Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
AUXILIO DE LOS CRISTIANO, 
RUEGA POR NOSOTROS


«María nuestra Santa Madre, Quiere la realidad no las apariencias. Camina con los pies en la tierra pero teniendo la mirada y el corazón en el Cielo.
Allí nos quedaremos gratamente sorprendidos al conocer todo lo que María Auxiliadora ha Hecho por nosotros en la tierra.
No gastes tu tiempo, haz el Bien, hazlo sin medidas, piensa siempre en el amor a María y no te arrepentirás nunca de lo que has hecho. Cada momento es un tesoro.

La Virgen Quiere que la honremos con el Título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos Ayude a conservar y a defender la Fe cristiana» (S. Juan Bosco, Pbro y Fundador).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

¿AMAS?



«La Caridad: amor de Dios.
¿Qué cosa es el amor? Busquemos en el Jardín de Dios esta fragantísima y hermosísima Flor.
El Amor está en Dios como un fuego inmenso. Dios Es el propio Amor. Con el Amor con que el Padre Ama al Hijo, el Hijo nos Ama a nosotros, y con este mismo amor nosotros hemos de corresponderle.
Hemos de amar a Dios porque Es Infinitamente Amable…y todo cuanto se ama sin Dios, fuera de Dios, sin respeto a Dios y contra Dios, es un amor impuro.
La Bondad Suma de Dios y Su inmensa Belleza atrae, eleva y roba todos los afectos de corazón humano con la suavísima fragancia de Sus Infinitas Perfecciones y Atributos.
María, Asistida por la Gracia y dones del Espíritu santo desde Su Inmaculada Concepción, Amó con tal intensidad a Dios, que atrajo a Su seno Virginal con la fragancia suave y Pura de esta Flor mística, al mismo Hijo de Dios, y el Hijo del Eterno no vaciló, aunque era Criatura, en Tomarla por Madre.
Nuestro corazón está fabricado para amar, y para amar un Objeto Infinito, Inmenso y Eterno, que reúne en Sí, cuantas Perfecciones puede concebir nuestro débil entendimiento.
El amor de Dios, ¿está en el jardín de tu alma?
Busca bien en este rosal: ¿está en ti?
Mira bien…Si no lo hallas, aún tienes tiempo: marcha a María, tu Jardinera, y dile que lo Plante, lo Riegue y lo Cuide.
¿Amas? ¿Qué amas?
Donde está el amor, está el corazón; donde está el corazón está toda la plenitud y fuerza de tus afectos; donde están estos, está tu alma toda, tus pensamientos, tus potencias y sentidos (Mt. 6, 21).
¿Amas a Dios de todo corazón? Mira que sin este amor no puedes entrar al Cielo.
Ahora presentemos nuestra rosa a María
Señora: recibe en Tus manos un ramillete de rosas, es mi regalo para Ti. Es mi amor para con Dios mi Señor.
Desde hoy, postrado a Tus pies, prometo, sí, lo tengo resuelto, amar con todos mis afectos a Dios. Yo me complazco en que Dios Sea Quien Es…Sin Él, y fuera de Él, nada quiero amar.
Quiero lo que Dios quiere; aborrezco lo que Dios Aborrece; la Voluntad de Dios será mi voluntad. Así lo propongo, y con la Divina Gracia, y Tu Asistencia, Madre querida, así será. Amén» (B. Francisco Palau, Religioso Carmelita y Fundador).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
JESÚS, SUMO PONTÍFICE

“Teniendo, pues, tal Sumo Sacerdote que Penetró los Cielos –Jesús, el Hijo de Dios- mantengamos firme la Fe que profesamos. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al Trono de Gracia, a fin de alcanzar Misericordia y hallar Gracia para una Ayuda oportuna” (Hb 4, 14-16).

“Dos cosas pide aquí el Apóstol S. Pablo: Fe y confianza; adhesión inquebrantable a la Palabra de Dios y anchura de corazón para llegarse con seguridad al Trono de Gracia; Fe  y Confianza, que estriban en el Sacerdocio de Jesús. Él se presenta a nuestra Fe como gran Pontífice, que Entra, no en el santuario de un tabernáculo o templo material, sino en lo más Alto y Santo de los Cielos. Pero tan Excelsa Majestad no encoje ni aterra nuestro corazón. Jesús, Probado y Experimentado en todo trabajo, Sabe muy bien qué es el Dolor y Conoce muy bien nuestra debilidad, para Compadecerse de nuestras flaquezas y miserias.

