Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
.DONES DEL ESPÍRITU SANTO: 
DON DE SABIDURÍA.

Es un Hábito Sobrenatural, inseparable de la Caridad, por el cual juzgamos Rectamente de Dios y de las Cosas Divinas por sus últimas y altísimas Causas bajo el Instinto especial del Espíritu Santo, que nos las hace saborear por cierta Connaturalidad y simpatía. «Está enraizado en la voluntad y crece al mismo tiempo que la Caridad. Ésta crece como resultado de los actos de Misericordia y Fidelidad a la oración. Existen serios obstáculos para ello, tales como la renuencia a perdonar y la tendencia a guardar rencor o rehusarse a una reconciliación. Estas cosas obstaculizan la Caridad más que otra clase de pecados» (Fr. Thomas Keating O.C.S.O). «En el Eclesiástico se dice que "el amor es gloriosa Sabiduría. Aquellos a quienes ella se manifiesta, la aman luego que la ven y reconocen sus grandes obras" (1 14-15). Por tanto, el Don de Sabiduría supone el amor de Dios; es ciencia mística y afectiva de las Cosas Divinas y, por consiguiente, supone en esta vida la Fe, que antecede y regula al Amor, y en el Cielo, la Visión Beatifica, de la que procede el Amor y el Gozo» (Fr. Juan de Sto Tomás O.P.) Aquí la palabra Sabiduría significa, a la vez, saber y sabor. Las almas que la experimentan comprenden muy bien el sentido de aquellas palabras del Salmo: «Gustad y ved cuán Suave Es el Señor» (Sal. 33, 9). Experimentan Deleites Divinos que les hacen presentir un poco los Goces inefables de la Eternidad Bienaventurada. NECESIDAD DE ESTE DON Como se dijo, es absolutamente necesario para que la Virtud de la Caridad pueda desarrollarse con toda Plenitud y Perfección. (Mientras tanto, la Virtud) tiene que someterse a la regulación humana, al pobre modo humano que forzosamente le imprimirá el hombre. Siendo una Virtud Divina que tiene alas para volar hasta el Cielo, se la obliga a moverse a ras del suelo: por razones humanas, hasta cierto punto, sin comprometerse mucho, con grandísima “prudencia”, con mezquindades, etc. Únicamente cuando empieza a recibir la influencia del Don de Sabiduría (…) empieza a crecer y desarrollarse rápidamente, llevando condigo al alma, como en volandas, por las regiones de la vida Mística hasta la cumbre de la Perfección. EFECTOS DEL DON DE SABIDURÍA 1. Les da a los Santos el Sentido Divino de Eternidad, con que juzgan todas las cosas. En todo ven la Mano de Dios que Dispone o Permite aquellas cosas para sacar mayores Bienes. No se detienen en la causa segunda (p. ej., la malicia de los hombres); no llaman desgracia a lo que los hombres suelen llamar (enfermedad, persecución, pobreza, muerte), sino únicamente a lo que en realidad lo es, por serlo delante de Dios (pecado, tibieza, infidelidad a la Gracia). «¿De qué me vale esto para la Eternidad?», se preguntaba S. Luis Gonzaga. Y que tal Perfección no te asuste ni desanime, pues a ella debemos tender tú y yo: «Sed Santo como Yo Soy Santo» (1 Pe 1, 16). 2. Hace vivir de un modo enteramente Divino todos los Misterios de nuestra Fe. 3. Les hace vivir en Sociedad con las Tres Divinas Personas, mediante una Participación inefable de Su Vida Trinitaria. Se han juntado en ella Marta y María de modo tan inefable, que la actividad prodigiosa de Marta en nada compromete el sosiego y la paz de María, que permanece día y noche en silenciosa y entrañable contemplación a los pies de Su Divino Maestro. Su vida acá en la tierra es ya un comienzo de la Eternidad Bienaventurada. 4. Perfecciona todas las Virtudes y lleva hasta el Heroísmo la Virtud de la Caridad. Finalidad fundamental del Don de Sabiduría. Su efecto más impresionante es la muerte del propio yo. Aman a Dios con un amor Purísimo, por sola Su Infinita Bondad, sin mezcla de interés o de motivos humanos. Es verdad que no renuncian a la Esperanza del Cielo, sino que lo desean más que nunca; pero es porque en él podrán amar a Dios con mayor intensidad y sin descanso. Y acostumbrados a ver a Dios en todas las cosas, aun en los más mínimos acontecimientos, lo ven de manera especialísima en el prójimo. MEDIOS PARA FOMENTAR ESTE DON Además de los que ya conocemos –recogimiento, vida de oración, fidelidad a la Gracia, invocación frecuente del Espíritu Santo, profunda Humildad, etc.- podemos disponernos también con los siguientes medios: 1. Esforzarnos en ver todas las cosas desde el punto de vista de Dios. Nuestra cortedad de vista es tan grande muchas veces, que no acertamos a remontar nuestra mirada por encima de las causas puramente humanas para ver los Designios de Dios en todo cuanto ocurre. Si se nos molesta –aunque sea inadvertidamente-, nos enfadamos y lo llevamos muy mal. Hasta que nos esforcemos un poco por levantar nuestras miradas al Cielo, y prescindiendo de las causas segundas, no acertaremos a ver la Mano de Dios. 2. Combatir la sabiduría del mundo «que es necedad ante Dios» (1 Cor. 3, 19). ¿Queremos conocer si somos del número de los sabios o de los necios? Examinemos nuestros gustos y disgustos, ya sea ante Dios y las Cosas Divinas, ya entre las criaturas y las cosas terrenas. ¿De dónde nacen nuestras satisfacciones y sinsabores? ¿En qué cosas encuentra nuestro corazón su reposo y contentamiento? Este examen es un excelente medio para adquirir la Pureza de corazón. 3. No aficionarse demasiado a las cosas de este mundo aunque sean buenas y honestas. 4. No apegarse a los Consuelos espirituales sino pasar a través de ellos. Hay que estar dispuestos a servir a Dios en la oscuridad lo mismo que en la Luz, en la sequedad que en los consuelos, en la aridez que en los deleites espirituales. Hay que buscar directamente al Dios de los Consuelos, no los Consuelos de Dios. Resumen del capítulo 14, de “El gran Desconocido. El Espíritu Santo y Sus Dones”, del Padre Antonio Royo Marín O.P. Para la mayor Gloria de Dios Semper Mariam In Cordis Tuo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario