Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA


«Después del Sagrado Nombre de Jesús, el Nombre de María es tan Rico de Bienes, que ni en la tierra ni en el Cielo resuena ningún Nombre del que las almas devotas reciban tanta Gracia de Esperanza y de Dulzura.
Este Nombre Poderoso tiene Fuerza para conseguir la vida de la Gracia a quien devotamente lo invoca. Torre Defensiva que no sólo Libra a los pecadores del Castigo, sino que Defiende también a los justos de los asaltos del Infierno.
Los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera a la Reina del Cielo, que al oír Su Nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que los abrasara.
¡Dichoso –decía san Buenaventura– el que ama Tu Dulce Nombre, oh Madre de Dios! Es tan Glorioso y Admirable Tu Nombre, que todos los que se acuerdan de invocarlo en la hora de la muerte, no temen los asaltos de todo el Infierno.
Quién tuviera la dicha de morir como murió fray Fulgencio de Ascoli, capuchino, que expiró cantando: “Oh María, oh María, la criatura más hermosa; quiero ir al Cielo en Tu Compañía”.
Roguemos a Dios nos Conceda esta Gracia, que en la hora de la muerte, la última palabra que pronunciemos sea el Nombre de María, como lo deseaba y pedía San Germán. ¡Oh muerte dulce, muerte segura, si está Protegida y acompañada con este Nombre Salvador que Dios Concede que lo pronuncien los que se Salvan!
¡Oh mi Dulce Madre y Señora, Te amo con todo mi corazón! Y porque Te amo, amo también Tu Santo Nombre. Propongo y espero con Tu Ayuda invocarlo siempre durante la vida y en la hora de la muerte.
Concluyamos con esta tierna plegaria de San Buenaventura: “Para Gloria de Tu Nombre, cuando mi alma esté para salir de este mundo, ven Tú misma a mi encuentro, Señora Benditísima, y recíbela”. No desdeñes, María de venir a consolarme con Tu Dulce Presencia. Sé mi Escala y Camino del Paraíso. Alcánzame la Gracia del Perdón y del descanso Eterno. María, Abogada nuestra, a Ti Te corresponde Defender a Tus devotos y tomar a Tu Cuidado su causa ante el Tribunal de Jesucristo”. (S. Alfonso María de Ligorio, Obispo y Doctor de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario