Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
SANTA MARTA


LA IGLESIA ES SANTA 
Y SANTIFICADORA

«La Iglesia, Unida a Cristo, está Santificada por Él, y por Él y en Él, ella también ha sido hecha Santificadora. Todas las Obras de la Iglesia se esfuerzan en conseguir "la Santificación de los hombres en Cristo y la Glorificación de Dios”. En la Iglesia es en donde está Depositada "la Plenitud total de los Medios de Salvación". Es en ella donde "conseguimos la Santidad por la Gracia de Dios".

La Iglesia, en efecto, ya en la tierra se caracteriza por una verdadera Santidad, aunque todavía imperfecta. En sus miembros, la Santidad Perfecta está todavía por alcanzar.

Mientras que Cristo, Santo, Inocente, sin Mancha, no Conoció el pecado, sino que Vino solamente a Expiar los pecados del Pueblo, la Iglesia abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez Santa y siempre necesitada de Purificación y busca sin cesar la Conversión y la Renovación». Todos los miembros de la Iglesia, incluso sus Ministros, deben reconocerse pecadores. En todos, la cizaña del pecado todavía se encuentra mezclada con la Buena Semilla del Evangelio hasta el Fin de los tiempos.

La Iglesia, pues, Congrega a pecadores alcanzados ya por la Salvación de Cristo, pero aún en vías de Santificación: «La Iglesia es, pues, Santa aunque abarque en su seno pecadores; porque ella no goza de otra vida que de la Vida de la Gracia; sus miembros, ciertamente, si se Alimentan de esta Vida se Santifican; si se apartan de ella contraen pecados y manchas del alma, que impiden que la Santidad de ella se difunda radiante. Por lo que se aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo Poder de Librar de ellos a sus hijos por la Sangre de Cristo y el Don del Espíritu Santo» 

Pidamos por nuestra amada Madre, la Iglesia de Cristo, y por nuestra perseverancia en la Fe hasta el último instante de nuestra vida.

Semper Mariam In Cordis Tuo.
ALIMENTO Y LUZ

«Siento que dos son las cosas que principalmente necesito en esta vida, sin las cuales no podría soportar sus miserias. Preso en el obscuro calabozo del cuerpo, dos cosas declaro que necesito: alimento y luz. Me Diste Tu Cuerpo Sagrado, como Alimento del alma y del cuerpo, para sostener mi debilidad; y Pusiste ‘Tus Palabras como Antorcha para mis pasos’ (Sal. 118,115). Sin estas dos cosas no podría vivir: porque la Palabra de Dios es la Luz de mi alma; la Eucaristía, el Pan de Vida» (Tomas de Kempis, Imitación de Cristo).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
.TUS PECADOS QUEDAN PERDONADOS.


«¿Qué es lo que debemos ver ahí, hermanos míos, sino es la Infinita Ternura de nuestro Creador, que para avivar nuestra conciencia, por todas partes nos propone el ejemplo de pecadores arrepentidos? Pongo la vista sobre Pedro, miro al ladrón, examino a Zaqueo, me fijo en María, y no veo otra cosa en ellos que llamadas a la Esperanza y al arrepentimiento. ¿Tu Fe se ve acechada por la duda? Mira a Pedro que llora amargamente su debilidad. ¿Estás inflamado de cólera contra tu prójimo? Piensa en el ladrón: en plena agonía se arrepiente y gana la Recompensa Eterna. ¿La avaricia te seca el corazón? ¿Has despojado a alguien? Mira a Zaqueo que devuelve cuatro veces más los bienes que había quitado a un hombre. ¿Preso de cualquier pasión, has perdido la pureza de la carne? Contempla a María Magdalena que purifica el amor a la carne en el Fuego del Amor Divino.
Sí, el Dios Todopoderoso nos Ofrece por todas partes ejemplos y Signos de Su Compasión. Tengamos horror a nuestros pecados, incluso los de hace más años. El Dios Todopoderoso olvida gustosamente que hemos cometido el Mal, y está siempre a punto de Mirar nuestro arrepentimiento como si fuera la misma inocencia. Nosotros, que después de las aguas de la Salvación de nuestro Bautismo, las hemos ensuciado, Renazcamos por nuestras lágrimas... Nuestro Redentor Consolará un día vuestras lágrimas en Su Gozo Eterno». (S. Gregorio Magno, Papa y Doctor de la Iglesia).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
.Movidos por el Espíritu de Dios.

