Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
¿QUÉ PUEDO HACER?

«El Señor Es Poderoso en Obras y en Palabras», por eso el pueblo quedó admirado de Su Doctrina y de que no Enseñaba como sus escribas y fariseos (Mc. 1, 28). Jesús no solamente hablaba sino que también Obraba Milagros con Su Poder; más aún, no sólo en esto estaba esa “Autoridad”, sino que a diferencia de aquellos «que imponían cargas intolerables al pueblo y que ellos no tocaban ni siquiera con un dedo» (Lc. 11, 46), Jesús Bendito daba primero Ejemplo y luego Proponía el Camino. ¿Quién mayor que Él, a la hora de Perdonar a los enemigos, de Soportar todo con Paciencia y Humildad, de mostrar Misericordia para con el pecador, Caridad con el enfermo y con los mismos que ya habían partido de este mundo? Y este es sólo un pobre resumen. ¿Quién fue el primero, si no Jesús, en Entregar Su vida por Obediencia y por Amor Gratuito a tantas almas ingratas, como la tuya y la mía?

“¿Qué obras puedo hacer yo?”, dirás. Mi edad, mi salud, el poco tiempo…Podemos hacer una Obra, la más grande, de la cual nadie está exento: AMAR.

Todos podemos hacer cada una de nuestras cosas, diarias, pequeñas, desconocidas, con AMOR. El Amor era el signo por el cual los paganos reconocían a los cristianos de la Iglesia de los primeros años.
¿Y eso cómo se hace? El Apóstol Pablo nos lo dice: «La Caridad es Paciente…servicial…no es envidiosa…no es jactanciosa…no se engríe…es decorosa…no busca el propio interés…no se irrita…no toma en cuenta el Mal…se alegra de la Justicia…se alegra con la Verdad…todo lo excusa…todo lo cree…todo lo espera…todo lo soporta» (1 Cor. 13, 4-7).
Cuando nos esforzamos por vivirlo, entonces nuestras palabras adquieren un verdadero poder de Consuelo para los demás. Allí nos convertimos en «Sal de la tierra» (Mt. 5, 13).

Haz Jesús mío, que todo el mundo piense en Ti, que toda la Tierra Te conozca, y que mi alma sea inundada por Tu amor Misericordioso. Arroja de mi corazón todo lo que no sea Tuyo. Y que no me apropie de lo que Te pertenece, pues «Tuyo es el Poder y la Gloria, por los siglos de los siglos». Amén.

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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