Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)

HE AQUÍ QUE LLEGA EL ESPOSO


«Para la Salvación del alma, cualquier tiempo es propicio, cualquier día es favorable, si es que lo queremos. Así pues, estemos siempre en movimiento hacia el Bien, prontos a movernos, llenos de frescor, poniendo por acto las palabras. “Porque, dice el Apóstol Pablo, los Justos delante de Dios no son los que escuchan la Ley, sino los que la ponen en práctica , y éstos serán justificados” (Rom 2,13)… ¿Es este el tiempo de la Guerra espiritual? Es necesario Combatir con ardor y perseguir, con la Ayuda de Dios, los pensamientos demoníacos que se levantan dentro de nosotros…; si, por el contrario, es llegado el tiempo de la cosecha espiritual, es preciso recoger con ardor y juntar en los graneros espirituales las provisiones de la Vida Eterna…
El ejemplo de las diez vírgenes ¿no os preocupa? “He aquí que llega el Esposo, dice el Evangelio, salid a Su encuentro” Y las vírgenes sensatas fueron a Su encuentro con las lámparas encendidas y entraron a las Bodas; mientras que las vírgenes necias, en retraso por la ausencia de Buenas obras, gritaban: “Señor, Señor, Ábrenos. Pero Él les respondió: En verdad os Digo, no os conozco” (Mt. 25, 1-13). Siempre es tiempo de oración, tiempo de lágrimas, tiempo de Reconciliación después de las faltas, tiempo de Arrebatar el Reino de los Cielos. Desde ahora ¿por qué tardar? ¿Por qué dejarlo para más tarde? ¿Por qué dejar para otro día la mejora de nuestras costumbres?...¿Es que vamos a durar indefinidamente?» (S. Teodoro Estudita, Monje).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
EL MANDAMIENTO MAYOR


«Interpretamos a Cristo mismo como la Ley de la Nueva Alianza, ya que Él nos ha Dado Ejemplo con Su Vida de cómo debemos vivir nosotros. Es así que cumplimos nuestra Regla cuando tenemos constantemente frente a nosotros la Imagen del Señor, para asemejarnos a Él. El Evangelio es el Libro que nunca podemos estudiar lo suficientemente a fondo. El amor Perfecto a Dios y al prójimo es un objeto digno de meditación para toda la vida.
Pero no sólo encontramos al Salvador en los Relatos testimoniales de Su Vida. El está Presente entre nosotros en el Santísimo Sacramento, y las horas de adoración frente a la Bondad Suprema, el estar a la escucha de la Voz de Dios Eucarístico son: “meditar la Ley del Señor” y “velar en oración”, simultáneamente. Sin embargo, el grado más alto se alcanza cuando “La ley está en el fondo de mi corazón” (Sal 39,11)». (Sta Teresa Benedicta de la Cruz, Religiosa Carmelita y Mártir).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

DEJARLO TODO


«En verdad es una gran cosa “dejarlo todo”, pero hay una cosa todavía más grande que es “seguir a Cristo” porque son muchos los que lo han dejado todo pero no han seguido a Cristo. Seguir a Cristo es nuestra tarea, nuestro trabajo, en esto consiste lo esencial de la Salvación del hombre; pero no podemos seguir a Cristo si no abandonamos todo lo que nos impide seguirle, y nadie puede seguirle si lleva una pesada carga.
“Lo hemos dejado todo”, no solamente los bienes de este mundo sino también los deseos de nuestra alma. Porque no lo ha dejado todo el que sigue atado aunque sólo sea a sí mismo. Más aún, de nada sirve haber dejado todo lo demás a excepción de sí mismo, porque no hay carga más pesada para el hombre que su propio yo. ¿Qué tirano hay más cruel, amo más despiadado para el hombre que su voluntad propia?... Por consiguiente, es preciso que abandonemos nuestras posesiones y nuestra voluntad propia si queremos seguir a Aquel que no tenía “donde reclinar la cabeza” (Lc 9,58), y que ha Venido “no para hacer Su Voluntad, sino la Voluntad del que le ha Enviado” (Jn 6,38)». (S. Pedro Damián, Obispo y Doctor de la Iglesia)
Semper Mariam In Cordis Tuo.

