FIDELIDAD
Los cristianos vivimos una
época privilegiada para dar Testimonio de esta Virtud en ocasiones tan poco
valorada: la fidelidad. Vemos cómo, con frecuencia, se quiebra la lealtad en el
matrimonio, en la palabra empeñada, la fidelidad a la Doctrina y a la Persona
de Cristo. Los Apóstoles nos muestran que esta Virtud se fundamenta en el amor;
ellos son fieles porque aman a Cristo. Es el amor el que les induce a
permanecer en medio de las defecciones. Sólo uno de ellos le traicionará, más
tarde, porque dejó de amar. Por eso nos aconseja a todos el Papa S. Juan Pablo
II: "Buscad a Jesús esforzándoos en conseguir una Fe personal profunda que
informe y oriente toda vuestra vida; pero sobre todo que sea vuestro compromiso
y vuestro programa amar a Jesús, con un amor sincero, auténtico y personal. Él
debe ser vuestro Amigo y vuestro Apoyo en el camino de la vida. Sólo Él Tiene
Palabras de Vida Eterna" (30- 1-79). Nadie más que Él.
Mientras estemos en este
mundo, la vida del cristiano es una lucha constante entre amar a Cristo y el
dejarse llevar por la tibieza, las pasiones o un aburguesamiento que mata todo
amor. La fidelidad a Cristo se fragua cada día en la lucha contra todo lo que
nos aparta de Él, en el esfuerzo por progresar en las Virtudes. Entonces
seremos fieles en los momentos buenos, y también en las épocas difíciles,
cuando parece que son pocos los que se quedan junto al Señor.
Para mantenernos en una
fidelidad firme al Señor es necesario luchar en todo momento, con espíritu
alegre, aunque sean pequeñas las batallas.
Hoy, cuando le decimos al
Señor que queremos serle fieles, nos debemos preguntar en Su Presencia: ¿Son
grandes mis deseos de avanzar en el amor?» (P. Francisco Carvajal).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
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