Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
EL MOMENTO PRESENTE


«Echen afuera, a las Tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes» (Mt. 25, 30).

«Hermanos míos, hasta ahora no hemos hecho nada todavía. ¡Empecemos hoy! San Francisco se hizo a sí mismo esta exhortación. ¡Hagamos nosotros lo mismo! Es verdad, todavía no hemos hecho nada, o casi nada. Los años se han seguido uno tras otro sin que nos hubiéramos preguntado qué hemos hecho con el tiempo. ¿No hay nada en nuestra conducta que necesite modificarse, nada que añadir, nada que quitar? Hemos vivido despreocupados, como si nunca tuviera que llegar aquel Día en que el Juez Eterno nos Llame para dar cuenta de nuestras acciones y de cómo hemos aprovechado nuestro tiempo. 

¡No perdamos el tiempo! No hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. ¡Las tumbas rebosan de buenas intenciones! Y desde luego ¿quién nos asegura que mañana viviremos? ¡Escuchemos la voz de nuestra conciencia. Es la voz del Profeta: “Ojalá escuchéis hoy la Voz del Señor, no endurezcáis el corazón!” (Sal 94,7.8) 

No poseemos más que el momento presente. Vigilemos, pues, y vivámoslo como un Tesoro que nos ha sido confiado. El tiempo no nos pertenece. No lo malgastemos» (S. Pío de Pietrelcina, Religioso Capuchino)

Semper Mariam In Cordis Tuo

TOMA DE MÍ


«Mi Señor y mi Dios: Toma de mí, todo lo que me distancia de Ti.
Mi Señor y mi Dios: Dame todo lo que me lleva más cerca de Ti.
Mi Señor y mi Dios: Sepárame de mi, para darme todo a Ti» 
(S. Nicolás de Flue).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

DARSE A DIOS


PALABRAS


«Cuando las palabras tienen raíces en el Amor, siempre son fecundas.Palabras de comprensión, de perdón, de afecto, de estímulo, que desvanecen errores, que quitan dudas, que apartar murmuraciones, elevan, iluminan...y tienen, incluso, el poder de hacer que un alma regrese a Cristo.

Si quisiéramos, cada uno de nuestros días, nuestra vida entera, podría ser una lluvia de palabras fecundas, capaces de suscitar Vida, sin provocar tristezas, rencores, odios. 

Imaginemos qué sería de nuestra vida, si a cada instante, fieles a la Gracia, fuéramos capaces de de decir una palabra impregnada de Amor, sin sombra de malignidad, irritación, rencor, orgullo o desprecio. No hay duda que nos convertiríamos inmediatamente en la Alegría de Dios. Y no pensemos JAMÁS, que esto es una utopía.

"Eso en el mundo no pasa": examinémonos para ver en qué contribuímos para que ello suceda. "De una misma boca proceden la Bendición y la maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así" (Sant. 3, 10)» (P. Francisco Faus).

Pidamos al Corazón de María, que todos los días de nuestra vida, seamos fieles imitadores de Su "Sí" a Dios, y que esa palabra, se convierta en continuo Fruto de Caridad para la Vida Eterna. 

Semper Mariam In Cordis Tuo.

HIJOS DE LA LUZ


«Nuestra vida, algunas veces, es semejante a la del ciego que se abrió a la Luz, que se abrió a Dios, que se abrió a Su Gracia. A veces, lamentablemente, es un poco como la de los doctores de la ley: desde lo alto de nuestro orgullo juzgamos a los demás, incluso al mismo Señor. Hoy, somos invitados a abrirnos a la Luz de Cristo para dar Fruto en nuestra vida, para eliminar los comportamientos que no son cristianos; todos nosotros somos cristianos, pero todos nosotros, todos, algunas veces tenemos comportamientos no cristianos, comportamientos que son pecado. Debemos arrepentirnos de esto, eliminar estos comportamientos para caminar con decisión por el Camino de la Santidad, que tiene su origen en el Bautismo. También nosotros, en efecto, hemos sido «Iluminados» por Cristo en el Bautismo, a fin de que, como nos recuerda San Pablo, podamos comportarnos como «hijos de la Luz» (Ef 5, 9), con Humildad, Paciencia, Misericordia. Estos doctores de la ley no tenían ni humildad ni paciencia ni misericordia.