PERDÓN Y ARREPENTIMIENTO


«Cada noche, antes de acostarte, debes hacer tu examen de conciencia (¡porque no sabes si al día siguiente estarás todavía en este mundo!). Cualquiera que sea el mal que hayas hecho, debes comprometerte a repararlo si es posible. Si, por ejemplo, has robado alguna cosa, intenta devolverla. Si has ofendido a alguien, procura excusarte lo más pronto posible. Si es imposible reparar, expresa a Dios tu pena y tu remordimiento. Es muy importante, porque debemos ser capaces de arrepentirnos para volvernos capaces de Amor. Podrías decir, por ejemplo: “Señor, tengo pena por haberte ofendido y Te prometo hacer todo lo mejor que sepa para no recaer”. Entonces, de golpe, ¡qué impresión de bienestar, de liberación, de sentir el corazón purificado! Acuérdate de que Dios Es Misericordia. Es nuestro Padre Solícito, Dispuesto a Perdonar y olvidarlo todo, con la sola condición de que nosotros hagamos otro tanto con los que nos han hecho algún mal.
Examina, pues, el fondo de tu corazón para ver si no hay en él algún resentimiento escondido hacia tu prójimo. En efecto, ¿cómo podríamos pedir a Dios que nos Perdone si no quisiéramos perdonar a los otros? Acuérdate, pues, que si te arrepientes verdaderamente con corazón generoso, a los ojos de Dios tus faltas serán olvidadas. Él te Perdonará siempre si tu arrepentimiento es sincero. Ora, pues, para perdonar a los que te han ofendido, para amar a los que no amas, y aprende a perdonar inmediatamente así como Dios te ha Perdonado». (B. Madre Teresa de Calcuta).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

VEN, SEÑOR, BUSCA A TU SIERVO

«Ven, Señor Jesús, Busca a Tu siervo; Busca a Tu oveja fatigada; Ven, Pastor... Mientras Tú Te retrasas por los montes, Tu oveja va errante: deja, pues, a las noventa y nueve restantes, que son Tuyas y Ven a buscar a la única que se ha perdido. Ven sin hacerte ayudar, sin hacerte anunciar; ahora es a Ti a Quien espero. No cojas Tu látigo, coge Tu amor; Ven con la suavidad de Tu Espíritu. No dudes en dejar en los montes a estas noventa y nueve ovejas que ya son Tuyas; sobre las cumbres en que las has puesto, los lobos no tienen acceso a ellas... Ven a mí, que me he extraviado quedando lejos de los rebaños de allá Arriba, porque también a mi me habías Colocado con ellas, pero los lobos de la Noche me han hecho abandonar Tus Apriscos.

    ¡Búscame, Señor, puesto que mi oración Te busca! ¡Búscame,Encuéntrame, Levántame, Llévame!  Al que tú buscas, puedes encontrarlo, al que encuentras, dígnate Levantarlo, al que Levantas, Póntelo sobre Tus hombros. Esta carga de Tu Amor, jamás Te es cargosa, y sin cansarte Te haces el pagador de la Justicia. Ven, pues, Señor, porque es verdad que me extravío, «no he olvidado Tu Palabra» (Sal 118,16), y sé que seré Curado.

Ven, Señor, Tú eres todavía el único Capaz de Llamar a Tu oveja perdida, y a las otras que vas a dejar, no les causarás ningún dolor; también ellas estarán contentas de ver como Regresa el pecador. Ven, y habrá Salvación en la tierra y Gozo en el Cielo (Lc 15,7).

