Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA


«El Señor Jesucristo fue Tentado por el enemigo de las almas en el desierto. En él eras tú tentado. Cristo, en efecto, Tenía de ti la condición humana para Sí mismo, de Sí mismo la Salvación para ti; Tenía de ti la Muerte para Sí mismo, de Sí mismo la Vida para ti; Tenía de ti ultrajes para Sí mismo, de Sí mismo Honores para ti; consiguientemente, Tenía de ti la tentación para Sí mismo, de Sí mismo la Victoria para ti.
Si en Él fuimos tentados, en Él Venceremos al diablo. ¿Te fijas en que Cristo fue Tentado, y no te fijas en que Venció la tentación? Reconócete a ti mismo tentado en Él, y reconócete también a ti mismo Victorioso en Él. Hubiera Podido impedir la acción Tentadora del diablo; pero entonces tú, que estás sujeto a la tentación, no hubieras aprendido de Él a Vencerla». (S. Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia).
«El Señor Está siempre a nuestro lado, en cada tentación, y nos Confia: Yo he Vencido al mundo (Jn 16, 33). Y nosotros nos apoyamos en Él, porque, si no lo hiciéramos, poco conseguiríamos solos: Todo lo puedo en Aquel que me Conforta (Flp 4, 13). El Señor es mi Luz y mi Salvación, ¿a quién temeré? (Sal 26, 1).
Podemos prevenir la tentación con la mortificación constante en el trabajo, al vivir la Caridad, en la guarda de los sentidos internos y externos. Y junto a la mortificación, la oración: Velad y orad para no caer en la tentación (Mt 26, 41). También debemos prevenirla huyendo de las ocasiones de pecar, por pequeñas que sean, pues el que ama el peligro perecerá en él (Eccl 3, 27), y teniendo el tiempo bien ocupado, principalmente cumpliendo bien nuestros deberes profesionales, familiares y sociales.
Para combatir la tentación "habremos de repetir muchas veces y con confianza la petición del Padrenuestro: no nos dejes caer en la tentación, Concédenos la fuerza de permanecer fuertes en ella. Ya que el mismo Señor pone en nuestros labios tal plegaria, bien estará que la repitamos continuamente.
Contamos siempre con la Gracia de Dios para vencer cualquier tentación. Pero no olvides que necesitas de armas para vencer en esta Batalla espiritual. Y que tus armas han de ser éstas: oración continua; la Santísima Eucaristía y el Sacramento de la Penitencia si has caído; un generoso espíritu de cristiana mortificación que te llevará a huir de las ocasiones y evitar el ocio; la humildad del corazón, y una tierna y filial devoción a la Santísima Virgen: Consuelo de los afligidos y Refugio de los pecadores. Vuélvete siempre a Ella confiadamente y dile: ¡Madre mía, Confianza mía!". (P. Francisco Fernández Carvajal).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

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