Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
LA ALEGRÍA DE AMAR AL PAPA


Amamos al Papa. Le sabemos Representante de Cristo en la tierra, porque el mismo Jesucristo le ha Querido nombrar Su Vicario.

El problema surge, cuando, como producto de ese amor, uno se hace eco de la voz de aquel, que como Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, recibe también el Mandato de «Confirmar a sus hermanos en la Fe» (Lc. 22; 32). 

Allí comienzan los malentendidos y las invectivas, aún en el mismo ámbito cristiano. “Papista”, “Vaticanista”, y como he leído últimamente en cierta página de Internet: “Papólatra”. Con esos términos se quiere acallar tanto a los formadores como a los simples fieles, cuando escuchamos y difundimos la palabra del Sucesor de Pedro. Pero lejos de amilanarnos, como hijos de la Iglesia, no dejamos caer en el vacío sus palabras.

Enseña el concilio Vaticano II que un religioso respeto “de la voluntad y del entendimiento” debe prestarse «de modo particular al Magisterio auténtico del Romano Pontífice aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su Magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él, según su manifiesta mente y voluntad, que se deduce principalmente ya sea por la índole de los documentos, ya sea por la frecuente proposición de la misma doctrina, ya sea por la forma de decirlo» (Lumen Gentium, nº 25). 

Escuchamos a Francisco, como escuchamos a Benedicto XVI, a S. Juan Pablo II; como habríamos amado y escuchado a Pío XII o al Beato Pío IX, si hubiéramos vivido en esos tiempos de este mundo y de la Iglesia. 

Mons. Héctor Aguer, Obispo argentino, decía en un programa de televisión de ese país, hablando sobre la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, llamado, Día del Papa: “Su autoridad es un servicio del cual todos los Católicos necesitamos, porque el Sucesor de Pedro es quien nos marca la orientación correcta en el orden de la Fe y el que anima la comunión de Caridad en la Iglesia toda.
Hoy es posible conocer en su integridad el pensamiento del Sumo Pontífice, que no es el pensamiento de un teólogo particular, sino que es la orientación que el Pastor Universal de la Iglesia nos da a todos, Pastores y fieles, para los cuales ejerce un servicio de Caridad y de Verdad que es imprescindible para conservar nuestra plena adhesión a Cristo y nuestra plena condición de Católicos”. (Revista AICA, 5 de agosto de 2009). 

Sabemos que Católico, no nos hace sólo el participar de la Misa o guardar alguna devoción particular. Para serlo plenamente, es necesario que como fieles permanezcamos unidos al Papa. Él no es un capricho de hombres religiosos. Él es la Piedra que el mismo Dios ha Querido poner, Piedra donde podamos afianzar nuestra Fe con confianza. 

Por eso sé, que no somos papistas, ni vaticanistas, y mucho menos papólatras. Podemos serlo en la mente de algunos que aún no entendieron que el lugar del Romano Pontífice no es un privilegio, sino un servicio. Aun cuando lo griten a los cuatro vientos, no disminuyen ni me quitan la alegría de escuchar y de amar al Papa.

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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