Esta es una página de difusión de la Fe Cristiana a la luz del Magisterio de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

«Es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da Testimonio y Anuncia». (B. Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, nº 24)
.EL SEÑOR GUARDA A LOS PEQUEÑOS.

«Tú, el más pequeño de los hombres ¿quieres encontrar la Vida? Guarda la Fe y la Humildad y encontrarás en ellas la Compasión, la Ayuda, las Palabras que Dios te Dirá en tu corazón y también encontrarás a Aquel que te Acompaña y Permanece secreta y visiblemente cerca de ti. ¿Quieres descubrir lo que da la Vida? ¡Camina por el sendero de la simplicidad, no pretendas conocer nada ante Dios! La Fe sigue a la simplicidad, pero la presunción sigue a las sutilezas del conocimiento y los recovecos del pensamiento que alejan de Dios.

Cuando te presentas ante Dios para la oración, hazte pequeño como una hormiga... como un niño que balbucea. ¡No digas nada ante Él con la presunción de saberlo, sino acércate a Dios con un corazón de niño. Ve delante de Él para recibir los favores con los que los padres colman a sus hijos más pequeños. Alguien ha dicho: “El Señor guarda a los pequeñuelos” (Sal. 116, 6). En su inocencia, el cuerpo de aquel que es como un niño pequeño, está revestido de una protección invisible por esta providencia oculta que guarda a los miembros frágiles para que nada les pueda dañar». (Isaac el sirio, Monje).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
.AUXILIUM CHRISTIANORUM.


«Propagad la devoción a María Auxiliadora 
y veréis lo que son Milagros»
(Don Bosco)

Semper Mariam In Cordis Tuo.

.TÚ ERES MI VIDA, SEÑOR.

«Dios Todopoderoso y Eterno..., a Cristo nuestro Señor Le Hiciste Fundamento de todo y de Su Plenitud Quisiste que participáramos todos. Siendo Él de Condición Divina Se Despojó de Su Rango, y por Su Sangre Derramada en la Cruz Puso en Paz todas las cosas; y así, Constituido Señor del Universo, Es Fuente de Salvación para cuantos creen en Él. (Misal Romano).
No Permitas, Dios mío, me olvide de que no sólo Eres Vida para mí, sino mi Única Vida. Tú eres «el Camino, la Verdad y la Vida». Tú eres mi Vida y la de todo viviente. Los hombres todos, todos los que conozco, con los que me encuentro, a los que veo o de quienes oigo hablar, no viven sino por Mediación Tuya. No Permitas que lo olvide durante las ocupaciones diarias. Dame un Amor verdadero a las almas, a esas almas por las cuales Tú has Muerto. Enséñame a orar por su Conversión y a contribuir a ello en cuanto esté de mi parte. Por capaces que sean, por buen corazón que tengan, por nobles y dotadas que estén, no pueden Salvarse si no Te poseen a Ti.
Señor mío, Perfecto en Ti mismo, sólo Tú Puedes bastarme. Tu Sangre basta para el mundo entero. Igual que bastas para mí, bastas también para la entera estirpe de Adán. Señor mío Jesús, que Tu Cruz baste para todos, que para todos sea Eficaz. Y que sea Eficaz para mí, que lo necesito más que los otros,no sea
que después de «haber tenido cuanto necesito y nadado en la abundancia» (Fil 4, 18), no lleguen mis frutos a Maduración. (P. Gabriel de Sta Magdalena OCD).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
.ABAJÉMONOS TAMBIÉN NOSOTROS.


«Amigo, parezcámonos a Aquél que nos Da la Vida. Siendo Rico Se empobreció a Sí mismo.Habitando en las Alturas, no tuvo lugar donde reposar la cabeza. Siendo así que Vendrá sobre las nubes, cabalgó sobre un asno para entrar en Jerusalén. Siendo Dios e Hijo de Dios, Se Hizo semejante a un siervo.

Él, que es el descanso de todas las penas, se cansó de la dureza del camino. Él, que es la Fuente que apaga toda sed, Sintió sed y Pidió agua para beber.  Él, que es la Saciedad que sacia nuestra hambre, Tuvo hambre cuando Ayunó en el desierto para ser Tentado. Él, que es el Centinela que no duerme, Se durmió y se acostó en la barca en alta mar. Él, que es servido en la Mansión de Su Padre, Se dejó servir por manos de hombre. Él, que es el Médico de todos los enfermos, Sus manos fueron traspasadas por los clavos. A Él, cuya boca Anunciaba cosas Buenas, se le dio hiel para beber.

Él, que no había hecho ningún mal ni perjudicado a nadie, fue golpeado con látigos  y Soportó los ultrajes. Él, que Da Vida a todos los muertos, se entregó Él mismo a la Muerte de Cruz.

Si nuestro Vivificador ha hecho Él mismo Experiencia de todo este Abajamiento, abajémonos también nosotros, amigos míos». (Afraates, Monje y Obispo).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
.TE BUSCO, SEÑOR.

«Señor, quería buscar mi felicidad en las criaturas de este mundo, tal como veía que lo hacían tantas personas a mi alrededor. Pero cuánto más buscaba, menos hallaba; cuánto más me acercaba a ellas, más me alejaba. Porque las cosas me decían: «Yo no soy eso que buscas». ¿Es, pues, a Ti, Señor a Quien durante tanto tiempo he buscado? ¿Es, pues, hacia Ti que la atracción de mi corazón siempre y sin cesar luchaba? Entonces ¿por qué no Te me has mostrado antes? ¿Cómo es posible que durante tanto tiempo hayas diferido este encuentro? ¿En cuántos caminos extenuantes no me he yo atascado? Porque es realmente Feliz el hombre a Quien Tú previenes con tanto Amor; no le dejas en reposo hasta que en Ti sólo busca su Descanso». (B. Enrique Susón O.P.)
Semper Mariam In Cordis Tuo.

.DONES DEL ESPÍRITU SANTO: 
DON DE SABIDURÍA.