Con tal Pontífice, tan Poderoso y Compasivo, bien podemos acercarnos al Trono de Dios, que será para nosotros Trono de Gracia, pues en este Trono, a la Diestra del Padre, Está sentado nuestro Sumo Pontífice, que Alcanzará para nosotros Gracia y Misericordia y el Auxilio del Señor en tiempo de necesidad”  (P. José María Bover, Jesuita). 

Semper Mariam In Cordis Tuo.
LA BÚSQUEDA DE DIOS

"Yahveh, la parte de mi Herencia...mi Heredad es preciosa para mí" (Sal. 15, 5.6).

"Conservémonos fieles a la búsqueda de Dios. Ciertamente no lograremos realizar este ideal en un día; no lo alcanzaremos sin trabajos y sufrimientos, porque la pureza de afectos, el desasimiento absoluto, pleno y constante que Dios nos exige antes de Dársenos Perfectamente, no se adquiere sino a costa de una gran generosidad. Pero si nos entregamos por completo a Dios, sin segundas intenciones, sin regateos de ningún género, estemos seguros de que Él Recompensará nuestros esfuerzos, y su Perfecta posesión hallaremos nuestra Felicidad. "Si (el alma) persevera, no se niega Dios a nadie" (Sta. Teresa).

Cuando uno se ha resuelto, lo único que cuesta es el primer paso, pues, desde el momento en que nuestro amado Señor Ve la buena voluntad, Él Hace lo demás.

"Todas las cosas las tengo por basura para ganar a Cristo" (Fil. 3, 8).

Realmente sería una insensatez dejar el Todo por la parte: El Amor de Jesús es el Todo; lo demás, piénsese como se quiera, es algo menospreciable y no digno de nuestro amor si se equipara con nuestro único Tesoro. Mi voluntad, mi entendimiento serán duramente probados, pero no importa, con la Gracia de Dios, no dejaré por ello el solo Bien, mi Divino Jesús, o por mejor decir, Él no me Dejará a mí" (B. Columba Marmión, Benedictino).


Semper Mariam In Cordis Tuo.
SOBERANA DEL CIELO


«Soberana del Cielo, Blanca Paloma de la Santísima Trinidad que Te adornas con el plumaje de los Dones del Espíritu Santo y que Plenitud de Gracia eres el Deleite de Tu Creador; así como preparaste las almas de los tres pastorcitos para que fueran dignas de recibir tan Majestuosa Reina, prepárame con un amor limpio y ardiente, a fin de que ame a Dios con todo mi ser, según lo Espera de todas Sus criaturas Hechas a Su Imagen y Semejanza.

Acompáñame al rezo del Santo Rosario, pues no hay lugar más Bello y Santo que Tu regazo. Tú Guardas en Tu Corazón los Secretos del Redentor, y por eso quiero orar y reposar al arrullo de los latidos de Tu Corazón Maternal, pues Contigo quiero ser corredentor (corredentora) y mitigar en algo el Dolor infringido por el pecado a los Sagrados Corazones.

Hermosa Mensajera del Amor y de la Paz: Eleva constante Tus Plegarias al Altísimo en favor de Tus hijos tan desvalidos de la Verdad y tan heridos por el pecado. Tú que nos Recomendaste hacer lo que Él nos Diga, Asísteme Amorosa y ferviente para que todos mis propósitos, afectos e inspiraciones, estén encaminados únicamente al Beneplácito de Su Divino Querer. Amén». (P. Guillermo Cardona).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

PERMANECER EN LA VERDAD

"Todo el que se extravía y no permanece en la  Doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece  en la Doctrina tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no lleva esa Doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis" (2 Jn. 1, 9-10).

El error es tan engañoso, que el Apóstol exhorta a los fieles a mantenerse en guardia para no dejarse arrastrar por él. Porque en caso contrario, perderían lo que han ganado con tanto trabajo (v. 8).

La vida del cristiano supone trabajo y renuncia, que delante de Dios le merecerán un gran galardón: "El segador recibe el salario, y recoge Fruto para Vida Eterna" (Jn. 4, 36). Los cristianos que permanezcan fieles hasta el final en la Fe recibida de los Apóstoles y no sacrifiquen absolutamente nada de ella, obtendrán una Recompensa Plena. Por el  contrario, el que se deja llevar por el error habrá trabajado en vano: "¿Tan insensatos sois? Comenzando por espíritu, ¿termináis ahora en carne? ¿Habéis pasado en vano por tales experiencias? Pues bien en vano sería" (Gal. 3, 4). "Os recuerdo el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual os mantenéis firmes, por el cual también sois Salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué...Si no, habéis creído en vano" (1 Cor. 15, 2). "Todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os Aseguro que no perderá su Recompensa" (Mt. 10, 42). "Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa" (Mc. 9, 41).

