Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
.VIDA CRISTIANA Y SANTA MUERTE.

«Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor. Desde ahora, sí -Dice el espíritu-, que descansen de sus fatigas, porque sus obras los acompañan» (Apoc. 14, 13).

«Bienaventurados: qué poco conocida es en el mundo esta Verdad, qué poco practicado este lenguaje.

Más bien, nos dice, dichoso el que vive con esplendor y con abundancia; dichoso el que logra el favor del poderoso; dichoso el de nacimiento ilustre, el de prosperidad larga e ininterrumpida; el que posee multitud de amigos importantes, abundancia de bienes y una robusta salud.

Así habla el espíritu del mundo, y de esto hacen objeto de envidia para muchos, y lo convierten en modelo de "felicidad".

Pero de qué manera tan diferente Juzga y Habla el Espíritu Santo.

Bienaventurados los que no se dejaron deslumbrar del falso brillo del mundo, ni se embriagaron de sus placeres, muchas veces perniciosos. Dichosos los que gustando las Máximas de Jesucristo, y colocando toda su gloria en servirle, no pensaron más que en agradarle.

Bienaventurados los que considerando como poca cosa, o nada, lo que encanta al mundo, sólo se dedicaron a fabricarse una Fortuna más sólida, sólo se aplicaron a atesorar Riquezas para el Cielo, donde no hay polilla que consuma, ni gusano que roa, ni ladrón que robe (Mt. 6, 20).

Bienaventurado, en fin, el que termina una vida cristiana e inocente de pecado en este mundo, con una Santa muerte.

Pregunto: ¿es, acaso, una Felicidad imaginaria, o poco merecedora de interés, la de morir en el Señor con la muerte de los Santos?

¿Qué fruto, pues, se saca de estas reflexiones? Exaltamos la Dicha de los Santos, alabamos su Prudencia, nos sentimos animados a seguirles.

¿Quedará esto, sólo en la letra que acabas de leer?

Dulce Jesús mío, que me Das la Gracia de hacer esta meditación, no Permitas que algún día me sirva ella como materia de remordimiento, antes bien, Asísteme ahora para que mi alma se Convierta y vuelva a Ti, sin diferirlo más» (P. Juan Croisset SJ)

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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