Os sugiero que hoy, cuando volváis a casa, toméis el Evangelio de Juan y leáis este pasaje del capítulo 9, completo. 

Preguntémonos: ¿cómo está nuestro corazón? ¿Tengo un corazón abierto o un corazón cerrado? ¿Abierto o cerrado hacia Dios? ¿Abierto o cerrado hacia el prójimo? Siempre tenemos en nosotros alguna cerrazón que nace del pecado, de las equivocaciones, de los errores. No debemos tener miedo. Abrámonos a la Luz del Señor, Él nos Espera siempre para hacer que veamos mejor, para Darnos más Luz, para Perdonarnos. ¡No olvidemos esto!

A la Virgen María confiamos el camino cuaresmal, para que también nosotros, como el ciego curado, con la Gracia de Cristo podamos «salir a la Luz», ir más adelante hacia la Luz y Renacer a una Vida Nueva.» (Papa Francisco, 30-3-2014)

Semper Mariam In Cordis Tuo.

ORAR 


Elevar a Dios nuestros pensamientos, esto es oración. Nuestra alma ha sido Creada para contemplar, ver y mirar a Dios. Lo Creado, lo visible y lo material ha sido puesto ante nuestra vista, para que elevemos nuestro pensamiento a Dios Creador, a Dios Invisible, a Dios Inmaterial. Sin oración, el hombre se envilece, se degrada, se materializa. 

De las 24 horas, ¿no tienes una destinada a ordenar tus pensamientos y dirigir una mirada a Dios? A Dios que te Mira, que no te olvida, a Dios que desde la Eternidad Piensa en ti. Si dedicamos tantas horas a los negocios, al placer, al amor terrenal, ¿no es justo que consagremos una a mirar y pensar en Dios? ¿Qué impide el que comamos o trabajemos teniendo a Dios presente? Sólo nuestra sensualidad.

Un solo pensamiento ocupó a María durante toda Su vida, o mejor diré, todos tendían, todos vinieron a parar en un solo Objeto y fue Dios Salvador, Dios Redentor. ¿Por qué? Porque estábamos Perdidos por la Culpa.

¿Tú en qué piensas? En lo que amas. Y donde está el amor está el corazón.

¿Piensas en Dios? ¿Piensas bien en Dios? ¿Tienes en Dios pensamientos Puros? ¿Tienes de Dios aquella idea alta, grandiosa, sublime que corresponde a la Realidad? Examínalo bien, porque esto es importante.

Vengamos a nuestro jardín: ¿cómo están nuestros pensamientos? Recógelos, átalos, lígalos a la Fe y al Amor de Dios y preséntalos a la Celestial y Mística Jardinera y dile:

Madre: mis pensamientos están ahora recogidos en Tus manos, Preséntalos a Dios. Yo me comprometo, con la presentación de este ramillete, a vivir en adelante recogido en Dios, a estar en Su Presencia, a no olvidarle, a contemplar Sus Grandezas, a orar sin cesar como Manda el Evangelio. Ofrece mi deseo a Tu Hijo. Cuida, Bella y Amable Señora, Cuida de mis pensamientos y ordénalos. A Tu Auxilio me fío. Amén» (B. Francisco Palau, Religioso Carmelita y Fundador).

Alégrate, María, Llena Eres de Gracia, el Señor Es Contigo; Bendita Tú Eres entre todas las mujeres y Bendito Es el Fruto de Tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, Madre mía y Madre del mundo entero, Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Semper Mariam In Cordis Tuo.

