Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
NATIVIDAD DE MARÍA

«Celebramos hoy con alegría el Nacimiento de María, la Virgen: de Ella Salió el Sol de Justicia, Cristo, nuestro Dios.

Esta Festividad Mariana es toda ella una invitación a la alegría, precisamente porque con el Nacimiento de María Santísima Dios Daba al mundo como la garantía concreta de que la Salvación era ya inminente.

Precisamente esta Niña, todavía pequeña y frágil, es la "Mujer" del primer Anuncio de la Redención futura, contrapuesta por Dios a la serpiente tentadora: "Pongo Perpetua enemistad entre ti y la Mujer y entre tu linaje y el Suyo; Éste te Aplastará la cabeza, y tú le morderás el calcañar" (Gén 3, 15).

Precisamente esta Niña es la "Virgen" que "Concebirá y Parirá un Hijo, y le pondrá por Nombre Emmanuel, que quiere decir 'Dios con nosotros'" (Is 7, 14; Mt 1, 23). Precisamente esta Niña es la "Madre" que Parirá en Belén "a Aquel que Señoreará en Israel" (Miq 5, 1 ss.).

María es Predestinada por la Trinidad a una Misión altísima; es Llamada; es Santificada; es Glorificada.

Dios la ha Predestinado a estar íntimamente Asociada a la Vida y a la Obra de Su Hijo Unigénito. Por esto la ha Santificado, de manera admirable y singular, desde el primer momento de Su Concepción, haciéndola "Llena de gracia" (Lc 1, 28); la ha Hecho conforme con la Imagen de Su Hijo: una conformidad que, podemos decir, fue única, porque María fue la primera y la más Perfecta Discípula del Hijo.

Por tanto, toda la Iglesia no puede menos de alegrarse hoy al celebrar la Natividad de María Santísima, que es "Puerta Virginal y Divina, por la cual y a través de la cual Dios, que Está por encima de todas las cosas, Hizo Su Entrada en la tierra Corporalmente.

María hoy nos enseña, ante todo, a conservar intacta la Fe en Dios, esa Fe que se nos dio en el Bautismo y que debe crecer y madurar continuamente en nosotros durante las diversas etapas de nuestra vida cristiana.

¡Oh Virgen naciente,

esperanza y aurora de salvación para todo el mundo, vuelve benigna tu mirada materna hacia todos nosotros, reunidos aquí para celebrar y proclamar tus glorias!

¡Oh Virgen Fiel,

que siempre estuviste dispuesta y fuiste solícita para Acoger, Conservar y Meditar la Palabra de Dios, haz que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra Fe cristiana, Tesoro precioso que nos han transmitido nuestros padres!

¡Oh Virgen Potente,

que con Tu pie Aplastaste la cabeza de la serpiente tentadora, haz que cumplamos, día tras día, nuestras promesas Bautismales, con las cuales hemos renunciado a Satanás, a sus obras y a sus seducciones, y que sepamos dar en el mundo un Testimonio alegre de Esperanza cristiana!

¡Oh Virgen Clemente,

que Abriste siempre Tu Corazón Materno a las invocaciones de la humanidad, a veces dividida por el desamor y también, desgraciadamente, por el odio y por la guerra, haz que sepamos siempre crecer todos, según la Enseñanza de Tu Hijo, en la unidad y en la paz, para ser dignos hijos del Único Padre Celestial! Amén». (S. Juan Pablo II, 8-9-80).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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