Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
«EL HIJO DE DIOS SE MANIFESTÓ PARA DESHACER LAS OBRAS DEL DIABLO»

(1 Jn 3, 8)


«Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. NO ES MÁS QUE UNA CRIATURA, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo...» (Catecismo Católico, nº 395).

Quise apuntar este texto, pues hoy en día, con tanta confusión y medias tintas, el mismo enemigo
quiere hacernos creer que su "poder" es irrefrenable, ayudado para ello de "brujos", "hechizos", cadenas que juran desgracias para quienes las rompen y de tantas películas que lo tienen por protagonista "invencible".

«¿Crees en Dios, pregunta el Apóstol Santiago, haces bien; el diablo también cree y tiembla» (Sant. 2, 19). Parafraseando al Apóstol Pablo que decía, «¿Dónde esta Muerte tu victoria» (1 Cor. 15, 55), pues ya había advertido que ella -la muerte- «había sido devorada» (V. 54), podríamos preguntar también a nuestro adversario: ¿dónde está tu valor...dónde está tu poder? No para vanagloriarnos, pues nuestra carne nos hace débiles a sus insidias, sino porque al Nombre del Señor muestra su verdadera naturaleza cobarde, al Nombre del Señor, queda clara la mentira con que quiere engañarnos de que su reino es poderoso e invencible, que nada podemos hacer contra él. Y es verdad que solos nada podemos, pero «si Dios Está conmigo, ¿quién contra mí?» (Rom 8, 31).

Él fue Creado libre, y en su libertad pecó y se Perdió Eternamente. También yo fui Creado libre, y libremente he dado muchas veces la espalda a Dios; pero Dios, que «es Compasivo y Clemente, lento para la Ira y Rico en Misericordia» (Sal. 103, 8), Sabe y QUIERE Perdonarme, por lo que jamás me niega la Gracia del sincero arrepentimiento si se la pido, y Su Perdón cuando me acerco al Sacramento de la Reconciliación. Y una vez vuelto a la unión con el Señor por el Amor y la Obediencia a Su Voluntad, reflejada en la lucha diaria por vivir el Evangelio, «viviendo al Amparo del Altísimo y residiendo a la Sombra del Todopoderoso» (Sal. 90, 1), puedo escuchar consolado que el mismo Señor me dirá: «Él se entregó a Mí, por eso, Yo lo Libraré; lo Protegeré, porque conoce Mi Nombre; Me invocará, y Yo le Responderé. Estaré con él en el peligro, lo Defenderé y lo Glorificaré» (Sal. 90, 14-15).

¿Te asaltan las tentaciones? ¿Sientes tu debilidad? Dile al Señor: ««Mi refugio y mi baluarte eres Tú, mi Dios, en Quien confío» (Sal. 90, 2). No hay magia, hechicería o brujería a qué temer. Puede el adversario unir las fuerzas del mundo para mi perdición, pero si «El Señor es mi Luz y mi Salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la Fortaleza de mi vida, ¿de quién tendré temor?» (Sal. 27, 1).

El enemigo no tiene más poder que el que nosotros, libremente, le otorgamos cuando preferimos dejarnos seducir por sus espejismos, pero «no le demos oportunidad» (Ef. 4, 7). Él siempre tratará de hacer tambalear nuestra Fe por medio de las vicisitudes de la vida: «Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?» (Sal. 42, 3); pero «resistamos al diablo y huirá de nosotros. Acerquémonos a Dios, y Él se Acercará a nosotros» (Sant. 4, 7-8). «Humillémonos, bajo la Poderosa mano de Dios, para que Él nos Exalte a su debido tiempo» (1 Pe 5, 6). 

Que María, la Inmaculada, la Perpetua Vencedora del enemigo de las almas, nos Ilumine, Acompañe y Fortalezca.

Que nos Ilumine ayudándonos a comprender que esto es un Combate real, no contra el prójimo -aunque sea muchas veces el instrumento, voluntario o involuntario-, sino «contra los poderes de este mundo de Tinieblas» (Ef. 6, 12).

Que nos Acompañe en esta Lucha, pues Ella es la que no conoció el pecado, la primera Redimida, la Sin Mancha, y con ello, el mismo Dios ha Querido ponerla al frente de los Vencedores, de los que unidos a la Cruz de Cristo, aplastan los avances del infierno con su Fe, su confianza, su oración y su sacrificio de cada día.

Que nos Fortalezca, para que sepamos vencer la desilusión y el desánimo, que también son tentaciones del adversario, pues, así como intentó engañar descaradamente a Cristo, diciéndole que era el dueño de todos los reinos de la tierra (Lc. 4, 6), así también nos quiere engañar a nosotros, haciéndonos creer que ante el mal que hoy existe en el mundo, nada o poco podemos hacer, por mucha oración, servicio al prójimo, Comunión Sacramental o Misa que participemos. Una falacia propia del padre de la mentira (Jn. 8, 44). Su poder, como nos lo enseña la Iglesia, no es infinito; el que pueda tener sobre mí, lo ejerce sólo porque yo se lo estoy permitiendo, porque estoy priorizando mi debilidad, mi gusto o mi capricho, aún sabiendo que con ello estoy ofendiendo a Dios. Como recordaba en una entrada anterior, San Agustín decía que el enemigo es como un perro rabioso, el cual nos muerde sólo si nos acercamos. Con mi "sí" a Dios, sin embargo, este perro no puede hacer otra cosa que irse con la cola entre las patas.

Pide a María Bendita -y pídelo, por favor, para mí también-, que nos alcance de Su Divino Esposo la Gracia de imitar Su "Sí", Su "Hágase", para que también en ti y en mí, Dios Obre, Convierta nuestro corazón de piedra en corazón de carne (Ez. 11, 19), y esta no sea una Cuaresma más, sino el comienzo de un Camino definitivo hacia el Señor.

Ad maiorem Dei gloriam.

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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