Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
.YO SOY EL QUE SOY.


«Este Tiempo fuerte de la Cuaresma nos invita a cada uno de nosotros a reconocer el Misterio de Dios, que se hace Presente en nuestra vida.
Moisés ve en el desierto una zarza que arde, pero no se consume. En un primer momento, impulsado por la curiosidad, se acerca para ver este acontecimiento misterioso y entonces de la zarza sale una Voz que lo llama, diciendo: “Yo Soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob” (Ex 3, 6). Y es precisamente este Dios quien lo Manda de nuevo a Egipto con la misión de llevar al pueblo de Israel a la tierra Prometida, pidiendo al faraón, en Su Nombre, la liberación de Israel.
En ese momento Moisés pregunta a Dios cuál es Su Nombre, el Nombre con el que Dios muestra su autoridad especial, para poderse presentar al pueblo y después al faraón. La respuesta de Dios puede parecer extraña, simplemente dice de Sí mismo: “Yo Soy el que Soy”. “Él Es” y esto tiene que ser suficiente.
Por lo tanto, Dios no ha rechazado la petición de Moisés, Manifiesta Su Nombre, creando así la posibilidad de la invocación, de la llamada, de la relación. Revelando Su Nombre Dios entabla una relación entre Él y nosotros. Nos permite invocarlo, entra en relación con nosotros y nos da la posibilidad de estar en relación con Él. Esto significa que se entrega, de alguna manera, a nuestro mundo humano, haciéndose accesible, casi uno de nosotros. Afronta el riesgo de la relación, del estar con nosotros.
Lo que comenzó con la zarza ardiente en el desierto se cumple en la Zarza Ardiente de la Cruz, donde Dios, ahora Accesible en Su Hijo Hecho Hombre, Hecho realmente uno de nosotros, se Entrega en nuestras manos y, de ese modo, Realiza la Liberación de la humanidad. En el Gólgota, Dios, Se Revela como Aquel que abraza a todo hombre con el Poder Salvífico Muerte, lo Acepta en el abrazo de Su Amor.
Permanezcamos en la contemplación de este Misterio del Nombre de Dios para comprender mejor el Misterio de la Cuaresma, y vivir personalmente y como comunidad en permanente Conversión, para ser en el mundo una constante Epifanía, Testimonio del Dios Vivo, que Libera y Salva por Amor. Amén» (Benedicto XVI, 7-3-2010).
Dios mío, creo en Ti, Espero en ti
Semper Mariam In Cordis Tuo.

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