SAN JOSÉ, RUEGA POR NOSOTROS


«Al comienzo de su peregrinación en Fe, la Fe de María se encuentra con la Fe de José. Si Isabel había dicho de la Madre del Redentor: “Dichosa Tú que has Creído” (Lc 1,45), en un cierto sentido se puede también atribuir esta Bienaventuranza a José, porque él respondió afirmativamente a la Palabra del Señor cuando le fue Anunciada en este momento decisivo. José, es cierto, no respondió al Anuncio del ángel como María, pero él “hizo lo que el Ángel le había dicho: llevársela como Esposa”. Lo cual es pura “Obediencia a la Fe” (Rm 1,5). 

Se puede decir que lo que hizo José le unió, de manera muy especial, a la Fe de María; aceptó como una Verdad venida de Dios lo que Ella había Aceptado ya en el momento de la Anunciación. El concilio Vaticano II dice: “Por la Fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios, le ofrece  el homenaje total de su entendimiento y voluntad, asintiendo libremente a lo que Dios Revela" (Dei Verbum, 5). Esta frase, que toca a la esencia misma de la Fe, se aplica perfectamente a José de Nazaret. 

Así él llega a ser, de manera singular, el depositario del Misterio “escondido desde los siglos en Dios” (Ef 3,9), de la misma manera que María lo es en este momento decisivo llamado por el Apóstol Pablo “la Plenitud de los tiempos”, cuando “Dios Envió a Su Hijo, Hecho de una Mujer… para Rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por Adopción” (Gal 4,4-5)… José es, con María, el primer depositario de este Misterio Divino… Teniendo ante los ojos el Texto de los dos Evangelistas Mateo y Lucas, se puede igualmente decir que José es el primero en participar de la Fe de la Madre de Dios y que así sostiene Su Esposa en la Fe de la Anunciación Divina; Dios lo puso el primero en el camino de la peregrinación en la Fe de María… El camino personal de José, su peregrinación en la Fe, se concluirá primero…pero, el camino de la Fe de José sigue la  misma dirección» 
(S. Juan Pablo II, Redemptoris Custos, n. 4).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
LA SANTÍSIMA PASIÓN, 
NUESTRO REMEDIO


«Muchas almas piadosas –dice un autor de nuestros días- están en una infidelidad casi continua en ‘pequeñas’ cosas: son impacientes, poco caritativas en sus pensamientos, juicios y palabras, falsas en su conversación y en sus actitudes, lentas y relajadas en su piedad, no se dominan a sí mismas y son demasiado frívolas en su lenguaje, tratan con ligereza la buena fama del prójimo. Conocen sus defectos e infidelidades y los acusan quizá en confesión, mas no se arrepienten de ellos con seriedad ni emplean los medios con que podrían prevenirlos. No reflexionan que cada una de estas imperfecciones es como un peso de plomo que las arrastra hacia abajo, no se dan cuenta de que van comenzando a pensar de manera puramente humana y a obrar únicamente por motivos naturales, ni de que resisten habitualmente a las inspiraciones de la gracia y abusan de ella. El alma pierde así el esplendor de su belleza, y Dios va retirándose cada vez más de ella. Poco a poco pierde el alma sus puntos de contacto con Dios, algo se ha interpuesto entre los dos. 

Para comprender mejor la malicia del pecado debemos contemplar lo que Jesucristo Sufrió por los nuestros. En la Agonía de Getsemaní le vemos Padecer, hasta lo indecible. Él, que no conoció pecado, se Hizo pecado por nosotros (2 Cor. 5, 21). Cargó con todos nuestros horrores, llegando a Derramar sudor de Sangre. Jesús, solo y triste, Sufría y empapaba la tierra con Su Sangre. De rodillas sobre el duro suelo, Persevera en Oración... Llora por ti... y por mí: le aplasta el peso de los pecados de los hombres. Es una escena que debemos recordar muchas veces, cada día, pero muy especialmente cuando las tentaciones arrecien.