Es un Hábito Sobrenatural, inseparable de la Caridad, por el cual juzgamos Rectamente de Dios y de las Cosas Divinas por sus últimas y altísimas Causas bajo el Instinto especial del Espíritu Santo, que nos las hace saborear por cierta Connaturalidad y simpatía. «Está enraizado en la voluntad y crece al mismo tiempo que la Caridad. Ésta crece como resultado de los actos de Misericordia y Fidelidad a la oración. Existen serios obstáculos para ello, tales como la renuencia a perdonar y la tendencia a guardar rencor o rehusarse a una reconciliación. Estas cosas obstaculizan la Caridad más que otra clase de pecados» (Fr. Thomas Keating O.C.S.O). «En el Eclesiástico se dice que "el amor es gloriosa Sabiduría. Aquellos a quienes ella se manifiesta, la aman luego que la ven y reconocen sus grandes obras" (1 14-15). Por tanto, el Don de Sabiduría supone el amor de Dios; es ciencia mística y afectiva de las Cosas Divinas y, por consiguiente, supone en esta vida la Fe, que antecede y regula al Amor, y en el Cielo, la Visión Beatifica, de la que procede el Amor y el Gozo» (Fr. Juan de Sto Tomás O.P.) Aquí la palabra Sabiduría significa, a la vez, saber y sabor. Las almas que la experimentan comprenden muy bien el sentido de aquellas palabras del Salmo: «Gustad y ved cuán Suave Es el Señor» (Sal. 33, 9). Experimentan Deleites Divinos que les hacen presentir un poco los Goces inefables de la Eternidad Bienaventurada. NECESIDAD DE ESTE DON Como se dijo, es absolutamente necesario para que la Virtud de la Caridad pueda desarrollarse con toda Plenitud y Perfección. (Mientras tanto, la Virtud) tiene que someterse a la regulación humana, al pobre modo humano que forzosamente le imprimirá el hombre. Siendo una Virtud Divina que tiene alas para volar hasta el Cielo, se la obliga a moverse a ras del suelo: por razones humanas, hasta cierto punto, sin comprometerse mucho, con grandísima “prudencia”, con mezquindades, etc. Únicamente cuando empieza a recibir la influencia del Don de Sabiduría (…) empieza a crecer y desarrollarse rápidamente, llevando condigo al alma, como en volandas, por las regiones de la vida Mística hasta la cumbre de la Perfección. EFECTOS DEL DON DE SABIDURÍA 1. Les da a los Santos el Sentido Divino de Eternidad, con que juzgan todas las cosas. En todo ven la Mano de Dios que Dispone o Permite aquellas cosas para sacar mayores Bienes. No se detienen en la causa segunda (p. ej., la malicia de los hombres); no llaman desgracia a lo que los hombres suelen llamar (enfermedad, persecución, pobreza, muerte), sino únicamente a lo que en realidad lo es, por serlo delante de Dios (pecado, tibieza, infidelidad a la Gracia). «¿De qué me vale esto para la Eternidad?», se preguntaba S. Luis Gonzaga. Y que tal Perfección no te asuste ni desanime, pues a ella debemos tender tú y yo: «Sed Santo como Yo Soy Santo» (1 Pe 1, 16). 2. Hace vivir de un modo enteramente Divino todos los Misterios de nuestra Fe. 3. Les hace vivir en Sociedad con las Tres Divinas Personas, mediante una Participación inefable de Su Vida Trinitaria. Se han juntado en ella Marta y María de modo tan inefable, que la actividad prodigiosa de Marta en nada compromete el sosiego y la paz de María, que permanece día y noche en silenciosa y entrañable contemplación a los pies de Su Divino Maestro. Su vida acá en la tierra es ya un comienzo de la Eternidad Bienaventurada. 4. Perfecciona todas las Virtudes y lleva hasta el Heroísmo la Virtud de la Caridad. Finalidad fundamental del Don de Sabiduría. Su efecto más impresionante es la muerte del propio yo. Aman a Dios con un amor Purísimo, por sola Su Infinita Bondad, sin mezcla de interés o de motivos humanos. Es verdad que no renuncian a la Esperanza del Cielo, sino que lo desean más que nunca; pero es porque en él podrán amar a Dios con mayor intensidad y sin descanso. Y acostumbrados a ver a Dios en todas las cosas, aun en los más mínimos acontecimientos, lo ven de manera especialísima en el prójimo. MEDIOS PARA FOMENTAR ESTE DON Además de los que ya conocemos –recogimiento, vida de oración, fidelidad a la Gracia, invocación frecuente del Espíritu Santo, profunda Humildad, etc.- podemos disponernos también con los siguientes medios: 1. Esforzarnos en ver todas las cosas desde el punto de vista de Dios. Nuestra cortedad de vista es tan grande muchas veces, que no acertamos a remontar nuestra mirada por encima de las causas puramente humanas para ver los Designios de Dios en todo cuanto ocurre. Si se nos molesta –aunque sea inadvertidamente-, nos enfadamos y lo llevamos muy mal. Hasta que nos esforcemos un poco por levantar nuestras miradas al Cielo, y prescindiendo de las causas segundas, no acertaremos a ver la Mano de Dios. 2. Combatir la sabiduría del mundo «que es necedad ante Dios» (1 Cor. 3, 19). ¿Queremos conocer si somos del número de los sabios o de los necios? Examinemos nuestros gustos y disgustos, ya sea ante Dios y las Cosas Divinas, ya entre las criaturas y las cosas terrenas. ¿De dónde nacen nuestras satisfacciones y sinsabores? ¿En qué cosas encuentra nuestro corazón su reposo y contentamiento? Este examen es un excelente medio para adquirir la Pureza de corazón. 3. No aficionarse demasiado a las cosas de este mundo aunque sean buenas y honestas. 4. No apegarse a los Consuelos espirituales sino pasar a través de ellos. Hay que estar dispuestos a servir a Dios en la oscuridad lo mismo que en la Luz, en la sequedad que en los consuelos, en la aridez que en los deleites espirituales. Hay que buscar directamente al Dios de los Consuelos, no los Consuelos de Dios. Resumen del capítulo 14, de “El gran Desconocido. El Espíritu Santo y Sus Dones”, del Padre Antonio Royo Marín O.P. Para la mayor Gloria de Dios Semper Mariam In Cordis Tuo.
.DONES DEL ESPÍRITU SANTO: 
DON DE ENTENDIMIENTO.


Es un Hábito Sobrenatural, Infundido por Dios con la Gracia Santificante, por el cual la inteligencia del hombre, bajo la Acción Iluminadora del Espíritu Santo, se hace apta para una penetrante intuición de las Cosas Reveladas y aún de las naturales, en orden al Fin Sobrenatural.

Sólo el Divino Espíritu puede poner en movimiento los Dones de Su mismo Nombre. Sin Su Divina Moción, los Hábitos Sobrenaturales de que venimos hablando, permanecen ociosos, ya que el hombre es absolutamente incapaz de actuarlos ni siquiera con Ayuda de la Gracia. No puede el hombre hacer otra cosa, con la Ayuda de la Gracia, que disponerse para recibir la Moción Divina –removiendo los obstáculos, permaneciendo a la Gracia, implorando humildemente esa Actuación Santificadora, etc.- y secundar libre y meritoriamente la Moción del Divino Espíritu cuando se produzca de hecho.