¿Cómo podemos darnos cuenta de que lo que deseamos está de acuerdo con lo más importante: la Voluntad de Dios?
El Padre Garrigou-Lagrange, en su obra “Las tres edades de la vida interior”, refiriéndose a las señales del espíritu según Dios, escribe
«El espíritu de Dios nos inclina a la mortificación exterior, ésta regulada por la discreción y la obediencia y no para hacernos notar o hasta arruinar la salud. Nos hace comprender a su vez, que esta mortificación vale muy poco, si no va acompañada de la del corazón, de la propia voluntad y del propio juicio. En esto difiere mucho de los pensamientos o sentimientos movidos por nuestra propia carne o por el enemigo de las almas.
El espíritu según Dios inspira la Humildad que no nos deja preferirnos a otros, que no teme el menosprecio.
Nos hace fieles escuchas de la Palabra de Dios y de la Iglesia.
Aviva la Esperanza…nos hace desear la oración, recordándonos que a ella debemos llegar por el camino de la Humildad y el renunciamiento de la Cruz. Nos hace santamente indiferentes para con los éxitos en las cosas humanas.
Acrecienta el fervor de la Caridad, el celo por la Gloria de Dios y el olvido propio. Nos lleva a pensar siempre en Dios primero sobre nuestros propios intereses y abandonar estos a su cuidado –trabajando como si todo dependiera de nosotros-.
Reanima nuestro amor al prójimo y nos hace ver en esto el índice de nuestro amor a Él.
El espíritu según Dios nos da Paciencia en las pruebas, amor a la Cruz y Caridad con los enemigos.
Nos da paz y a menudo, alegría interior. En la caída, nos da confianza en la Divina Misericordia y Perdón».
Aquí tenemos una breve guía para discernir si nuestro espíritu es movido según Dios. Con esto, también podemos descubrir cuándo es nuestra carne o el enemigo de las almas quien nos inspira. Si así fuera, tampoco debemos temer nada. En ese caso hemos de redoblar nuestros esfuerzos por subir por estos peldaños, confiando siempre en Dios, en Su Amor por nosotros, en Su Bondad y en Su Misericordia. Sabemos que el tiempo de este Destierro es tiempo de Salvación, tiempo de espera por parte de Dios, que no cesa de darnos todas las Gracias necesarias para alcanzar el último Fin, que es el Cielo. El deseo de Santidad, pues, es un llamado de Dios a alcanzar ese Fin. Porque la Santidad implica todo lo expuesto más arriba, y mientras la carne es naturalmente contraria a todo esfuerzo y sacrificio, sabemos, a su vez, que el enemigo de las almas nunca podría inspirarnos el deseo de ser Santos.
Semper Mariam In Cordis Tuo.
ACUDIR A DIOS


«En este torneo de amor a Dios, no deben entristecernos las caídas, ni aun las caídas graves, si acudimos a Él con dolor y buen propósito en el Sacramento de la Penitencia. Jesucristo Nuestro Señor se Conmueve tanto con la inocencia y la fidelidad de Juan como después de la caída de Pedro, se Enternece con su arrepentimiento. Comprende Jesús nuestra debilidad y nos Atrae hacia Sí, como a través de un plano inclinado, deseando que sepamos insistir en el esfuerzo de subir un poco, día a día. Nos Busca, como Buscó a los dos discípulos de Emaús, saliéndoles al encuentro; como Buscó a Tomás y le enseñó, e hizo que las tocara con sus dedos, las llagas abiertas en las manos y en el costado. Jesucristo siempre está Esperando que volvamos a Él, precisamente porque Conoce nuestra debilidad”. (S. Josémaría Escrivá de Balaguer, Pbro y Fundador).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