En la lucha decidida por desterrar de nuestra vida todo pecado demostraremos nuestro amor al Señor, nuestra correspondencia a la Gracia.

Pidamos hoy a María que nos Conceda aborrecer, no sólo el pecado mortal, sino también el pecado venial deliberado, y la fuerza para luchar contra toda debilidad e imperfección. La Virgen Santa María, Refugio de los pecadores, nos Ayudará a tener una conciencia delicada para amar a Cristo y al prójimo, a ser sinceros con nosotros mismos y en la Confesión. Que así sea» (P. Francisco Carvajal).

Semper Mariam In Cordis Tuo.



CARIDAD


«La experiencia de lo que me agrada o me molesta, de lo que me ayuda o me hace daño, es una buena norma de aquello que debo hacer o evitar en el trato con los demás.

Todos deseamos una palabra de aliento cuando las cosas no han ido bien, y comprensión de los demás cuando, a pesar de la buena voluntad, nos hemos vuelto a equivocar; y que se fijen en lo positivo más que en los defectos; y que haya un tono de cordialidad en el lugar donde trabajamos o al llegan a casa; y que se nos exija en nuestro trabajo, pero de buenas maneras; y que nadie hable mal a nuestras espaldas; y que haya alguien que nos defienda cuando se nos critica y no estamos presentes; y que se preocupen de verdad por nosotros cuando estamos enfermos; y que se nos haga la corrección fraterna de las cosas que hacemos mal, en vez de comentarlas con otros; y que recen por nosotros y... 

Estas son las cosas que, con humildad y espíritu de servicio, hemos de hacer por los demás. Si nos comportamos así, dice el Profeta Isaías (1, 18), entonces: Aunque vuestros pecados fueran como la grana, quedarán blancos como la nieve. Aunque fueren rojos como la púrpura quedarán como la blanca lana.

Servir, junto a Cristo y por Cristo, es Reinar con Él. Nuestra Madre Santa María, que Sirvió a Su Hijo y a San José, nos Ayudará a darnos sin medida ni cálculo» (P. Francisco Fernández Carvajal).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

CONFIANZA EN LA PROMESA



«De la nube salía una Voz que decía: «Este es Mi Hijo Amado, en Quien Me Complazco; escuchadle» (Mt. 17, 5)

«Haz, Señor, que se caliente mi Fe, según la enseñanza de Tu Evangelio, y que no me averguence de Tu Cruz, por la que Redimiste al mundo. Que a Tu ejemplo, no tema padecer, ni desconfíe del Premio Prometido a la perseverancia, pues a través de la fatiga llega el descanso, y a través de la muerte llega la Vida.

Tú, Señor, Asumiste las enfermedades de nuestra naturaleza; si perseveramos en ser Tus discípulos y en darte el Honor que mereces, también nosotros venceremos lo que Tú Venciste y recibiremos que Tú Prometiste» (S. León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia).


Semper Mariam In Cordis Tuo.
PERMANECER CON EL SEÑOR


«Y se Transfiguró delante de ellos: Su rostro se puso brillante como el sol y Sus vestidos se volvieron blancos como la luz» (Mt. 17, 2).

«Este destello de la Gloria Divina transportó a los Apóstoles a una inmensa Felicidad, que hace exclamar a San Pedro: Señor, ¡bueno es permanecer aquí! Hagamos tres tiendas... Pedro quiere alargar aquella situación. Pero, como dirá más adelante el Evangelista, no sabía lo que decía; porque lo Bueno, lo que importa, no es hallarse aquí o allí, sino estar siempre con Jesús, en cualquier parte, y verle detrás de las circunstancias en que nos hallamos. Si estamos con Él, es igual que nos encontremos en medio de los mayores consuelos del mundo, o en la cama de un hospital. Lo que importa es sólo eso: verle y vivir siempre con Él. Es lo único verdaderamente Bueno e importante en esta vida y en la Otra. Si permanecemos con Jesús, estaremos muy cerca de los demás y seremos Felices, sea cual sea nuestro lugar y la situación en que nos encontremos.

