Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
PERMANECER EN LA VERDAD

"Todo el que se extravía y no permanece en la  Doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece  en la Doctrina tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no lleva esa Doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis" (2 Jn. 1, 9-10).

El error es tan engañoso, que el Apóstol exhorta a los fieles a mantenerse en guardia para no dejarse arrastrar por él. Porque en caso contrario, perderían lo que han ganado con tanto trabajo (v. 8).

La vida del cristiano supone trabajo y renuncia, que delante de Dios le merecerán un gran galardón: "El segador recibe el salario, y recoge Fruto para Vida Eterna" (Jn. 4, 36). Los cristianos que permanezcan fieles hasta el final en la Fe recibida de los Apóstoles y no sacrifiquen absolutamente nada de ella, obtendrán una Recompensa Plena. Por el  contrario, el que se deja llevar por el error habrá trabajado en vano: "¿Tan insensatos sois? Comenzando por espíritu, ¿termináis ahora en carne? ¿Habéis pasado en vano por tales experiencias? Pues bien en vano sería" (Gal. 3, 4). "Os recuerdo el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual os mantenéis firmes, por el cual también sois Salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué...Si no, habéis creído en vano" (1 Cor. 15, 2). "Todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os Aseguro que no perderá su Recompensa" (Mt. 10, 42). "Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa" (Mc. 9, 41).

El Galardón Prometido es la Vida Eterna, que Dios ha Prometido a los que le sean fieles: "Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el Alimento que Permanece para Vida Eterna, el que os dará el Hijo del Hombre..." (Jn. 6, 27). "Esta es la Promesa que Él mismo os Hizo: la Vida Eterna" (1 Jn. 2, 25). Si la Vida Eterna es llamada Galardón, Recompensa, esto significa que los Justos, por medio de las obras Buenas hechas en Gracia, la pueden realmente merecer.


Ante todo, es necesario permanecer en la Doctrina Ortodoxa, es decir, en la Enseñanza dada por los Apóstoles, Depositada y enseñada por el Magisterio de Iglesia.  Cuando se pretende poseer -como hacían los seudoprofetas- una revelación más perfecta, una gnosis más sublime, con el propósito de apartarse de la Enseñanza de la Iglesia, se demuestra que no se tiene a Dios, que no se permanece en la Comunión vital con Dios. La Doctrina de Cristo (v. 9) es la que Jesús Predicó y Confió a los Apóstoles. El que permanece en la Doctrina, ese tiene al Padre y al Hijo, o sea, está en Comunión vital con el Padre y el Hijo: "Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre" (1 Jn. 2, 24).

«Señor Dios, que en Tu Admirable Providencia Dispusiste que el Reino de Cristo se extendiera por todo el mundo y que todos los hombres fueran hechos partícipes de la Redención Salvadora, Concédele a Tu Iglesia ser Sacramento Universal de Salvación, y que a todos los hombres les sea Anunciado Tu Hijo como el Salvador de los pueblos y la esperanza de las naciones.

Por Jesucristo, Tu Hijo, que Vive y Reina en la Unidad del Espíritu Santo, y Es Dios, por los siglos de los siglos. Amén» (Misal Romano).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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