HACIA TI ME VUELVO,
SANTA MADRE DE DIOS
«Hacia Ti me vuelvo, Santa Madre de Dios, Tú que has sido Fortificada y Protegida por el Padre Altísimo, Preparada y Consagrada por el Espíritu que sobre Ti Reposó, Embellecida por el Hijo que Habitó en Ti: Ayúdame con Tus oraciones, a fin de que Socorrido siempre por Ti y colmado con tus Beneficios; habiendo hallado Refugio y Luz junto a Tu Santa Maternidad viva yo para Cristo, Tu Hijo y Señor. Sé mi Abogada, Demanda, Suplica; pues, así como creo en Tu inefable Pureza, así creo también en la buena acogida que se hace a Tu Palabra.
Glorifica en mí a Tu Hijo: que Él se Digne Obrar Divinamente en mí el Milagro del Perdón y de la Misericordia, ¡oh, Servidora y Madre de Dios! ¡que por mí Tu Honor sea Exaltado, y que por Ti mi Salvación se Manifieste!
Así ocurrirá, ¡oh Madre del Señor!; si en mi búsqueda incierta me Acoges, ¡oh Tú, Toda disponible!; si en mi agitación me tranquilizas, ¡oh Tú, que eres Reposo!; si la inquietud de mis pasiones Tú la Transformas en Paz, ¡oh Pacificadora!; si Tú, que eres Dulzura, Endulzas mis amarguras; si Tú, que has Superado toda corrupción, me Despojas de mis impurezas; si Tú, ¡oh Gozo! de repente detienes la voz de mis sollozos.
¡Oh Tú, Madre del Altísimo Señor Jesús, Creador del universo y de todo, a Quien, de un modo indecible, Tú Diste a luz, con toda Su Humanidad y toda Su Divinidad, Él que, con el Padre y el Espíritu Santo, es Glorificado en Su Misterio de Dios y en Su Misterio de Hombre! ¡Para Él Sea la Gloria por los siglos de los siglos, Amén!» (S. Gregorio de Narek, Monje y Doctor de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
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