón de nuestro barco, que es nuestra vida, ahí comenzamos a experimentar la Verdad de nuestra Fe.
¿Seremos de los que prefirieron entrar por la puerta ancha, es decir, de los que lanzaron a un lado la Cruz, abandonaron su Fe Católica por otra que les endulce los oídos? ¿O abrazamos más fuerte el madero, y aunque el dolor sea intenso, la incertidumbre del futuro sea manifiesta, el Cielo parezca cerrado a nuestra súplica, aún así, le decimos a Jesús "contigo siempre"?
Que el Señor me dé la Gracia y también te la dé a ti, para comprender que cuando nuestra alma entra en la noche, de ninguna forma es porque Jesús se olvidó de nosotros, sino que Quiere, que esa noche sirva para que nuestra Fe madure, para que ya no busquemos las cosas de Dios, sino al Dios de las cosas. Como enseña S. Juan de la Cruz en su libro "Subida al Monte Carmelo", estas pruebas no son una puerta para salir del mundo, son un camino para encontrar a Dios. Para que se cumpla en nosotros aquello de S. Pablo: ««Antes sí erais tinieblas, pero ahora, sois Luz por el Señor. Vivid como hijos de la Luz» (Ef. 5, 8). Que así sea.
Semper Mariam In Cordis Tuo