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«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
SAN JOSÉ, RUEGA POR NOSOTROS


«Al comienzo de su peregrinación en Fe, la Fe de María se encuentra con la Fe de José. Si Isabel había dicho de la Madre del Redentor: “Dichosa Tú que has Creído” (Lc 1,45), en un cierto sentido se puede también atribuir esta Bienaventuranza a José, porque él respondió afirmativamente a la Palabra del Señor cuando le fue Anunciada en este momento decisivo. José, es cierto, no respondió al Anuncio del ángel como María, pero él “hizo lo que el Ángel le había dicho: llevársela como Esposa”. Lo cual es pura “Obediencia a la Fe” (Rm 1,5). 

Se puede decir que lo que hizo José le unió, de manera muy especial, a la Fe de María; aceptó como una Verdad venida de Dios lo que Ella había Aceptado ya en el momento de la Anunciación. El concilio Vaticano II dice: “Por la Fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios, le ofrece  el homenaje total de su entendimiento y voluntad, asintiendo libremente a lo que Dios Revela" (Dei Verbum, 5). Esta frase, que toca a la esencia misma de la Fe, se aplica perfectamente a José de Nazaret. 

Así él llega a ser, de manera singular, el depositario del Misterio “escondido desde los siglos en Dios” (Ef 3,9), de la misma manera que María lo es en este momento decisivo llamado por el Apóstol Pablo “la Plenitud de los tiempos”, cuando “Dios Envió a Su Hijo, Hecho de una Mujer… para Rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por Adopción” (Gal 4,4-5)… José es, con María, el primer depositario de este Misterio Divino… Teniendo ante los ojos el Texto de los dos Evangelistas Mateo y Lucas, se puede igualmente decir que José es el primero en participar de la Fe de la Madre de Dios y que así sostiene Su Esposa en la Fe de la Anunciación Divina; Dios lo puso el primero en el camino de la peregrinación en la Fe de María… El camino personal de José, su peregrinación en la Fe, se concluirá primero…pero, el camino de la Fe de José sigue la  misma dirección» 
(S. Juan Pablo II, Redemptoris Custos, n. 4).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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