La Virtud de la Fe proporciona al entendimiento Creado el conocimiento de las Verdades Sobrenaturales de una manera imperfecta, al modo humano; mientras que el Don de Entendimiento le hace apto para la penetración profunda e intuitiva de esas mismas Verdades Reveladas.

El Don de Entendimiento se distingue de la Sabiduría, Ciencia y Consejo, en cuanto que su función propia es la penetración profunda en las Verdades de la Fe sin emitir juicio sobre ellas; mientras que a los demás corresponde un recto juicio: si se refiere a las Cosas Divinas, pertenece al Don de la Sabiduría; si se refiere a las cosas Creadas, al Don de Ciencia; si es la aplicación de casos concreto y singulares, corresponde al Don de consejo.

NECESIDAD DEL DON DE ENTENDIMIENTO

«Este Don no es puramente especulativo, sino también práctico, porque no solamente Perfecciona el entendimiento y le hace comprender las Verdades propuestas por la Fe, sino que por medio de esta inteligencia inclina y mueve a la voluntad, ya para el ejercicio de las Buenas Obras, ya para el más perfecto amor de Dios.

En el Salmo 118, le pide David a Dios, que le Dé Entendimiento para meditar Su Santa Ley, y para guardarla en su corazón; y en el mismo Salmo (118, 144) le pide de este modo: «Señor, Dame Entendimiento y viviré», es decir, Dame Entendimiento de Tus Verdades y viviré con Fidelidad; Dame Entendimiento de Tu Bondad y viviré enamorado de ella, y siempre Te estaré amando; Dame Entendimiento de Tus Dulzuras y Delicias espirituales, y viviré tan aficionado a ellas, que tendré en bien poco los bienes de este mundo, y no permitas que mi corazón se apegue a ellos desordenadamente» (P. Manuel Denche, O.SS.T.).

EFECTOS DE ESTE DON

1. Nos hace ver la Sustancia de las Cosas ocultas bajo los accidentes. En Virtud de este Don, los Místicos perciben la Divina Realidad oculta bajo los velos Eucarísticos. De ahí que su amor por la Eucaristía, es en ellos un verdadero Martirio de hambre y sed.

2. Nos descubre el Sentido oculto de las Divinas Escrituras. Es lo que Realizó el Señor con los discípulos camino de Emaús cuando «les Abrió la inteligencia para entender las Escrituras» (Lc. 24, 45).

3. Nos manifiesta el Significado misterioso de las semejanzas y figuras. Así S. Pablo vio a Cristo en la piedra que manaba agua viva para apagar la sed de los israelitas en el desierto: «Y lo roca era Cristo» (1 Cor. 10, 4)
Con todo esto se comprende que, perfeccionada por él, la Virtud de la Fe llega a alcanzar una intensidad vivísima. No se rompen del todo jamás en esta vida los velos del Misterio -«ahora vemos por un espejo, oscuramente» (1 Cor. 13, 12)-, pero sus profundidades pueden ser penetradas por el alma. «En esta vida, escribe Sto Tomás de Aquino, Purificado el ojo del espíritu por el Don de Entendimiento, puede verse a Dios en cierto modo».

VICIOS CONTRARIO A ESTE DON

Principalmente dos: la ceguera espiritual y el embotamiento del sentido espiritual. La primera es la privación total de la visión; la segunda, un debilitamiento notable de la misma. Y las dos proceden de los pecados carnales (lujuria y gula).
Esta ceguera de la mente es la que padecen todas las almas tibias, porque tienen en sí este Don, pero detenida estás su mente en las cosas de aquí abajo, faltas de recogimiento interior y de espíritu de oración, derramadas continuamente por los caños de los sentidos, sin una consideración atenta de las Verdades Divinas. Y muchas veces, con presunción, pretenden guiar a otros ciegos (Mt. 15, 14).

MEDIOS PARA FOMENTAR ESTE DON

1. Avivar la Fe con ayuda de la Gracia Divina. Dios Da Sus Gracias a quien se dispone mejor para recibirlas.

2. Perfecta Pureza de alma y cuerpo. «Bienaventurados los Limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt. 5, 8).

3. Recogimiento interior. Sólo allí Habla en silencio a las almas. «Las llevaré a la soledad y les Hablaré al corazón» (Os 2, 14).

4. Fidelidad a la Gracia. «Si hoy oyereis Su Voz, no endurezcáis vuestro corazón» (Sal 94, 8).

5. Invocar al Espíritu Santo. Ninguno de estos medios podremos practicar sin la Ayuda de la Gracia Preveniente del mismo Espíritu Santo. La Secuencia de la Fiesta de Pentecostés debería ser, después del Padrenuestro y del Ave María, la oración predilecta de las almas interiores. Y a ejemplo de los Apóstoles, asociemos nuestras oraciones las del Corazón Inmaculado de María (Hch. 1, 14), la Virgen Fidelísima y Celestial Esposa del Espíritu Santo».

Resumen del capítulo 13, de “El gran Desconocido. El Espíritu Santo y Sus Dones”, del Padre Antonio Royo Marín O.P.

Para la mayor Gloria de Dios

Semper Mariam In Cordis Tuo.
.DONES DEL ESPÍRITU SANTO: 
DON DE CIENCIA.

Es un Hábito Sobrenatural Infundido por Dios con la Gracia Santificante, por el cual la inteligencia del hombre, bajo la Acción Iluminadora del Espíritu Santo, juzga de las cosas Creadas en orden al Fin último Sobrenatural.

No se trata de la ciencia humana o filosófica, que da conocimiento de las cosas por raciocinio natural. Ni tampoco de la Ciencia Teológica que deduce las Verdades Reveladas por Dios valiéndose también del raciocinio. Es la recta estimación de la presente vida temporal en orden a la Vida Eterna por una Ilustración especial del Espíritu Santo, es decir, que alcanza a juzgar de todo lo Creado con una Luz superior a la simple razón.

El Don de Ciencia reside en el entendimiento, lo mismo que la Fe, a la que Perfecciona.
Y como las cosas Creadas pueden relacionarse con nuestro último Fin, sea impulsándonos hacia él, como también apartándonos del mismo -por el pecado-, este Don da al hombre justo el recto juzgar en ambos sentidos, es decir, nos muestra qué camino seguir y cuál no. También se extiende el Don de Ciencia a las Cosas Divinas, Procedentes de Dios, según aquello de S. Pablo: «Lo invisible de Dios, Su Eterno Poder y Divinidad, son conocidos mediante las criaturas» (Rom. 1, 20).