No mandes a Tus pequeños servidores, no mandes mercenarios, ven tú mismo a Buscar a Tu oveja. Levántame en esta misma carne en que cayó Adán. Por Tu Gesto reconoce en mi, no al hijo de Eva sino al hijo de María, virgen Pura, Virgen por Gracia, Sin ninguna sospecha de pecado; después, Llévame hasta Tu Cruz, ella es la Salvación de los extraviados, el solo Descanso de los cansados, la única Vida de los que mueren». (S. Ambrosio, Obispo y Doctor de la Iglesia).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
OREMOS A MARÍA


«María Conoce todos nuestros negocios, Sabe los Auxilios que necesitamos, Ve los peligros públicos o particulares que nos amenazan, y los trabajos que nos afligen; pero singularmente Descubre los terribles enemigos con quienes tenemos que luchar para la Salvación de nuestras almas, Y en todas estas pruebas y peligros, cualesquiera que sean, María Puede eficazmente, y Desea ardientemente, venir en Auxilio de Sus Amados hijos, por lo cual hemos de acudir a María alegres y confiados, invocando esos lazos Maternales que la Unen a Jesús y a nosotros.
Invoquemos Su Socorro humilde y devotamente, valiéndonos de la oración que Ella misma nos ha enseñado -el Santo Rosario-, y que tan agradable le es, y abandonémonos con corazón gozoso y confiado en lo brazos de nuestra mejor Madre» (Papa León XIII, Magnae Dei Matris, nº 6).
Semper Mariam In Cordis Tuo

ID Y EVANGELIZAD


«El Celo por el Evangelio es un Fuego implacable en el corazón que no se puede extinguir y busca incendiar a los demás. Es una Espada afilada que no se detiene ante ninguna dificultad, hasta dejar sembrada la Semilla de la Palabra de Dios en el mundo. Es boca de Profeta que no calla por respetos humanos, estructuras asfixiantes o miedo disfrazado de prudencia. Calzados con el Celo por el Evangelio (Ef 6,15), para llevar la Buena Nueva hasta los confines de la tierra. Su único acompañante es el bastón, como el de Moisés, para mostrar que con el Poder de Dios es posible atravesar el Mar Rojo de las dificultades y los problemas. Este Celo debe convertirse en pasión, que coloca el trabajo evangelizador por encima de cualquier otra cosa en la vida. Es más: es necesaria una sana obsesión en la que lo único importante en la vida sea el Anunciar la Persona, la Vida y las Enseñanzas de Jesús, así como instaurar Su Reino de Justicia, Gozo y Paz en este mundo». (José Prado Flores, Predicador Católico).
Semper Mariam In Cordis Tuo.


SAN PEDRO DAMIÁN


«No murmures ni te lamentes, no te consumas en la tristeza o la pusilanimidad. Que resplandezca en tu rostro la serenidad, en tu mente la alegría, en tu boca la acción de gracias».

Fue Obispo y es Doctor de la Iglesia. Nació en Rávena en el año 1007 en una familia numerosa y pobre. Fue el hijo último; pronto quedó huérfano y a cargo de uno de sus hermanos mayores que lo trató con dureza extrema, casi como a un esclavo, teniéndolo descalzo y a medio cubrir con andrajos, encargado de cuidar de los animales de la granja.

El Papa Esteban IX (1057-1058) lo nombró Cardenal-Obispo de Ostia (decano del sagrado colegio de cardenales) en 1057. Prematuramente muere el Papa, pero su sucesor, Nicolás II, en 1059, lo hace Legado para Milán; en esa ciudad se vive desde hace tiempo una desesperada situación por la simonía –venta de objetos Sagrados-, y la lujuria de los clérigos; convocó un Sínodo y llegó a restablecerse el orden, terminando con el escándalo.

Vivió durante tiempos difíciles para la Iglesia, Madre a la que amaba ardientemente.
Enferma durante un viaje a Roma, siendo llevado al Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, donde regresa a la Casa del Padre el 21 de febrero de 1072.

Es Declarado Doctor de la Iglesia por el Papa León XII, en 1828.