Nuestra existencia es un caminar hacia el Cielo, nuestra Morada. Caminar en ocasiones áspero y dificultoso, porque con frecuencia hemos de ir contra corriente y tendremos que luchar con muchos enemigos de dentro de nosotros mismos y de fuera. Pero quiere el Señor confortarnos con la Esperanza del Cielo, de modo especial en los momentos más duros o cuando la flaqueza de nuestra condición se hace más patente: "A la hora de la tentación piensa en el Amor que en el cielo te aguarda: fomenta la virtud de la esperanza, que no es falta de generosidad" (S. Josémaría Escrivá de Balaguer). Nuestra Esperanza, como cristianos, entonces, no es vana, tonta, ni vacía, como el mundo cree o nos quiere hacer creer.

"Los demás amigos, los del mundo, tienen horas que pasan conversando juntos y horas en que están separados; pero entre Dios y nosotros, si queremos, jamás habrá una hora de separación" (S. Alfonso María de Ligorio).

¿No será nuestra vida distinta en esta Cuaresma, y siempre, si actualizáramos más frecuentemente esa Presencia Divina en lo habitual de cada día?» (P. Francisco Fernández Carvajal).

«Buscad Mi rostro.
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas Tu rostro» (Antífona Entrada, Misal Romano).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
PERDONAR

«Para que la petición de Perdón sea eficaz, Jesús ha puesto una condición: «Y Perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden» (Mt 6, 12). El deber para con Dios -pedir Perdón- está vinculado a un deber para con el prójimo -perdonar a los otros-; y es el segundo precisamente el que hace eficaz el cumplimiento del primero. Dios que Se Hizo Salvador de los hombres y que Quiere que todos se Salven (1 Tm 2, 4), está siempre Dispuesto a Conceder el Perdón, pero escucha la oración sólo cuando el hombre ha cumplido su obligación con el hermano deudor». (Fr. Gabriel de Santa Magdalena, Carmelita Descalzo).

«Madre Dulcísima de Jesús, María, acuérdate que Eres también mi Madre. Mi pobre alma Te fue Encomendada por Jesús mismo en la Cruz. Obtenme, pues, Tierna Madre, la Gracia de saber perdonar, como el mismo Señor Perdonó a aquellos que le crucificaron "porque no sabían lo que hacían" (Lc 23, 34). Difícil es para mí, pero "todo lo puedo en Aquel que me Conforta" (Fil 4, 13). Alcánzame, Amabilísima Madre, por los Dolores que Sufriste al ser separada de Tu Divino Hijo, un amor ardiente y fiel a mi Señor y Dios, Jesucristo. Amén».

Semper Mariam In Cordis Tuo.

PERSEVERANCIA


«Si las penas y contradicciones que por causa de Dios y de la Virtud nos vienen son de larga duración, si continúan hasta la muerte, para no desfallecer en la presión de las pruebas necesitamos otra especial Virtud perteneciente a la Fortaleza: la Perseverancia.
María vivía profundamente esta Virtud. Desde Su Inmaculada Concepción hasta la encarnación del Verbo Eterno, Sufrió porque nos veía sin Redención. Bajado a Su seno Puro y Virginal el redentor, Sufrió la persecución por causa de Su Hijo. Muerto Jesús, Sufrió la persecución de la Iglesia recién nacida, y Sufrió todo con igualdad de alma hasta la muerte. Sufrió por nosotros un Martirio espiritual que duró toda su vida, y Se sostuvo con ánimo siempre grande, varonil y heroico.
Examina bien tu conciencia y ve qué haces y cómo te comportas en la prolongación de la tribulación. ¿Vuelves atrás? ¿Aflojas? ¿Reniegas del Bien? No busques esta flor sino en un jardín bien regado y cultivado. ¿Eres constante y lo serías hasta la muerte? Medítalo bien, y si no estás en buena disposición es que te falta esta Virtud. Búscala, pídela, prepárate y presenta esta flor a tu Mística Jardinera diciendo:
Señora, ahí tienes mi ramillete como señal de mi firmeza y constancia en sufrir, y sufrir hasta dar la vida por mi Dios y por ti, mi Reina Celestial. Te prometo, con la Ayuda de la Gracia, perseverar firme en tu servicio hasta la hora de mi muerte. Amén». (B. Francisco Palau, Religioso Carmelita y Fundador).
Alégrate, María, Llena Eres de Gracia, el Señor Es Contigo; Bendita Tú Eres entre todas las mujeres y Bendito Es el Fruto de Tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, Madre mía y Madre del mundo entero, Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Semper Mariam In Cordis Tuo.