NECESIDAD DEL DON DE CIENCIA

Es absolutamente necesario para que la Fe pueda llegar a su plena expansión y desarrollo. Sin él, incluso peligraría, pues sin poder relacionar las cosas Creadas a nuestro último Fin, fácilmente erraríamos el camino -como lo hemos experimentado por el pecado-.

EFECTOS DE ESTE DON EN NUESTRA ALMA

1) Como se dijo, ayuda a relacionar las cosas Creadas con el último Fin: «¡Cuan vil me parece la tierra, exclama S. Ignacio de Loyola, cuando contemplo el Cielo!» La nada de las cosas Creadas, contemplada a través del Don de Ciencia, hacía que San Pablo las estimase todas como basura con tal de ganar a Cristo (Fil. 3, 8). La Belleza de Dios, reflejada en la hermosura y fragancia de las flores, obligaba a S. Pablo de la Cruz a decirles entre transportes de amor: «Callad, florecitas, callad...». Y este mismo sentimiento es el que daba al pobre de Asís aquel sublime sentido de fraternidad universal con todas las cosas Salidas de las manos de Dios: el hermano sol, el hermano lobo, la hermana flor...

2) Nos guía ciertamente acerca de lo que tenemos y no tenemos que creer. Un alma, iluminada por este Don, tiene instintivamente el sentido de la Fe, aquel por el cual instintivamente se da cuenta si una devoción, una doctrina, un consejo, una máxima cualquiera, está de acuerdo, o no, con la Verdadera Fe.

3) Nos inspira el modo más acertado de conducirnos con el prójimo en orden a la Vida Eterna. Nos enseña qué hacer y cómo hacerlo; qué hablar y cómo hablarlo, etc.

4) Nos desprende de las cosas de la tierra. Es consecuencia lógica de aquel recto juzgar de las cosas. El Don de Ciencia da a los Santos esa visión profunda sobre la necesidad del desprendimiento absoluto que admiramos, por ejemplo en un S. Juan de la Cruz. Para el alma Iluminada con el Don de Ciencia, la Creación es un libro abierto donde descubre sin esfuerzo la nada de las criaturas y el todo del Creador.

5) Nos llena de contrición y arrepentimiento de nuestros pasados errores y pecados.

VICIOS QUE SE OPONEN A ESTE DON

La ignorancia, la cual puede ser culpable, ya sea por ocupar voluntariamente nuestro espíritu en cosas vanas o curiosas, o aun en las ciencias humanas sin la debida moderación, dejándonos absorber excesivamente por ellas y no dando lugar al estudio de la ciencia más importante, que es la de nuestra propia Salvación o Santificación. Sea esto por una vana presunción, confiando en nuestra propia ciencia y luces. De ello nos avisa el mismo Señor Jesucristo: «Gracias Te Doy, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y prudentes y las Revelaste a los pequeños» (Mt. 11, 25).

MEDIOS PARA FOMENTAR ESTE DON

Luego de los medios generales siempre necesarios -recogimiento, fidelidad a la Gracia, oración, etc.-, he aquí otros igualmente importantes:

1) Considerar la vanidad de las cosas terrenas.

2) Acostumbrase a relacionar con Dios todas las cosas Creadas.

3) Oponerse enérgicamente al espíritu del mundo. Huyamos de las reuniones mundanas, donde corren como moneda legítima palabras y acciones totalmente contrarias al Espíritu de Dios. También renunciemos a espectáculos y diversiones tantas veces saturados de espíritu malsano.

4) Ver la mano de la Providencia Divina en el gobierno del mundo y en todos los acontecimientos sean prósperos o adversos de nuestra vida. Nunca conseguiremos esto del todo, hasta que actúe en nuestra alma el Don de Ciencia y sobre todo, el Don de Sabiduría. Es Dogma de Fe que Dios Cuida con Amorosa Providencia de todos nosotros, aunque no acertemos muchas veces a descubrir Sus secretos Designios por los cuales Dispone o Permite ciertas situaciones en la vida.

5) Preocuparse por la pureza del corazón. Hay estrecha relación entre la guarda del corazón y en cumplimiento exacto de nuestros deberes con las Iluminaciones de lo Alto: «Soy más entendido que los ancianos, dice el Salmista, si guardo Tus Preceptos» (Sal 118, 100).

Resumen del capítulo 12, de “El gran Desconocido. El Espíritu Santo y Sus Dones”, del Padre Antonio Royo Marín O.P.

Para la mayor Gloria de Dios.
Semper Mariam In Cordis Tuo.


.DONES DEL ESPÍRITU SANTO: 
DON DE CONSEJO.

Es un Hábito Sobrenatural por el cual el alma en Gracia, bajo la Inspiración del Espíritu Santo, intuye rectamente, en los casos particulares, lo que conviene hacer en orden al Fin último Sobrenatural.
La Prudencia Sobrenatural juzga rectamente lo que hay que hacer en un momento dado, guiándose por las luces de la razón Iluminada por la Fe. Pero el Don de Consejo intuye rápidamente lo que debe hacerse bajo el Instinto y Moción del Espíritu Santo. Por eso, el modo de acción es discursiva en la Virtud de la Prudencia, mientras que en el Don es intuitivo, Divino.

IMPORTANCIA Y NECESIDAD
Es indispensable para perfeccionar la ya mencionada Virtud de la Prudencia, sobre todo, en ciertos casos repentinos, imprevistos y difíciles de resolver, que requieren solución inmediata, puesto que el pecado o el Heroísmo es cuestión de un instante. Es muy difícil a veces conciliar la suavidad con la firmeza, la necesidad de guardar un secreto sin faltar a la verdad, la vida interior con el Apostolado, el cariño afectuoso con la Castidad más exquisita, la prudencia de la serpiente con la sencillez de la paloma (Mt. 10, 16). Para todas estas cosas no basta con las luces de la Prudencia, se requiere la intervención del Don de Consejo.