El Galardón Prometido es la Vida Eterna, que Dios ha Prometido a los que le sean fieles: "Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el Alimento que Permanece para Vida Eterna, el que os dará el Hijo del Hombre..." (Jn. 6, 27). "Esta es la Promesa que Él mismo os Hizo: la Vida Eterna" (1 Jn. 2, 25). Si la Vida Eterna es llamada Galardón, Recompensa, esto significa que los Justos, por medio de las obras Buenas hechas en Gracia, la pueden realmente merecer.


Ante todo, es necesario permanecer en la Doctrina Ortodoxa, es decir, en la Enseñanza dada por los Apóstoles, Depositada y enseñada por el Magisterio de Iglesia.  Cuando se pretende poseer -como hacían los seudoprofetas- una revelación más perfecta, una gnosis más sublime, con el propósito de apartarse de la Enseñanza de la Iglesia, se demuestra que no se tiene a Dios, que no se permanece en la Comunión vital con Dios. La Doctrina de Cristo (v. 9) es la que Jesús Predicó y Confió a los Apóstoles. El que permanece en la Doctrina, ese tiene al Padre y al Hijo, o sea, está en Comunión vital con el Padre y el Hijo: "Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre" (1 Jn. 2, 24).

«Señor Dios, que en Tu Admirable Providencia Dispusiste que el Reino de Cristo se extendiera por todo el mundo y que todos los hombres fueran hechos partícipes de la Redención Salvadora, Concédele a Tu Iglesia ser Sacramento Universal de Salvación, y que a todos los hombres les sea Anunciado Tu Hijo como el Salvador de los pueblos y la esperanza de las naciones.

Por Jesucristo, Tu Hijo, que Vive y Reina en la Unidad del Espíritu Santo, y Es Dios, por los siglos de los siglos. Amén» (Misal Romano).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
ESPERAR CONTRA TODA ESPERANZA


«Esperando contra toda esperanza» ¿no es una magnífica definición del cristiano? 

Todos nosotros somos miembros de los pueblos que Dios ha dado como descendencia a Abrahán. Cada una y cada uno de nosotros ha sido Pensado, Querido y Amado por Dios. Todos y cada uno de nosotros tiene su papel en el Plan de Dios, Padre, e Hijo y Espíritu Santo.

No os dejéis fascinar por falsas glorias y falsos ideales. Creed, sí, seguid creyendo que Dios, Padre, e Hijo y Espíritu Santo, es el Único que os Ama como esperáis, que es el Único que Puede llenaros, que Puede dar la estabilidad a vuestras vidas. Cristo es el Único Camino de Vida.

Si os asalta el desánimo, pensad en la Fe de San José; si os invade la inquietud, pensad en la Esperanza de San José, descendiente de Abrahán, que Esperaba contra toda esperanza; si el desgano o el odio os embarga, pensad en el Amor de José, que fue el primer hombre que descubrió el Rostro Humano de Dios en la Persona del Niño, Concebido por Obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María. 

Bendigamos a Cristo por haberse hecho tan cercano a nosotros y démosle gracias por habernos dado a San José como ejemplo y modelo de Amor a Él». (Benedicto XVI, 19-3-2009).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

CONCÉDEME, SEÑOR, 
QUE CONOZCA LO QUE DE MÍ QUIERES


«Oh, Santísimo Jesús, que aquí Eres Verdaderamente Dios Escondido; Concédeme que conozca lo que de mí Quieres y que lo cumpla como es menester y conviene a mi alma.

Dame, oh Dios mío, levantar a Ti mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a Tu servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Ti con devoción.

Dame, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Ti; Dame un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe; Dame un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante; Dame un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine. 

Otórgame, oh Señor Dios mío, Entendimiento que Te conozca, diligencia que Te busque, Sabiduría que Te halle, comportamiento que Te agrade, Perseverancia que confiadamente Te espere, y Esperanza que, finalmente, Te abrace. Dame que me aflija con Tus Penas aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de Tus Beneficios por Gracia, y en la Patria Goce de Tus Alegrías por Gloria. Señor que Vives y Reinas, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén» (Sto Tomás de Aquino, Pbro y Doctor de la Iglesia).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

FUE A UN LUGAR SOLITARIO A ORAR


«Jesús no se limitó a Enseñarnos a orar de palabra sino también con el Ejemplo. Le vemos a menudo en oración. Nos da Ejemplo para que le sigamos. Está escrito: “Se fue a un lugar solitario” Y en otro lugar: “Se fue a la montaña a orar y pasó toda la noche en oración” (Lc 6,12) Si Él, que era sin pecado, Oraba sin cesar, con más razón los pecadores debemos orar. Si pasaba la noche en oración, con más razón nosotros debemos velar y orar sin cesar. 