SEGUIR A DIOS


«Seguir a Dios de verdad: todo está ahí, y para hacerlo verdaderamente hay que abandonar completamente todas las cosas que no son Dios, cualesquiera que sean. Dios Desea corazones; no se interesa por lo exterior, sino que Quiere de nosotros una viva devoción interior. Esta devoción es más verdadera, que si rezase más que el mundo entero, o que si cantase tanto, que mi canto subiera hasta el Cielo, más verdadera que todo lo que pudiera hacer exteriormente en ayunos, vigilancias y otras prácticas». (P. Juan Taulero, Dominico).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

EL PODER DE PERDONAR


«Jesús Da a los Apóstoles el Poder de Perdonar los pecados. ¿Pero cómo es esto? Porque es un poco difícil entender como un hombre puede Perdonar los pecados. Jesús Da el Poder. La Iglesia es Depositaria del Poder de las Llaves: para Abrir, Cerrar, para Perdonar. Dios Perdona a cada hombre en Su Misericordia Soberana, pero Él mismo Quiso que los que pertenezcan a Cristo y a Su Iglesia, reciban el Perdón a través de los Ministros de la Comunidad. A través del Ministerio Apostólico la Misericordia de Dios me alcanza; mis pecados son Perdonados y se me Da la Alegría. De este modo, Jesús nos Llama a vivir la Reconciliación incluso en la dimensión Eclesial, comunitaria. Y esto es muy hermoso. La Iglesia, que es Santa y a la vez necesitada de Penitencia, nos acompaña en nuestro camino de Conversión toda la vida. La Iglesia no es la dueña del Poder de las Llaves: no es dueña, sino que es sierva del Ministerio de Misericordia y se alegra siempre que puede ofrecer este Regalo Divino.
A veces se oye a alguien que dice que se confiesa directamente con Dios... Sí, como decía antes, Dios siempre te escucha, pero en el Sacramento de la Reconciliación envía un hermano para traerte el Perdón, la seguridad del Perdón, en nombre de la Iglesia.
Por supuesto, Dios Perdona a todo pecador arrepentido, personalmente, pero el cristiano está Unido a Cristo, y Cristo está Unido a la Iglesia. Y para nosotros cristianos hay un Regalo más, y hay también un compromiso más: pasar humildemente a través del Ministerio Eclesial. ¡Y eso tenemos que valorizarlo! Es un Don, pero es también una Curación, es una Protección y también la seguridad de que Dios nos ha Perdonado. Voy del hermano Sacerdote y digo: "Padre, he hecho esto..." Y él dice: "Yo te Perdono: es Dios Quien Perdona y yo estoy seguro, en ese momento, que Dios me ha Perdonado. ¡Y esto es hermoso! Esto es tener la seguridad de lo que siempre decimos: "¡Dios siempre nos Perdona! ¡No se cansa de Perdonar!". Nunca debemos cansarnos de ir a pedir Perdón. "Pero, Padre, me da vergüenza ir a decirle mis pecados...". "¡Pero, mira, nuestras madres, nuestras mujeres, decían que es mejor sonrojarse una vez, que mil veces tener el color amarillo!" Tú te sonrojas una vez, te Perdona los pecados y adelante...
No olvidemos que Dios nunca se cansa de Perdonarnos; mediante el Ministerio del Sacerdote nos Estrecha en un nuevo Abrazo que nos Regenera y nos permite Levantarnos de nuevo y reanudar el camino. Porque ésta es nuestra vida: continuamente levantarse y seguir adelante» (20-11-2013).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

¿QUIÉN ES MI PRÓJIMO?


