Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
SEMBRANDO GOMINOLAS

Comparto contigo, un interesante artículo del P. José González Guadalix:
«Estábamos en cierta ocasión un grupo de sacerdotes reflexionando sobre la parábola del sembrador que leeremos en la liturgia de este domingo. La conclusión era que tenemos que sembrar, sembrar y sembrar, hartarnos de esparcir la semilla, y que luego ya sabemos que los frutos serán más bien escasos, o incluso, muchas veces, aparentemente estériles. Quién sabe, repetía una vez un buen sacerdote, si los frutos los recogerán otros dentro de mucho tiempo. Como ven, nada original.
Hasta que uno tomó la palabra y exclamó: el problema es que, a lo mejor, en lugar de sembrar la Palabra, estamos sembrando gominolas.
Llevamos años, muchos años, convencidos en la práctica de que la gente es incapaz de aceptar la Palabra de Dios en su totalidad, tal y como nos la ha transmitido la Iglesia, y en consecuencia lo que andamos haciendo es “adaptar”, “acercar”, “acomodar” su fuerza a los tiempos de hoy. Para empezar, hemos suprimido palabras que pudieran hoy causar el mínimo enfado, como son pecado personal, pecado mortal, conversión, juicio final, inmortalidad, purgatorio o infierno. Imaginen en qué se nos queda una predicación que no llame a la conversión.
Después hemos edulcorado el credo por si acaso hay gente que tiene dificultades en creer. Por ejemplo, cambiar transustanciación por presencia simbólica, o resurrección de Cristo por un “lo sentían vivo”. Nuestra fe, para que no nos llamen fundamentalistas o intolerantes, la hemos puesto a la misma altura que cualquier otra religión, filosofía o sentimiento. La moral cristiana ha dejado de existir. Abajo la normas, porque lo importante es quererse y respetarse, y ayudar los pobres.
Eso es hoy nuestra predicación. Y si no están de acuerdo, lo piensan en las homilías de cualquier domingo. ¿Otras formas de predicar? Claro. Una liturgia descuidada, oración escasa o nula, porque uno ya hace oración su respiración cotidiana, confesionarios desaparecidos y una catequesis del compartir.
Es decir, que en lugar de sembrar la Palabra, estamos sembrando gominolas. Vienen los niños a catequesis, los jóvenes a confirmación, los adultos a sus misas, y se llevan a casa un puñadito de gominolas. Contentos, porque estos curas son buena gente, modernos, actuales, nada traumáticos y comprensivos. Es verdad que en lugar de ofrecer la doctrina de Cristo ofrecemos gominolas, pero lo importante es que la gente quede contenta. Aunque no se encuentren con Cristo. Pero contentos.
Las gominolas no dan fruto. Producen un instante agradable al paladar que acaba dando una sed de miedo al poco rato.
La auténtica siembra es dura. Hay que hacerla bajo el sol, a tiempo y a destiempo, escogiendo la mejor semilla, regando, cuidando, quitando hasta el último de los hierbajos. Mucho más cómodo entregar las gominolas. Mucho más gratificante. Pero completamente inútil». (Fuente: infocatólica.com)
Semper Mariam In Cordis Tuo.



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