SEGUIR A CRISTO
«¿Quién rehusaría seguir a Cristo hasta la Vida Eterna,
hasta la Paz suprema y la Tranquilidad sin fin? Es bueno seguirle hasta allí;
con todo, hay que conocer el Camino que lleva hasta ahí... El Camino parece
cubierto de asperezas, te da en rostro, no quieres seguir a Cristo. ¡Ponte en
camino! El Camino que los hombres se han trazado son irregulares, pero han sido
allanados cuando Cristo los Anduvo volviendo al Cielo. ¿Quién rehusará, pues,
caminar hacia la Gloria?
Cuando el Señor compromete al hombre que le quiere seguir, a renunciar a sí mismo, encontramos difícil Su Exigencia y duro para entender.
Pero si Aquel que lo Pide nos Ayuda a cumplirlo, Su Mandato no es ni difícil ni
costoso.
A todo el mundo le gusta ensalzarse en gloria, pero la Humildad es la dirección para llegar a ella. ¿Por qué levantas el pie más alto que tú mismo? ¿Quieres despeñarte en lugar de subir? Empieza por este paso, él te hará subir. Los dos discípulos que decían: “Señor, Concédenos sentarnos uno a Tu derecha y otro a Tu izquierda en Tu Gloria.” (Mc 10,37) no prestaban ninguna atención a este grado de Humildad. Veían sólo la Cumbre y no veían el Camino. Pero el Señor les Mostró el Camino. ¿Qué es lo que les respondió? “Podéis beber la Copa de Amargura que Yo he de Beber, o ser Bautizados con el Bautismo con que Yo Voy a Ser Bautizado?” (Mc 10,38). Vosotros, que queréis llegar a la Fiesta de Honores ¿podréis beber el Cáliz de la Humildad? Por esto, el Señor no Se limitó a Decir, de una manera generalizada: “que se niegue a sí mismo y Me siga”, sino que añadió: “que tome su cruz y me siga”» (S. Agustín, Obispo y Doctor de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
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