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA


«El Señor Jesucristo fue Tentado por el enemigo de las almas en el desierto. En él eras tú tentado. Cristo, en efecto, Tenía de ti la condición humana para Sí mismo, de Sí mismo la Salvación para ti; Tenía de ti la Muerte para Sí mismo, de Sí mismo la Vida para ti; Tenía de ti ultrajes para Sí mismo, de Sí mismo Honores para ti; consiguientemente, Tenía de ti la tentación para Sí mismo, de Sí mismo la Victoria para ti.
Si en Él fuimos tentados, en Él Venceremos al diablo. ¿Te fijas en que Cristo fue Tentado, y no te fijas en que Venció la tentación? Reconócete a ti mismo tentado en Él, y reconócete también a ti mismo Victorioso en Él. Hubiera Podido impedir la acción Tentadora del diablo; pero entonces tú, que estás sujeto a la tentación, no hubieras aprendido de Él a Vencerla». (S. Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia).
«El Señor Está siempre a nuestro lado, en cada tentación, y nos Confia: Yo he Vencido al mundo (Jn 16, 33). Y nosotros nos apoyamos en Él, porque, si no lo hiciéramos, poco conseguiríamos solos: Todo lo puedo en Aquel que me Conforta (Flp 4, 13). El Señor es mi Luz y mi Salvación, ¿a quién temeré? (Sal 26, 1).
Podemos prevenir la tentación con la mortificación constante en el trabajo, al vivir la Caridad, en la guarda de los sentidos internos y externos. Y junto a la mortificación, la oración: Velad y orad para no caer en la tentación (Mt 26, 41). También debemos prevenirla huyendo de las ocasiones de pecar, por pequeñas que sean, pues el que ama el peligro perecerá en él (Eccl 3, 27), y teniendo el tiempo bien ocupado, principalmente cumpliendo bien nuestros deberes profesionales, familiares y sociales.
Para combatir la tentación "habremos de repetir muchas veces y con confianza la petición del Padrenuestro: no nos dejes caer en la tentación, Concédenos la fuerza de permanecer fuertes en ella. Ya que el mismo Señor pone en nuestros labios tal plegaria, bien estará que la repitamos continuamente.
Contamos siempre con la Gracia de Dios para vencer cualquier tentación. Pero no olvides que necesitas de armas para vencer en esta Batalla espiritual. Y que tus armas han de ser éstas: oración continua; la Santísima Eucaristía y el Sacramento de la Penitencia si has caído; un generoso espíritu de cristiana mortificación que te llevará a huir de las ocasiones y evitar el ocio; la humildad del corazón, y una tierna y filial devoción a la Santísima Virgen: Consuelo de los afligidos y Refugio de los pecadores. Vuélvete siempre a Ella confiadamente y dile: ¡Madre mía, Confianza mía!". (P. Francisco Fernández Carvajal).
Semper Mariam In Cordis Tuo.