EFECTOS DEL DON DE CONSEJO
1. Preserva del peligro de una falsa conciencia. Casi no hay pasión desordenada que no pueda justificarse de algún modo invocando algún principio moral, tal vez muy cierto y seguro en sí mismo, pero mal aplicado a ese caso particular. La intervención del Don de Consejo, que, superando las luces de la razón natural, entenebrecida por el capricho o la pasión, dicta lo que hay que hacer con una seguridad y fuerza inapelables, puede preservarnos de este gravísimo error de confundir la luz con las tinieblas.
2. Nos inspira los medios más oportunos para dirigir Santamente a los demás. Santos hubo que tuvieron este Don en grado Sumo. Santa Catalina de Siena era el brazo derecho y el mejor consejero del Papa. Santa Teresita de Lisieux desempeñó con exquisito acierto, en plena juventud, el difícil y delicado cargo de Maestra de Novicias, que tanta madurez y experiencia requiere.
3. Aumenta extraordinariamente nuestra docilidad a los legítimos superiores. Efecto admirable, que parece incompatible con el Don de Consejo, y que, sin embargo, es una de sus consecuencias más naturales y espontáneas. Nadie es tiene tan fuerte inclinación a pedir las luces de los legítimos representantes de Dios en la tierra –Superior, Director espiritual, Confesor-, como las almas movidas por este Divino Don.

FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO CORRESPONDIENTES
En cuanto relacionado con la Misericordia, al Don de Consejo le corresponden de algún modo los Frutos de Bondad y Benignidad.

VICIOS OPUESTOS
Se le opone por defecto, la precipitación en el obrar; también la temeridad que supone una falta de atención a las Luces de la Fe y la Inspiración Divina por excesiva confianza de sí mismo y en las propias fuerzas. Y por exceso, se opone la lentitud excesiva, porque, aunque es menester usar de madura reflexión antes de obrar, una vez tomada una determinación según las Luces del Espíritu santo, es necesario proceder rápidamente a la ejecución antes que las circunstancias cambien y las ocasiones se pierdan.

MEDIO DE FOMENTAR ESTE DON
Profunda Humildad: sin ella no se puede reconocer nuestra ignorancia para demandar las Luces de lo Alto. La oración humilde y perseverante tiene fuerza irresistible ante la Misericordia de Dios. Es preciso invocar al Espíritu Santo por la mañana, al levantarnos, para pedirle Su Dirección y Consejo a lo largo del día; al comienzo de cada acción, con un movimiento sencillo y breve del corazón, que será, a la vez, un acto de amor; en lo momentos difíciles o peligrosos, en los que, más que nunca, necesitamos las Luces del Cielo; antes de tomar una decisión importante o emitir algún juicio orientador para los demás, etc.

Resumen del capítulo 11, de “El gran Desconocido. El Espíritu Santo y Sus Dones”, del Padre Antonio Royo Marín O.P.

Para la mayor Gloria de Dios.

Semper Mariam In Cordis Tuo.

.DONES DEL ESPÍRITU SANTO: 
DON DE PIEDAD.


Caminando hacia la gran Fiesta de Pentecostés, veamos hoy el tercer Don del Espíritu Santo a las almas:

EL DON DE PIEDAD

Es un Hábito Sobrenatural Infundido por Dios con la Gracia Santificante para excitar en nuestra voluntad, por Instinto del Espíritu Santo, un afecto filial hacia Dios, considerado como Padre, y un sentimiento de fraternidad universal para con todos los hombres en cuanto hermanos e hijos del mismo Padre que Está en el Cielo.

Se distingue de la Virtud Cardinal del mismo nombre en que ésta tiende a Dios como Padre –lo mismo que el Don-, pero en una modalidad humana, o sea, regulada por la razón Iluminada por la Fe; mientras que este Don lo hace por Instinto del Espíritu Santo, es decir, apoyada en el Poder de Dios.

El Don de Piedad es absolutamente necesario para Perfeccionar hasta el heroísmo la materia perteneciente a la Virtud de la Justicia y a todas sus derivadas, especialmente la Religión y la Piedad, sobre la que recae de manera más inmediata y principal.

¡Qué distinto es, por ejemplo, practicar el Culto de Dios únicamente bajo el impulso de la Virtud de la Religión, que nos lo presenta como Creador y Dueño Soberano de todo cuanto existe, a practicarlo por Instinto del Don de Piedad, que nos hace ver en Él a un Padre Amoroso que nos Ama con Infinita Ternura! Las cosas del servicio de Dios –Culto, Oración, Sacrificio, etc.- se cumplen casi sin esfuerzo alguno, con exquisita perfección y delicadeza: se trata del servicio al Padre, no ya sólo al Dios de Tremenda Majestad.

Y aún en lo referente a las mismas cosas materiales ¡cómo cambia el panorama! Todas ellas –incluso el lobo, los árboles, las flores y la misma muerte- son hermanas nuestras (S. Francisco de Asís).

Este Don se proyecta sobre todo lo que se relaciona con Dios: la Sagrada Escritura, porque contiene Su Palabra; los Bienaventurados, que Lo Poseen en la Gloria; las almas del Purgatorio, que se Purifican para Él; los hombres de la tierra, que caminan hacia Él.

EFECTO QUE ESTE DON PRODUCE EN EL ALMA

1. Una gran ternura filial hacia el Padre que Está en el Cielo: «Porque no habéis recibido el espíritu de esclavitud para reincidir de nuevo en el temor, antes habéis recibido el espíritu de filiación adoptiva, por el que clamamos ‘Abbá’, ¡Padre! El mismo Espíritu Da Testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios» (Rom. 8, 15-16).

2. Nos hace penetrar en el Misterio de la Vida Íntima de Dios, dándonos un sentimiento vivísimo, transido de respeto y adoración, de la Divina Paternidad con respecto del Verbo Eterno. El alma se complace con inefable dulzura en el Misterio de la Generación Eterna del Verbo, que constituye, si es lícito hablar así, la Felicidad misma de Dios. Aquí, el alma siente la necesidad de callar, de anonadarse, y de amar, sin más lenguaje que el de la adoración y las lágrimas.

3. Un filial abandono a los brazos del Padre Celestial: no pide nada ni rechaza nada en orden a su salud o enfermedad, vida corta o larga, consuelo o arideces, energía o debilidad, persecuciones o alabanzas, etc. Se abandona totalmente y lo único que pide y ambiciona es Glorificarle y que todos los hombres reconozcan su filiación Divina adoptiva y se comporten como verdaderos hijos de Dios.

4. Nos hace ver en el prójimo a un hijo de Dios y hermano de Jesucristo.
Los Frutos del Espíritu Santo que deben atribuirse directamente al Don de Piedad son la Bondad y la Benignidad; e indirectamente la Mansedumbre, en cuanto aparta los impedimentos para los actos de Piedad.

VICIO OPUESTO A ESTE DON

La dureza de corazón, que nace del amor desordenado de nosotros mismos, pues este amor hace que no seamos sensibles más que a nuestros propios intereses y nada nos afecte sino lo que se relaciona con nosotros.
Un alma que no puede llorar sus pecados, al menos con las lágrimas del corazón, tiene mucho d impiedad o de impureza. Es una desgracia cuando en Religión se estiman más los talentos naturales y adquiridos que la Piedad; cuando se hace mucho más caso de un espíritu capaz de atender muchos negocios que de todas esas pequeñas devociones, que son, dicen, “cosas de mujeres”.

