Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
.VIGILAD.

«Caminamos irreversiblemente hacia el encuentro definitivo con Cristo en la Eternidad. No sabemos ni el día ni la hora. Solo la Fe vigilante y la fidelidad pueden hacer nuestra vida digna de Salvación Eterna. 

La realidad cotidiana, con su monotonía exasperante, nos adormece. A nuestro alrededor hay acontecimientos difíciles: guerra, violencia, injusticia. A esto nos acostumbramos. Existe quien responde y quien se calla, quien se esfuerza y quien se abandona. San Juan Crisóstomo  llama aquí a la vigilancia esperanzada:

«En medio de la oscuridad no puedes distinguir al amigo del enemigo. Del mismo modo, el avaro y el licencioso no distinguen la Verdad ni el valor de la Virtud.

Así como el que camina de noche lo hace con miedo, de igual modo los pecadores andan continuamente atormentados por el miedo de perder sus bienes y por el remordimiento de su conciencia.

Dejemo, pues, una vida tan penosa. Ya sabéis que después de tantas calamidades viene la muerte...Creen los pecadores ser ricos y no lo son. Creen vivir entre delicias y no gozan de ellas. Nosotros vivamos sobrios y vigilantes como Quiere Cristo. "Andemos decentemente y como de día" (Rom. 13, 13). Abramos las puertas para que aquella Luz nos Ilumine con sus rayos y gocemos siempre de la Benignidad de nuestro Señor».

Iluminados por el Misterio de Cristo y llamados a Su encuentro en la Eternidad, estamos inmersos en el mundo, en el que los hombres viven muchas veces inconscientes de la necesidad que tienen de Cristo. Es preciso, es urgente, que seamos Luz para ellos» (P. Manuel Garrido O.S.B.).

«Señor, Despierta en nosotros el deseo de prepararnos a la Venida de Cristo con la práctica de las Obras de Misericordia, para que, puestos a Su Derecha el Día del Juicio, podamos entrar al Reino de los Cielos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén» (Misal Romano)

Semper Mariam In Cordis Tuo.

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