.DONES DEL ESPÍRITU SANTO:
DON DE CONSEJO.
Es un Hábito Sobrenatural por el cual el alma en
Gracia, bajo la Inspiración del Espíritu Santo, intuye rectamente, en los casos
particulares, lo que conviene hacer en orden al Fin último Sobrenatural.
La Prudencia Sobrenatural juzga rectamente lo que hay
que hacer en un momento dado, guiándose por las luces de la razón Iluminada por
la Fe. Pero el Don de Consejo intuye rápidamente lo que debe hacerse bajo el
Instinto y Moción del Espíritu Santo. Por eso, el modo de acción es discursiva
en la Virtud de la Prudencia, mientras que en el Don es intuitivo, Divino.
IMPORTANCIA Y NECESIDAD
Es indispensable para perfeccionar la ya mencionada
Virtud de la Prudencia, sobre todo, en ciertos casos repentinos, imprevistos y
difíciles de resolver, que requieren solución inmediata, puesto que el pecado o
el Heroísmo es cuestión de un instante. Es muy difícil a veces conciliar la
suavidad con la firmeza, la necesidad de guardar un secreto sin faltar a la
verdad, la vida interior con el Apostolado, el cariño afectuoso con la Castidad
más exquisita, la prudencia de la serpiente con la sencillez de la paloma (Mt.
10, 16). Para todas estas cosas no basta con las luces de la Prudencia, se
requiere la intervención del Don de Consejo.
EFECTOS DEL DON DE CONSEJO
1. Preserva del peligro de una falsa conciencia. Casi
no hay pasión desordenada que no pueda justificarse de algún modo invocando
algún principio moral, tal vez muy cierto y seguro en sí mismo, pero mal
aplicado a ese caso particular. La intervención del Don de Consejo, que,
superando las luces de la razón natural, entenebrecida por el capricho o la
pasión, dicta lo que hay que hacer con una seguridad y fuerza inapelables,
puede preservarnos de este gravísimo error de confundir la luz con las
tinieblas.
2. Nos inspira los medios más oportunos para dirigir
Santamente a los demás. Santos hubo que tuvieron este Don en grado Sumo. Santa
Catalina de Siena era el brazo derecho y el mejor consejero del Papa. Santa
Teresita de Lisieux desempeñó con exquisito acierto, en plena juventud, el
difícil y delicado cargo de Maestra de Novicias, que tanta madurez y
experiencia requiere.
3. Aumenta extraordinariamente nuestra docilidad a los
legítimos superiores. Efecto admirable, que parece incompatible con el Don de
Consejo, y que, sin embargo, es una de sus consecuencias más naturales y
espontáneas. Nadie es tiene tan fuerte inclinación a pedir las luces de los
legítimos representantes de Dios en la tierra –Superior, Director espiritual,
Confesor-, como las almas movidas por este Divino Don.
FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO CORRESPONDIENTES
En cuanto relacionado con la Misericordia, al Don de
Consejo le corresponden de algún modo los Frutos de Bondad y Benignidad.
VICIOS OPUESTOS
Se le opone por defecto, la precipitación en el obrar;
también la temeridad que supone una falta de atención a las Luces de la Fe y la
Inspiración Divina por excesiva confianza de sí mismo y en las propias fuerzas.
Y por exceso, se opone la lentitud excesiva, porque, aunque es menester usar de
madura reflexión antes de obrar, una vez tomada una determinación según las
Luces del Espíritu santo, es necesario proceder rápidamente a la ejecución
antes que las circunstancias cambien y las ocasiones se pierdan.
MEDIO DE FOMENTAR ESTE DON
Profunda Humildad: sin ella no se puede reconocer
nuestra ignorancia para demandar las Luces de lo Alto. La oración humilde y
perseverante tiene fuerza irresistible ante la Misericordia de Dios. Es preciso
invocar al Espíritu Santo por la mañana, al levantarnos, para pedirle Su
Dirección y Consejo a lo largo del día; al comienzo de cada acción, con un
movimiento sencillo y breve del corazón, que será, a la vez, un acto de amor;
en lo momentos difíciles o peligrosos, en los que, más que nunca, necesitamos
las Luces del Cielo; antes de tomar una decisión importante o emitir algún
juicio orientador para los demás, etc.
Resumen del capítulo 11, de “El gran Desconocido. El
Espíritu Santo y Sus Dones”, del Padre Antonio Royo Marín O.P.
Para la mayor Gloria de Dios.
Semper Mariam In Cordis Tuo.
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