MEDIOS PARA FOMENTAR ESTE DON

1. Cultivar en nosotros el espíritu de hijos adoptivos de Dios: nunca se insistirá bastante en fomentar en nuestra alma este espíritu de filial confianza y abandono en brazos de nuestro Padre Amorosísimo. Dios es nuestro Creador, será nuestro Juez a la hora de la muerte, pero ante todo y sobre todo, es siempre nuestro Padre.

2. Cultivar el espíritu de fraternidad con todos los hombres: este es quizá, el medio más difícil, pero Dios nos lo Manda: «Ámense los unos a los otros como Yo los he Amado» (Jn. 13, 34), y el Apóstol Pablo escribe: «Todos sois hijos de Dios por la Fe en Jesucristo; porque cuantos en Cristo habéis sido Bautizados, os habéis Revestido de Cristo. No hay ya judío ni griego, no hay siervo o libre, no hay hombre o mujer, porque todos sois Uno en Cristo Jesús» (Gál. 2, 26-28).

3. Considerar todas las cosas, aún las puramente materiales, como pertenecientes a la Casa del Padre, que es la Creación entera. A qué distancia del pecado, que es siempre una especia de sacrilegio contra Dios o las cosas de Dios, nos pondría esta actitud tan cristiana, tan religiosa y tan meritoria delante de Dios.

Resumen del capítulo 10, de “El gran Desconocido. El Espíritu Santo y Sus Dones”, del Padre Antonio Royo Marín O.P.

Para la mayor Gloria de Dios

Semper Mariam In Cordis Tuo.
.DONES DEL ESPÍRITU SANTO: 
DON DE FORTALEZA.

Es un Hábito Sobrenatural que robustece al alma para practicar, por Instinto del Espíritu Santo, toda clase de Virtudes Heroicas con invencible confianza en superar los mayores peligros o dificultades que puedan surgir.

Actuar por Instinto del Espíritu Santo es lo propio y específico de los Dones; obra por impulso interior, a manera de instinto, que proceda directa o inmediatamente del mismo Espíritu Santo, que Pone en marcha Sus Dones.

A pesar de la semejanza de la definición, no se debe confundir el Don de Fortaleza con la Virtud Cardinal del mismo nombre. Porque, si bien suponen ambos una cierta firmeza y energía de espíritu, la Virtud de la Fortaleza tiene sus límites en la potencia humana, que nunca podrá sobrepasar; pero el Don del mismo nombre, en cambio, se apoya en la Potencia Divina, según la expresión del Profeta: «Con mi Dios Traspaso la muralla» (Sal. 18, 30), o sea, traspasaré los obstáculos que puedan surgir para alcanzar el último Fin. La Virtud de la Fortaleza porque se encuentra limitada por la potencia humana, no se extiende igualmente a toda clase de dificultades; por eso se pueden dar casos de quienes por ejemplo, superan las tentaciones del orgullo pero no tanto las de la carne, o quien evita cierta clase de peligros pero no otros.

El Don de Fortaleza, en cambio, apoyándose plenamente en la Divina Omnipotencia, se extiende a todo, se basta para todo, y hace exclamar con Job: «Ponme, Dios mío, Junto a Ti y venga a asaltarme el que quiera» (17, 3). Podrá, pues, con este Divino Don, el hombre, superar ágilmente todo peligro y enemigo, combatir y vencer en toda batalla, y repetir con el Apóstol: «Todo lo puedo en Aquel que me Conforta» (Fil. 4, 13).

En conclusión: el Don de Fortaleza es absolutamente necesario para la Perfección de la Virtud Cardinal del mismo nombre, para la de todas las Virtudes Infusas –Fe, Esperanza y Caridad-, y a veces, incluso, para la simple permanencia en el estado de Gracia.

EFECTOS QUE PRODUCE EN EL ALMA

1. Proporciona al alma, una energía inquebrantable en la práctica de la Virtud.
2. Destruye por completo la tibieza en el servicio de Dios.
3. Hace al alma valiente ante toda clase de peligros y enemigos.
4. Hace soportar los mayores dolores con Gozo y Alegría. «He llegado a no poder sufrir, decía Santa Teresita de Lisieux, porque me es dulce todo padecimiento».
5. Proporciona al alma el Heroísmo de lo pequeño, además del Heroísmo de lo grande. No se necesita mayor Fortaleza para sufrir de un golpe el Martirio, que para soportar sin el menor desfallecimiento ese martirio a alfilerazos que constituye la práctica Heroica del deber de cada día, con sus mil menudos detalles y pequeñas incidencias.


Los Frutos del Espíritu Santo que responden a este Don, son la Paciencia y la Longanimidad. El primero, para soportar con Heroísmo los sufrimientos y males; el segundo, para no desfallecer en la práctica del Bien.

VICIOS OPUESTOS

Según San Gregorio, al Don de Fortaleza se oponen el temor desordenado o timidez, acompañado muchas veces de cierta flojera natural, que proviene del amor a la comodidad, nos impide emprender grandes cosas por la Gloria de Dios y nos impulsa a huir de la abyección y del dolor.

MEDIOS PARA FOMENTAR ESTE DON EN NUESTRA ALMA
Además de pedirlo constantemente a Dios Espíritu Santo,

- Acostumbrarse al cumplimiento exacto del deber a pesar de todas las repugnancias. La Actuación del Divino Espíritu no puede producirse para premiar la flojedad y pereza voluntaria.

- No pedir a Dios que nos quite la Cruz, sino que nos Dé fuerza para sobrellevarla Santamente. Y esperemos tranquilos, que pronto sonará la Hora de Dios. Jamás se deja vencer en Generosidad.

- Practicar, con valentía o debilidad, mortificaciones voluntarias. Hay mil pequeños detalles en la vida diaria: guardar silencio cuando se siente comezón de hablar; no quejarse nunca de las inclemencias del tiempo o de la calidad de la comida, etc; mostrarse cariñosos y serviciales con las personas antipáticas; recibir con Humildad y Paciencia las burlas, reprensiones y contradicciones. Estas y otras tantas cosas que necesitan muchas veces que violentemos nuestro orgullo o voluntad.

