.ABAJÉMONOS TAMBIÉN NOSOTROS.
Él, que es el descanso de todas las penas, se cansó de la dureza del camino. Él, que es la Fuente que apaga toda sed, Sintió sed y Pidió agua para beber. Él, que es la Saciedad que sacia nuestra hambre, Tuvo hambre cuando Ayunó en el desierto para ser Tentado. Él, que es el Centinela que no duerme, Se durmió y se acostó en la barca en alta mar. Él, que es servido en la Mansión de Su Padre, Se dejó servir por manos de hombre. Él, que es el Médico de todos los enfermos, Sus manos fueron traspasadas por los clavos. A Él, cuya boca Anunciaba cosas Buenas, se le dio hiel para beber.
Él, que no había hecho ningún mal ni perjudicado a nadie, fue golpeado con látigos y Soportó los ultrajes. Él, que Da Vida a todos los muertos, se entregó Él mismo a la Muerte de Cruz.
Si nuestro Vivificador ha hecho Él mismo Experiencia de todo este Abajamiento, abajémonos también nosotros, amigos míos». (Afraates, Monje y Obispo).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
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