Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
BABILONIA Y JERUSALÉN

  «Hay dos ciudades: una se llama Babilonia, la otra Jerusalén. El nombre de Babilonia significa «confusión»; Jerusalén significa «visión de Paz». Mira bien a la ciudad de confusión para mejor conocer la visión de paz; soporta la primera, aspira a la segunda.

     ¿Qué es lo que nos permite distinguir a estas dos ciudades? ¿Podemos ahora separar la una de la otra? Están mezcladas una en la otra, desde el amanecer del género humano, se encaminan hacia el fin de los tiempos. Jerusalén nació con Abel, Babilonia con Caín... La materialidad de las dos ciudades se construyó más tarde, pero representan simbólicamente a las dos ciudades inmateriales cuyos orígenes remontan el comienzo de los tiempos y que deben durar hasta la Consumación de los siglos. Entonces el Señor las Separará, cuando ponga a unos a Su derecha y a los otros a Su izquierda (Mt 25,33)...

     Pero ya ahora hay alguna cosa que distingue a los ciudadanos de Jerusalén de los de Babilonia: son dos amores. El amor de Dios hace Jerusalén; el amor del mundo hace Babilonia. Pregúntate  qué es lo que amas y sabrás de dónde eres. Si te encuentras con que eres ciudadano de Babilonia, arranca de tu vida la codicia, planta en ella la Caridad; si te encuentras con que eres ciudadano de Jerusalén, soporta pacientemente la cautividad, esperad tu Liberación. En efecto, muchos de los ciudadanos de nuestra madre Jerusalén (Gal 4,26) primero habían sido cautivos de Babilonia...

     ¿Cómo despertar en nosotros el amor a la Jerusalén, nuestra Patria, de la que el largo exilio nos ha hecho perder el recuerdo? Es el Padre, Él mismo, Quien desde Allá nos Escribe y con Sus Cartas, que son las Santas Escrituras, enciende de nuevo en nosotros la nostalgia del retorno» (S. Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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