- Busquemos en la Eucaristía la Fortaleza para nuestras almas. S. Juan Crisóstomo dice que hemos de levantarnos de la Sagrada Mesa con fuerzas de león para lanzarnos a todas clase de obras heroicas por la Gloria de Dios. Es que en este Sacramento nos ponemos en contacto directo con Cristo, Verdadero León de Judá (Ap. 5, 5), que se Complace en transfundir a nuestras almas algo de Su Divina Fortaleza.

Resumen del capítulo 9, de “El gran Desconocido. El Espíritu Santo y Sus Dones”, del Padre Antonio Royo Marín O.P.


Semper Mariam In Cordis Tuo.
.MIRAD A MARÍA.
«Ustedes, los que comprenden que en el flujo y reflujo de este siglo flotan en medio de las borrascas y tempestades en vez de pisar en tierra firme, tengan fijos los ojos en nuestra Estrella, María, para no perecer en la tormenta. Si los vientos de las tentaciones se desencadenan y chocan con los escollos de las tribulaciones, miren a la Estrella; invoquen a María.
Si se sienten sacudidos por las olas del orgullo, de la ambición, de la maledicencia, de la envidia, miren a la Estrella; invoquen a María. Si la cólera, la avaricia o la codicia asaltan vuestra frágil alma, levanten los ojos a María. Si abrumados por la enormidad de vuestras culpas, y confundidos por las llagas repugnantes de vuestra conciencia, o espantados por el horror del Juicio que les espera, comienzan a sumergirse en el abismo de la tristeza y la desesperación, piensen en María. En los peligros, en las angustias y en el tormento de las dudas, piensen en María; invoquen a María.
Que María no se separe nunca de vuestros labios ni de vuestro corazón. Y para tener los Sufragios de Sus Oraciones, no olviden los Ejemplos de Su Vida. Siguiéndola no se extraviarán; invocándola, no caerán en la desesperación; contemplándola, no se equivocarán; con Su Apoyo, no podrán caer; bajo Su Protección, no hay por qué temer; Conducidos por Ella, no se fatigarán; si les es Propicia, llegarán seguramente a Puerto» (S. Bernardo, Obispo y Doctor de la Iglesia).
«Oh Señora, me has robado el corazón. Y yo te pregunto: ¿Dónde lo has puesto? ¿No lo habrás escondido en tu Corazón, por temor de que yo lo encuentre?
Oh, Robadora de Corazones,¿Cuándo me devolverás el mío? ¿Quieres quedarte con el para siempre?
Cuando yo Te lo pido, Tú sonríes, y Tu sonrisa me tranquiliza.
Pero, vuelto en mí, si Te lo vuelvo a pedir, me abrazas, oh Dulcísima.
Entonces, embriagado de Tu Amor, ya no pienso en mi corazón,
y no sé pedirte otra cosa que el Tuyo.
Desde este momento mi corazón se encuentra tan embargado por Tu Dulzura, que Te lo doy, para que Tú lo guíes y para que lo coloques en el Corazón de Tu Hijo» (Ricardo de San Lorenzo, Monje)
Semper Mariam In Cordis Tuo.

.DONES DEL ESPÍRITU SANTO: 
DON DE TEMOR DE DIOS.

Nos preparamos para la próxima gran Fiesta de Pentecostés.
«Los Dones del Espíritu Santo son todos Perfectísimos; pero, sin duda alguna, existe entre ellos una jerarquía que determina diferentes grados de Excelencia y Perfección. Esta escala jerárquica comienza en la base con el Don de Temor y acaba en la cumbre con el Don de Sabiduría, que es el más sublime y excelente de todos.
Veámoslo brevemente.
DON DE TEMOR
El Don de Temor es un Hábito Sobrenatural por el cual el justo, bajo el Instinto del Espíritu Santo y dominado por un sentimiento reverencial hacia la Majestad de Dios, adquiere docilidad especial para apartarse del pecado y someterse totalmente a la Divina Voluntad.
En su Acción personal en lo más íntimo del alma, el Espíritu del Padre y del Hijo Transmite algo de la Infinita Detestación del pecado que existe en Dios mismo, y de Su Voluntad de oponerse al Mal.
Virtudes relacionadas
Esperanza- El hombre siente natural propensión a amarse desordenadamente a sí mismo, a presumir que “algo es”, que algo vale y que algo puede en orden a conseguir la Bienaventuranza. Es el pecado de presunción, contrario por exceso a la Virtud de la Esperanza, que únicamente arrancará de raíz el Don de Temor al darnos un sentimiento Sobrenatural y vivísimo de nuestra radical impotencia ante Dios, que traerá como consecuencia el apoyarnos únicamente en la Omnipotencia Auxiliadora de Dios, que es, cabalmente, el motivo formal de la Esperanza cristiana. Sin la actuación intensa del Don de Temor, esta última nunca llegara a ser del todo Perfecta. Cuanto más débil y miserable siente uno, cuanto más capaz de todas las caídas, más se acoge a Dios, como se cuelga el niño de los brazos de Su Padre.
Templanza- Corrige el desorden que se experimenta en los placeres carnales, reprimiéndolos mediante el Temor Divino. Sin el refuerzo del Don de Temor, la Virtud de la Templanza se encontraría impotente para vencer siempre y en todas partes el ímpetu de las pasiones desordenadas.
Religión- Como es sabido, la Religión es la Virtud encargada de regular el Culto debido a la Majestad de Dios. Cuando esta Virtud es Perfeccionada por el Don de Temor, alcanza su máximo exponente y Plena Perfección. El Culto a la Divinidad se llena entonces de ese Temor reverencial que experimentan los mismos Ángeles ante la Majestad de Dios; de ese Temor Santo que se traduce en profunda adoración ante la Perfección Infinita de Dios: “Santo, Santo, Santo Es el Señor Dios de los Ejércitos” (Is 6,3).
Humildad- El contraste Infinito entre la Grandeza y Santidad de Dios y nuestra increíble pequeñez y miseria es el fundamento y la raíz de la Humildad cristiana; pero solo el Don de Temor, actuando intensamente en el alma, lleva la Humildad, a a la Perfección sublime que admiramos en los Santos.
Efectos del Don de Temor en las almas
- Un vivo sentimiento de la Grandeza y Majestad de Dios, que las sumerge en una Adoración profunda, llena de reverencia y Humildad.
- Un gran horror al pecado y una vivísima contrición por haberlo cometido: el Espíritu Santo, que quiere Purificar más y más al alma para la Divina Unión, la somete al Don de Temor, que le hace experimentar una especie de anticipo del Rigor inexorable con que la Justicia Divina, Ofendida por el pecado, la ha de Castigar en la otra Vida si no hace en esta la debida penitencia.
- Una vigilancia extrema para evitar las menores ocasiones de ofender a Dios
- Desprendimiento Perfecto de todo lo Creado: El alma que a través del Don de Temor ha vislumbrado un relámpago de la Grandeza y Majestad de Dios, ha de estimar forzosamente como basura y estiércol todas las grandezas Creadas (cf. Flp 3,8). Honores, riquezas, poderío, dignidades..., todo lo considera menos que paja, como algo indigno de merecer un minuto de atención.
Medios para fomentar este Don
Los medios generales para atraerse la mirada Misericordiosa del Espíritu Santo: recogimiento profundo, pureza de corazón, fidelidad exquisita a la Gracia, invocación frecuente del Divino Espíritu.
Otros medios:
.- Meditar con frecuencia en la Infinita Grandeza y Majestad de Dios.
.- Acostumbrar a tratar A Dios con confianza filial, pero llena de reverencia y respeto. Con frecuencia las almas piadosas se olvidan de esto último y se permiten en el trato con Dios familiaridades excesivas, llenas de irreverente atrevimiento.
.- Meditar con frecuencia la infinita Malicia del pecado y concebir un gran horror hacia él. “Es horrendo—dice San Pablo—caer en las manos del Dios Vivo” (Heb 10,31). Hemos de pensarlo con frecuencia, sobre todo cuando la tentación venga a poner ante nosotros los halagos del mundo o de la carne.
.- Poner especial cuidado en la Mansedumbre y la Humildad en el trato con el prójimo. El que tenga conciencia clara de que el Dios de la Infinita Majestad le ha Perdonado Misericordiosamente diez mil talentos, ¿cómo osara exigir con altanería y desprecio los cien denarios que acaso pueda deberle un consiervo hermano suyo? (cf. Mt 18, 23-35).

