.«A Ti encomendé mi causa».
(Jer. 20, 12)
Esta es la actitud de confianza en Dios que debe adoptar y sostener el cristiano en la Hora del dolor, de la persecución. «No es el siervo más que su amo. Si a Mí Me han perseguido, también a vosotros os perseguirán» (Jn 15, 20). Quien
se proponga vivir a fondo el Evangelio, defender la Verdad, hacer el Bien, no podrá evitar la contradicción de ese mundo que se opuso a Cristo. Y, permitiéndolo Dios, pueden añadirse todavía sufrimientos e incomprensiones por parte de otras fuentes de oposición, tal vez por parte de los buenos, de los amigos, hasta de los familiares o de los hermanos que comparten nuestro mismo ideal. El cristiano no se escandaliza; sabe que la Cruz es parte esencial de la herencia y del seguimiento de Cristo; sabe que como Cristo Salvó al hombre con la Cruz, el hombre entra en el Camino de la Salvación y coopera a la Salvación del mundo llevando su propia cruz». (P. Gabriel De Santa Magdalena, Carmelita Descalzo).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
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