«Hermanos amadísimos –escribe-: no debemos limitarnos a admirar a los Santos, sino que debemos imitarles.
Que nuestro espíritu se eleve hacia el Premio de la Gloria Celestial, de modo que, centrado nuestro corazón en su contemplación, no nos dejemos doblegar, tanto si el mundo seductor se burla de nosotros como si con sus amenazas quiere atemorizarnos.

Purifiquémonos, pues, de cualquier impureza de cuerpo o espíritu, siguiendo el Mandato de Pablo, para entrar al fin en ese Templo de la Bienaventuranza al que se dirige ahora nuestra intención.
El que dentro de este Templo que es la Iglesia quiere ofrecerse a Dios en sacrificio necesita, una vez que haya sido Purificado por el Bautismo, Revestirse luego de las diversas Virtudes; en efecto, quien Renace en Cristo como hombre Nuevo por el Bautismo no debe volver a ponerse la mortaja del hombre Viejo, sino la Vestidura del hombre Nuevo, viviendo con una conducta renovada.

Así es como, Limpios de las manchas del antiguo pecado y resplandecientes por el brillo de la Nueva conducta, celebramos dignamente el Misterio Pascual e imitamos realmente el ejemplo de los Santos Mártires».

ORACIÓN

Concédenos, Dios Todopoderoso, seguir las exhortaciones y los ejemplos del Santo Obispo Pedro Damián, para que, sin anteponer nada al Amor de Cristo nos esforcemos en servir siempre a Tu Iglesia y así merezcamos Gozar un día de la Felicidad de Tu Reino Eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, Tu Hijo. Amén.

Semper Mariam In Cordis Tuo.
La Voluntad de Dios 
es lo que Cristo ha Obrado y Enseñado

«La Voluntad de Dios es lo que Cristo ha Obrado y Enseñado: la Humildad en la conducta, la solidez en la Fe, la modestia en las palabras, la Justicia en los actos, la Misericordia en las obras, la Disciplina en las costumbres. La Voluntad de Dios consiste en no hacer daño a nadie, en soportar el daño que nos hacen los otros, conservar la Paz con nuestros hermanos, amar a Dios con todo nuestro corazón, porque es nuestro Padre y reverenciarle porque Es nuestro Dios. No preferir nada a Cristo ya que Él nos prefiere ante todo lo demás, pegarnos indefectiblemente a Su Amor, mantenernos en pie bajo la Cruz con valentía y confianza. Cuando se trata de luchar por causa de Su Nombre y de Su Honor, ser fieles a nuestras palabras; dar pruebas de confianza en las dificultades para mantener el Combate, tener Paciencia en la muerte para obtener la Corona. Esto significa ser Coherederos de Cristo, cumplir los Preceptos de Dios, hacer la Voluntad de Dios.
Nadie es fuerte por sus propios recursos sino que la fortaleza radica en la Bondad y en la Misericordia de Dios».
Semper Mariam In Cordis Tuo.
CONVERTÍOS


«Convertíos a Mí de todo corazón», y que vuestra penitencia interior se manifieste por «medio del ayuno, del llanto y de las lágrimas» (Jl 2,12). Así ayunando ahora, seréis luego saciados; llorando ahora, podréis luego reír; lamentándoos ahora, seréis luego consolados (Lc 6,21; Mt 5,5)... Así os digo que «no rasguéis vuestras vestiduras, sino vuestros corazones» (Jl 2,13) repletos de pecado.
Cuando, pues, hayáis rasgado de esta manera vuestro corazón, volved al Señor, vuestro Dios, de Quien os habías apartado por vuestros antiguos pecados, y no dudéis del Perdón, pues por grandes que sean vuestras culpas, la magnitud de Su Misericordia Perdonará, sin duda, la verdad de vuestros muchos pecados.. Pues el Señor Es Compasivo y Misericordioso, Él no se complace en la Muerte del pecador (Ez 33, 11). «Paciente y Rico en Misericordia» (Jl 2, 13), Él no es impaciente como el hombre, sino que Espera sin prisas nuestra Conversión». (S. Jerónimo, Doctor de la Iglesia)
Semper Mariam In Cordis Tuo.