     El Señor Oraba e Intercedía no por Él mismo -¿por qué falta debería implorar el perdón aquel que Es El Inocente? – sino por nuestros pecados. Lo manifiesta bien a las claras cuando Dice a Pedro: “...Satán ha solicitado el poder cribaros como trigo. Pero Yo he Rogado por ti, para que tu Fe no desfallezca” (Lc 22,31) Más tarde Intercedió ante el Padre a Favor de todos nosotros, cuando Dijo: “No Te Pido sólo por ellos sino por todos los que, gracias a su palabra, creerán en Mí, para que todos sean Uno, como Tú, Padre, Estás en Mí y Yo en Ti” (Jn 17,20-21).

No se contentó con Rescatarnos del pecado por Su Sangre, sino que ha Querido Orar por nosotros. ¡Qué Grande es la Bondad y la Misericordia de Dios en Favor de nuestra Salvación!» (S. Cipriano, Obispo y Mártir).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

YO QUIERO CREER EN TI


«Señor Jesús, yo creo; yo quiero creer en Ti.

Señor, Haz que mi Fe sea plena, sin reservas, y que penetre en mi pensamiento, en mi modo de juzgar las Cosas Divinas y las cosas humanas.
Señor, Haz que mi Fe sea libre; es decir, que tenga el concurso personal de mi adhesión, acepte las renuncias y los deberes que impone .

Señor, Haz que mi Fe sea fuerte. Que no tema la contradicción de los problemas cuando es plena la experiencia de nuestra vida ávida de Luz. Que no tema la oposición de quien la discute, la impugna, la rechaza, la niega; sino que se refuerce en la prueba íntima de Tu Verdad y que resista la fatiga de la crítica.

Señor, Haz que mi Fe sea Humilde y no presuma fundarse en la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento, sino que se rinda al Testimonio del Espíritu Santo y no tenga garantía mayor que la docilidad a la Tradición y a la autoridad del Magisterio de la Santa Iglesia

Señor, Haz que mi Fe sea gozosa y dé a mi espíritu paz y alegría. Que lo habilite para la oración con Dios y para la conversación con los hombres, de manera que en el coloquio Sagrado y en el profano irradie la felicidad interior de su posesión
Señor, Haz que mi Fe sea operante, de manera que sea verdadera Amistad Contigo y continua búsqueda Tuya, continuo Testimonio, alimento continuo de Esperanza, en las obras, en los sufrimientos, en la Espera de la Revelación Final» (B. Pablo VI, Papa)

LA FE


«Esto es la Fe: rendirse a Dios, pero transformando la propia vida. Cosa no siempre fácil. San Agustín ha narrado la trayectoria de su Fe; especialmente las últimas semanas fue algo terrible; al leerlo casi se siente cómo su alma se estremece y se retuerce en luchas interiores. De este lado, Dios que lo Llama e insiste; y de aquel, las antiguas costumbres, «viejas amigas—escribe él— que me tiraban suavemente del vestido de carne y me decían: “Agustín, pero ¿cómo?, ¿abandonarnos tú? Mira que ya no podrás hacer esto, ni podrás hacer aquello y, ¡para siempre!”». ¡Qué difícil! «Me encontraba en la situación de uno que está en la cama por la mañana. Le dicen: “¡Fuera, levántate, Agustín!”. Yo, en cambio, decía: “Sí, más tarde, un poquito más todavía”. Al fin, el Señor me dio un buen empujón y salí». 

Ahí está, no hay que decir: Sí, pero...; sí, luego. Hay que decir: Sí, enseguida, Señor. Esta es la Fe. Responder con generosidad al Señor. Pero, ¿quién dice este sí? El que es Humilde y se fía enteramente de Dios» (Papa Juan Pablo I, 13-9-78).

«Que la Gracia de la Comunión nos Transforme, Señor, tan plenamente, que no sea ya nuestro egoísmo, sino Tu Amor, el que impulse, de ahora en adelante, nuestra vida.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén» (Misal Romano).

Semper Mariam In Cordis Tuo.