ES HORA DE VOLVER A DIOS


«Cristo Crucificado Llama a grandes voces. Se dirige a ti con Deseos de verte abrasado en el Amor. Míralo y escúchalo: "¡Considera esto, querido! Yo, el Creador sin límites, he Desposado la carne para Ser capaz de Nacer de Mujer. Yo, Dios, Me he Presentado a los pobres como su Compañero. He Elegido una Madre Humilde. He comido con los publicanos. Los pecadores no Me han inspirado aversión. He Soportado a los perseguidores. He Padecido flagelación y “Me he Humillado hasta la Muerte en la cruz” (Flp 2,8). “¿Qué he debido hacer que no haya Hecho?” (Is 5,4). He abierto Mi costado a la lanza. He dejado traspasar Mis manos y Mis pies. ¿Por qué no miras Mi Cuerpo ensangrentado? ¿Cómo no prestas atención a Mi cabeza inclinada? (Jn 19,30).
He pasado por ser un condenado cualquiera, y ahora, hundido en el Sufrimiento, Muero por ti, para que tú Vivas por Mí. Si te tienes en poco, si no tratas de desembarazarte de las redes de la Muerte, arrepiéntete por lo menos ahora, por respeto a Mí que he Vertido el bálsamo Precioso de Mi propia Sangre. Mírame a punto de Morir, y detente en la pendiente del pecado. Sí, deja de pecar: ¡me has Costado tanto!
Acércate, rodea Mi cuello: te ofrezco Mi Beso. Te he Adquirido como lo que Me toca en Herencia, de forma que no seas poseído por nadie más. Entrégate totalmente a Mí que Me Entregué Totalmente por ti"». (Fr. Richard Rolle, Cisterciense).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
EXAMEN DE CONCIENCIA


Ya comienza el Tiempo Cuaresmal, por lo que te invito a descargar este Examen de conciencia, cuyas oraciones y cuestionario se organizaron siguiendo los Ejercicios de S. Ignacio de Loyola. Preparemos nuestra alma para recibir gozosos a Jesús Resucitado.
El enlace es propio, así que por lo mismo, gratuito.
Dios te Bendiga. Ruega también para mí la Misericordia y el Perdón de mis pecados.
Semper Mariam In Cordis Tuo.

MIÉRCOLES DE CENIZA

No tengamos de Dios una idea equivocada.

«¿Hasta cuándo esperas decidirte a obedecer a Cristo que te Llama a Su Reino Celestial? ¿No te vas a purificar? ¿No vas a dejar de una vez este género de vida que llevas para seguir a fondo el Evangelio?... Pretendes desear el Reinado de Dios, pero sin preocuparte demasiado por los medios a emplear para conseguirlo. 

Aún más, por la vanidad de tu espíritu, sin preocuparte lo más mínimo por observar los Mandamientos del Señor, crees ser digno de recibir las mismas Recompensas que aquellos que han resistido al pecado hasta la muerte. ¿Quién ha vendimiado sin haber plantado y cultivado la viña? Los frutos son para los que han trabajado; las Recompensas y las Coronas para los que han vencido. ¿Es que alguna vez alguien ha coronado a un atleta sin que éste ni tan sólo se haya revestido para combatir con el adversario? Y, por consiguiente, no sólo es necesario vencer sino también “luchar según las reglas”, como lo dice el Apóstol Pablo (2 Tim 2,5), es decir, según los Mandamientos que nos han sido Dados… 

Dios Es Bueno, pero también Es Justo…:”El Señor Ama la Justicia y el Derecho” (Sal 32,5); por eso “Señor voy a cantar la Bondad y la Justicia (Sal 100, 1)… Fíjate con qué Discernimiento el Señor Usa de la Bondad. No Es Misericordioso sin más ni más, no Juzga sin Piedad, porque “el Señor Es Benigno y Justo” (Sal 114,5). No tengamos, pues, de Dios una idea equivocada; Su Amor por los hombres no debe ser para nosotros pretexto de negligencia». (S. Basilio Magno, Obispo y Doctor de la Iglesia)

Semper Mariam In Cordis Tuo.