Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
SAN PEDRO Y SAN PABLO


Ejemplos de la Misericordia de Dios para ti y para mi. «Ved, en efecto, qué Misericordia han obtenido. Si interrogáis a San Pablo sobre este punto..., él os dirá de sí mismo: "Yo empecé siendo un blasfemo, un perseguidor; pero he obtenido Misericordia de Dios" (1Tm 1,13). En efecto, ¿quién no conoce todo el mal que hizo a los cristianos de Jerusalén...e incluso en toda Judea?... 

En lo que toca a San Pedro, tengo otra cosa que deciros, pero una cosa tan sublime, que es única. En efecto, si Pablo ha pecado, lo ha hecho sin saberlo, ya que no tenía la Fe; Pedro, por el contrario, tenía los ojos bien abiertos en el momento de su caída (Mt 26, 69s). "Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la Gracia» (Rm 5,20)... Si San Pedro ha podido ascender a un grado tal de Santidad después de haber sufrido una caída tan fuerte ¿quién podrá ahora desesperarse, si quiere salir también de sus pecados? Observad lo que dice el Evangelio: «Salió y lloró amargamente» (Lc. 22, 62). 

Habéis visto qué Misericordia obtuvieron los Apóstoles, y ahora ¿quién no será absuelto de sus faltas pasadas como lo fueron antes? ... Si has pecado, ¿Pablo no ha pecado antes? Si has tenido una caída, Pedro ¿no hizo una más profunda que tú? Sin embargo, uno y otro, haciendo penitencia, no sólo obtuvieron la Salvación sino que han llegado a ser grandes Santos, e incluso se han convertido en los Ministros de la Salvación, los Maestros de la Santidad. Haz tú del mismo modo» (S. Bernardo de Claraval, Abad y Doctor de la Iglesia).

«Dios nuestro, que Quisiste Confiar a Tus Santos Apóstoles, Pedro y Pablo, la Misión de Guiar y Proteger lo primeros pasos de Tu Iglesia, Concédenos, por su poderosa intercesión, la Ayuda necesaria para alcanzar la Salvación Eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén» (Misal Romano).

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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