Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
.LUZ Y ÁNGELES.
En este artículo, comparto contigo una interesante interpretación que el Obispo de Hipona hace sobre este Versículo del Génesis. No es, ciertamente, la única forma de interpretarlo, como él mismo lo advierte, pero haya sentido y  está conforme con la Ortodoxia de nuestra Fe Católica.

«Los Santos Ángeles no son coeternos a Dios, pero sí están ciertos y seguros de su Felicidad Eterna y Verdadera.

Algunos Ángeles pecaron y fueron recluidos en los abismos, que son Cárceles para ellos, hasta la Condenación Final y futura en el Día del Juicio. Esto lo expresa con claridad meridiana el Apóstol San Pedro al decir que Dios no Perdonó a los Ángeles prevaricadores, sino que, Precipitándolos en las obscuras prisiones del Infierno, reservó su Castigo para el Día del Juicio (2 Pe. 2, 4).

¿Quién duda que Dios, o por Su Presciencia o por Su Operación, Separó a unos Ángeles de otros? ¿Quién se opondrá al que afirme que aquéllos fueron llamados con razón luz?,  aunque deba entenderse otra luz en el Pasaje que discutimos: «Dijo Dios: Hágase, la luz, -y la luz fue Hecha» (Gén. 1, 3), y estén significadas otras tinieblas en esto: «Dividió Dios entre la luz y las tinieblas» (v. 4), pensamos que en todo ello se significan estas dos Sociedades de Ángeles: una que Goza de Dios y otra que se hincha de soberbia; una, a la que se dice: «Adorad al Señor todos Sus Ángeles» (Sal. 96, 8), y otra cuyo príncipe promete: «Te daré todo esto si postrándote me adoras» (Mt. 4, 9); una, ardiendo en el Amor Santo de Dios; otra, humeando con el amor impuro de la propia altivez.

Y porque está Escrito que «Dios Resiste a los soberbios y Da Su Gracia a los humildes» (1 Pe. 5, 5), la una Habita en los Cielos de los Cielos, y la otra, arrojada de allí, pugna en el oscuro Abismo; la una es tranquila y está animada por una Piedad luminosa, y la otra es turbulenta por pasiones tenebrosas. La una ayuda con clemencia según el Querer de Dios, castigando con Justicia, y la otra ardiendo por su prurito de dominar y sus ansias de hacer daño; la una es Ministro de la Bondad Divina, haciendo el Bien que quiere, y la otra es frenada por el Poder de Dios a fin de que no dañe cuanto quiera. La primera se mofa de la segunda y de sus vanos esfuerzos por acrecerse a base de persecuciones, y la segunda envidia a la primera cuando la ve recoger peregrinos por doquier.

Nosotros, repito, creemos que estas dos Sociedades de Ángeles tan dispares y contrarias entre sí, una Buena por naturaleza y Recta por voluntad, y la otra, Buena también por naturaleza y Perversa por voluntad, expresadas más claramente en otros lugares de las Divinas Escrituras, están, a su vez, insinuadas con los nombres de “luz” y de “tinieblas” en el Libro que lleva por Título Génesis» (La Ciudad de Dios, L.11, cap. 33; S. Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia).

Semper Mariam In Cordis Tuo.



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