Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
.¡Que me conozca, Señor!

«¿Quieres que Jesucristo te Confiese delante de Su Padre? Confiésale también tú delante de los hombres, no sólo de palabra, sino perdiendo el miedo a vivir la Virtud, de la misma manera que no has tenido prurito de abrazar el vicio.

Quieres tu Salvación, ¿pero cómo la quieres? ¿La quieres con el afán con que quieres el éxito de tus negocios temporales?

No se puede negar que el Camino de la Virtud es duro y para muchos poco atractivo, pero ¿no lo merece el Cielo? ¿Cuántos obstáculos en los trabajos de la vida?, y sin embargo, no nos desanimamos ni los abandonamos.

¿Quieres que Dios te Abrace con Su Amistad? No busques más la aprobación de los hombres, aborrece el respeto humano, causa fatal de la perdición de muchas almas. Haz gloria, como otra Magdalena, de verdadero penitente. Así repararás los escándalos que has dado en los desórdenes de tu vida pasada.

Dite a ti mismo, no "qué dirán los hombres", sino qué dirá tu Dios.

Señor, ¡qué tarde conozco mis desvíos! Hazme conocer, Señor, mi Fin. Penétrame de su importancia, porque de aquí en adelante quiero mi Salvación como la han querido los Santos, es decir, quiero trabajar como ellos, con temblor y temor (Fil. 2, 12), y no dejar ningún medio  para alcanzar este propósito. Comienzo desde este momento. ¡Señor, Sálvame, porque soy Tuyo, me has Redimido y a Ti me entrego hoy y para siempre!» (P. Melchor Gelabert)

Semper Mariam In Cordis tuo.

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