«¿Quién de éstos te parece que fue el prójimo?» (Lc. 10, 36)
«Ante la réplica del doctor de la Ley, Jesús no dio una respuesta abstracta. No dijo: El prójimo es cualquier persona que se halla en estrechez y necesita ayuda. Da más bien una indicación práctica. La pregunta de Jesús se refiere a la acción, y la acción se rige conforme a las circunstancias. Al responder el doctor de la ley no pudo menos de confesar: El que practicó la misericordia con él. Jesús invita a obrar: Haz tú lo mismo. El amor al prójimo es amor en acción. «Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino de obra y de verdad» (1 Jn 3, 18). «Si un hermano o hermana se encuentran desnudos y carecen del alimento diario, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué servirá esto?» (Sant 2, 15).
Los dos ministros del Culto Divino solemne sirvieron ciertamente a Dios, pero no al prójimo que se hallaba en la necesidad. El samaritano los aventaja en el cumplimiento de la Ley... Jesús echa mano de la Doctrina Profética: «Misericordia Quiero, y no sacrificio» (Os 6:6). La mejor preparación para el cumplimiento del Precepto del amor al prójimo es un corazón accesible a la miseria, el sentir misericordia, el «conmoverse las entrañas» a la vista de la miseria humana. Cuando un hombre se siente mal al ver la miseria, está preparado para el amor. «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán Misericordia» (Mt 5:7). El mayor impedimento es el corazón endurecido. La misericordia debe convertirse en amor de obras, tal como lo exige el momento. El Precepto del amor no puede desmenuzarse en artículos. Lo que la realidad muestra, exige y hace posible, eso debe hacerse. Así obró el samaritano en su situación. Así se pone en práctica la entrega a la Voluntad de Dios. En efecto, el que ama con obras y sabe responder a todo llamamiento de la miseria humana, ése es obediente a Dios». (P. Alois Stoger).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
DEL MISAL ROMANO


Semper Mariam In Cordis Tuo.

EN COMPAÑÍA DE JESÚS (I)


«Señor, ¿a quién iremos? Tú solo Tienes Palabras de Vida Eterna» (Jn. 6, 69). Nosotros creemos que eres el Verbo Divino, Encarnado para Instruirnos. Eres Dios que Hablas a nuestras almas, porque «en estos postreros días Dios nos ha Hablado por Su Hijo» (Hb. 1, 2). Creemos en Ti, oh Jesús, acatamos todo lo que nos Dices de los Secretos Divinos y, porque aceptamos Tus Palabras, nos entregamos a Ti para vivir de Tu Evangelio.
Dices que, para ser Perfectos, hay que dejarlo todo para seguirte, (Mt. 19, 21), y porque lo creemos lo abandonamos todo para unirnos a Ti (Mt. 19, 27). Sé nuestro Guía, Luz Indefectible, pues en Ti ciframos todas nuestras Esperanzas. No nos deseches a los que venimos a Ti para acercarnos al Padre: ya que has Dicho: «Al que viene a Mí no le echaré fuera» (Jn. 6, 37). (B. Columba Marmión, Monje Benedictino).
Semper Mariam In Cordis.
MARÍA BENDITA



.Tú eres la misma Dulzura.
«Que la Esperanza en la Misericordia de Dios nos sostenga en el tumulto de las pasiones y contradicciones. Corramos confiadamente al Sacramento de la Penitencia en el que el Señor nos Espera con una Ternura Infinita. Y una vez Perdonados nuestros pecados, olvidémonos de ellos, porque el Señor ya lo ha hecho antes que nosotros. Aun admitiendo que hubieras hecho todos los pecados del mundo, el Señor te repite: «Tus muchos pecados están Perdonados porque has amado mucho».
Señor Jesús, Tú eres la misma Dulzura: ¿cómo podría vivir sin Ti? Ven, Señor, a tomar Tú solo posesión de mi corazón». (S. Pío de Pietrelcina, Pbro Capuchino).
Semper Mariam In Cordis Tuo.

¡ALABARÉ!


«No existen fechas malas o inoportunas: todos los días son buenos, para servir a Dios. Sólo surgen las malas jornadas cuando el hombre las malogra con su ausencia de Fe, con su pereza, con su desidia que le inclina a no trabajar con Dios, por Dios. Alabaré al Señor en cualquier ocasión. El tiempo es un tesoro que se va, que se escapa, que discurre por nuestras manos como el agua por las peñas altas. Ayer pasó, y el hoy está pasando. Mañana será pronto otro ayer. La duración de una vida es muy corta. Pero, ¡cuánto puede realizarse en este pequeño espacio, por amor de Dios!» (S. Josémaría Escrivá de Balaguer, Pbro y Fundador).
Semper Mariam In Cordis Tuo.