POR GRACIA HEMOS SIDO SALVADOS


«Ha Nacido nuestro Salvador: alegrémonos. No puede haber lugar para la tristeza cuando acaba de Nacer la Vida; la misma que acaba con el temor de la mortalidad, y nos infunde la Alegría de la Eternidad Prometida. Nadie tiene por qué sentirse alejado de la participación de semejante Gozo, a todos es común la razón para el Júbilo: porque nuestro Señor, Destructor del pecado y de la Muerte, ha Venido para Liberarnos a todos. Que se Alegre el Santo, puesto que se acerca a la Victoria. Alégrese el pecador, puesto que se le Invita al Perdón. Ya que, al cumplirse la Plenitud de los tiempos, Establecidos por los Inescrutables y Supremos Designios Divinos, Asumió la naturaleza del género humano para Reconciliarla con su Creador.
Se Hizo Hombre para Liberar al hombre de una Muerte Eterna. Se Abajó hasta Tomar nuestra pobre condición sin que disminuyera Su Majestad.
Demos, pues, gracias a Dios, hermanos muy amados, a Dios Padre, por Su Hijo, en el Espíritu Santo. Porque en Su gran Misericordia y Amor hacia nosotros, Se Compadeció de nosotros. En Cristo nos ha Devuelto la Vida». (S. León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

MADRE DE LA IGLESIA 
Y MADRE NUESTRA


«El 21 de noviembre de 1964, (el Beato) Pablo VI atribuyó solemnemente a María el título de "Madre de la Iglesia".
Precisamente por ser Madre de la Iglesia, la Virgen es también Madre de cada uno de nosotros, que somos miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Desde la Cruz Jesús Encomendó a Su Madre a cada uno de Sus discípulos y, al mismo tiempo, Encomendó a cada uno de Sus discípulos al Amor de Su Madre. El Evangelista San Juan concluye el breve y sugestivo Relato con las palabras: "Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa" (Jn 19, 27): la acogió en su propia realidad, en su propio ser. Así forma parte de su vida y las dos vidas se compenetran. Este "aceptarla en la propia vida" es el Testamento del Señor.
Por tanto, en el Momento supremo del Cumplimiento de la Misión Mesiánica, Jesús deja a cada uno de Sus discípulos, como Herencia Preciosa, a Su misma Madre, la Virgen María.
Queridos hermanos y hermanas, en estos primeros días del año se nos invita a considerar atentamente la importancia de la Presencia de María en nuestra existencia personal. Encomendémonos a Ella, para que Guíe nuestros pasos en este nuevo período de tiempo que el Señor nos Concede vivir, y nos Ayude a ser auténticos amigos de Su Hijo, y así también valientes artífices de Su Reino en el mundo, Reino de Luz y de Verdad». (1-1-2008).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS


GRATITUD


«La gratitud: esta Virtud es una buena disposición de ánimo que nos mueve a dar muestras de agrado y de reconocimiento a todos aquellos de quien recibimos un favor.
Debemos gratitud a Dios, a Su Santísima Madre, a nuestros padres, a nuestros maestros y a todos los demás que nos favorecen en lo espiritual y en lo material.
En varias ocasiones Dio María gracias a Dios en nombre nuestro, de un modo muy especial y Eficaz: Sintió en Sus entrañas Purísimas a Dios Redentor, y vio en la Encarnación el mundo Redimido; cuando le vio Nacido, y cuando al pie de la Cruz vio acabada la Obra de la Redención. Y en nombre Propio por Su Inmaculada Concepción y por Su Elección como Madre de Dios.
Fue Agradecida a Sus padres, a Sus Sacerdotes en el Templo, y a San José mientras vivió con él.
¿Piensas en los Beneficios que continuamente estás recibiendo de Dios? ¿Los conoces? ¿Los meditas? Te ha Creado, te ha Redimido, te Ofrece Su Amor, Su Gracia y los Dones del Espíritu Santo, te Promete la gloria, te Da la vida, la respiración y el movimiento. Y cuanto tienes de Bueno.
Por estos Favores, ¿qué Le dices? ¿Lo bendices, le das las gracias y te presentas agradecido?
Si con Dios eres ingrato, un ingrato merece se le retiren los favores. Mira bien cómo está en tu alma esta Virtud.
Preséntate a María y dile:
Yo propongo, yo me resuelvo, a ser agradecido a Dios y a Ti, Madre querida. A Dios, por los Beneficios de la Creación, de la Redención, de la Vocación y de la diaria Bondad con que me Cuida cada día. Y a Ti, por haberte Dignado Tomarme como hijo Tuyo. Acepta mis propósitos, y Haz, con Tu Auxilio, que sean Eficaces. Amén» (B. Francisco Palau, Religioso Carmelita y Fundador).
Alégrate, María, Llena Eres de Gracia, el Señor Es Contigo; Bendita Tú Eres entre todas las mujeres y Bendito Es el Fruto de Tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, Madre mía y Madre del mundo entero, Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Semper Mariam In Cordis Tuo.