Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
HIJO Y SIERVO


«¡Madre mía Santísima! ¿Cómo es posible que teniendo una Madre tan Santa, sea yo tan malo? ¿Una Madre que toda Ella se Abrasa en Amor de Dios, y que yo haya de amar sólo a las criaturas? ¿Una Madre tan Rica de Virtud, y yo tan pobre de ellas? Amabilísima Madre, verdaderamente no merezco ya, ser hijo Tuyo, pues con mi vida me hice indigno de ello. Me contento hoy, con que me recibas como Tu siervo, y para ello, estoy pronto a renunciar a todos las riquezas de esta tierra. Riquezas no sólo materiales, sino también de los gozos, malas amistades, murmuraciones y de todas las pequeñas cosas que aunque parezcan sin valor, para mí son posesiones preciadas.
A todo deseo renunciar, pero no, a mi condición de hijo Tuyo. “Madre”, palabra que me llena de ternura y me anima a confiar en Ti.
Cuanto más me atemorizan mis pecados y la Divina Justicia, más animado me siento al pensar que Tú, María, eres mi Madre y mi Señora. Así te llamo y quiero llamarte siempre, pues luego de Dios, has de ser siempre mi Esperanza, mi Refugio y mi Amor en este valle de lágrimas.
Así confío morir: entregando en aquel último momento mi alma en Tus Santas manos diciendo: Madre mía, María, Ayúdame y Compadécete de mí. Amén» (S. Alfonso María de Ligorio, Obispo, Fundador y Doctor de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario