Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
¿ME AMA DIOS CÓMO SOY?

«Yo os aseguro: Si no cambiáis y os hacéis cómo niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt. 18, 3)
Es habitual escuchar la frase "Dios nos ama como somos". Y es cierto, Dios nos Ama: te Ama a ti y también me Ama a mí.
«Dios Es Amor» (1 Jn 4,8), y para que no quede duda de la delicadeza de ese Amor, Él mismo Declara que «Sus Delicias están con los hijos de los hombres» (Prov. 8, 31). Y en otro lugar, lo especifica aún más: «...los Santos que están en la tierra, ellos son los nobles en quienes está toda Mi Delicia» (Sal 16, 3). Queda clara, entonces, la primera parte de la frase, "Dios nos Ama".
¿Pero qué pasa con la segunda parte, con aquella que asegura que nos ama "cómo" somos? Quizá parezca ser sólo una cuestión de semántica sin importancia, pero verás que no lo es. Y el Evangelio de este día nos lo demuestra. No es correcto decir que Dios me Ama cómo soy. Porque si así fuera, ¿a qué tantas y tantas invitaciones de Dios a través de Su Palabra para que cambiemos de forma de ver este mundo, de vivir en él?
Cuaresma comienza cada Año Litúrgico recordando el Mandato del Señor: «Conviértete y cree en el Evangelio» (Mc. 1, 15).
«De Él (de nuestro Señor), escribe el Apóstol Pablo, aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia, para Renovarse en lo más íntimo de su espíritu y Revestirse del hombre Nuevo, Creado a Imagen de Dios en la Justicia y en la verdadera Santidad» (Ef. 4, 22-24). Y en otro lugar escribe: «Transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la Voluntad de Dios: lo que es Bueno, lo que le Agrada, lo Perfecto» (Rom. 12, 2).
Y la de hoy es absoluta, sea que nos guste o que no, pues de ese cambio depende nuestra entrada al Reino de los Cielos, es decir, la Salvación de nuestra alma.
«No tengamos, pues, de Dios una idea equivocada, escribe S. Basilio (Doctor de la Iglesia); Su Amor por los hombres no debe ser para nosotros pretexto de negligencia». Dios no nos Ama cómo somos, sino a pesar de cómo somos. Dios me Ama a pesar de mis pecados, y porque me Ama, me Concede tiempo: «Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como la púrpura y rojos como escarlata, si os Convertís a Mí de todo corazón y decís “Padre”, os Escucharé como a Mi Pueblo Santo” (Ez. 18, 23).
Me ama a pesar de mis abandonos, a pesar de mis olvidos y aún, a pesar de mis desprecios. Me Ama, no "cómo soy", sino a pesar de cómo soy. Y porque me Ama, no se cansa de avisarme y de invitarme a volver a Él, una y otra vez mientras dura mi camino por este Destierro.
«Queriendo, pues el Señor, que todos los que Él Ama tengan parte en la Conversión, lo Confirmó con Su Omnipotente Voluntad. Obedezcamos, por tanto, a Su Magnifico y Glorioso Designio, e implorando con súplicas Su Misericordia y Benignidad recurramos a Su Benevolencia y Convirtámonos, dejadas a un lado las vanas obras, las contiendas y la envidia, que conduce a la Muerte» (S. Clemente Romano, Papa y Doctor de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

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