.- Pedir con frecuencia al Espíritu Santo el reverencial Don del Temor de Dios. La Liturgia Católica está llena de fórmulas sublimes: “Se estremece mi carne por Temor a Ti y temo Tus Juicios” (Sal 118,120); “Mantén para con Tu siervo Tu Oráculo, que Prometiste a los que Te Temen” (Sal 118,38), etc. Estas y otras fórmulas parecidas han de brotar frecuentemente de nuestro corazón y de nuestros labios, bien convencidos de que “el Temor de Dios es el principio de la Sabiduría” (Eclo 1,15) y de que es menester obrar nuestra Salvación “con Temor y Temblor” (Flp 2,12), siguiendo el consejo que nos Da el mismo Espíritu Santo por medio del Salmista: “Servid al Señor con Temor, rendidle homenaje con Temblor” (Sal 2, 11)»
.DEMOS SIEMPRE GRACIAS.
«La gratitud: esta Virtud es una buena disposición de ánimo que nos mueve a dar muestras de agrado y de reconocimiento a todos aquellos de quien recibimos un favor.
Debemos gratitud a Dios, a Su Santísima Madre, a nuestros padres, a nuestros maestros y a todos los demás que nos favorecen en lo espiritual y en lo material.
En varias ocasiones Dio María gracias a Dios en nombre nuestro, de un modo muy especial y Eficaz: Sintió en Sus entrañas Purísimas a Dios Redentor, y vio en la Encarnación el mundo Redimido; cuando le vio Nacido, y cuando al pie de la Cruz vio acabada la Obra de la Redención. Y en nombre Propio por Su Inmaculada Concepción y por Su Elección como Madre de Dios.
Fue Agradecida a Sus padres, a Sus Sacerdotes en el Templo, y a San José mientras vivió con él.
¿Piensas en los Beneficios que continuamente estás recibiendo de Dios? ¿Los conoces? ¿Los meditas? Te ha Creado, te ha Redimido, te Ofrece Su Amor, Su Gracia y los Dones del Espíritu Santo, te Promete la gloria, te Da la vida, la respiración y el movimiento. Y cuanto tienes de Bueno.
Por estos Favores, ¿qué Le dices? ¿Lo bendices, le das las gracias y te presentas agradecido?
Si con Dios eres ingrato, un ingrato merece se le retiren los favores. Mira bien cómo está en tu alma esta Virtud.
Preséntate a María y dile:
Yo propongo, y me resuelvo, a ser agradecido a Dios y a Ti, Madre querida. A Dios, por los Beneficios de la Creación, de la Redención, de la Vocación y de la diaria Bondad con que me Cuida cada día. Y a Ti, por haberte Dignado Tomarme como hijo Tuyo. Acepta mis propósitos, y Haz, con Tu Auxilio, que sean Eficaces. Amén»
(B. Francisco Palau, Religioso Carmelita y Fundador).
Alégrate, María, Llena Eres de Gracia, el Señor Es Contigo; Bendita Tú Eres entre todas las mujeres y Bendito Es el Fruto de Tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, Madre mía y Madre del mundo entero, Ruega por nosotros pecadores, y por aquellos a quienes nadie recuerda en su oración, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Semper Mariam In Cordis Tuo.

.DIOS MÍO, QUE TE CONOZCA.

«Te pido, Dios mío, haz que Te conozca, Haz que Te ame para que mi Gozo seas Tú. Y si esto no es plenamente posible en esta vida, haz que, por lo menos, progrese cada día en este deseo hasta que llegue a la Plenitud. Que mi conocimiento de Ti aumente cada día más en mí, y que sólo se acabe en el último día; que Tu Amor crezca en mí y que sea Perfecto en mi vida futura para que mi Gozo, que ya es grande aquí abajo en Esperanza, sea allí Colmado en la Realidad.
Señor Dios, por Tu Hijo nos has Dado Orden, o mejor, el Consejo, de pedir; y Has Prometido que seríamos Escuchados para que nuestro Gozo fuera completo (Jn 16,24). Señor, Te hago esta petición por Mediación de Aquél que es nuestro “Consejero admirable” (Is 9,5). Que yo pueda recibir lo que nos has Prometido por Medio de Aquél que Es la Verdad, para que mi Gozo sea Perfecto. Dios Verdadero, Te hago esta súplica; escúchame para que mi Gozo sea Perfecto.
Que esto sea desde ahora lo que medite mi espíritu y la palabra salida de mis labios. Que sea el amor de mi corazón y el discurso salido de mi boca, que sea el hambre de mi alma, la sed de mi carne y el deseo de todo mi ser, hasta que entre en Tu Reino». (S. Anselmo, Obispo y Doctor de la Iglesia).
Semper Mariam In Cordis Tuo.
.VIGILAD.

«Caminamos irreversiblemente hacia el encuentro definitivo con Cristo en la Eternidad. No sabemos ni el día ni la hora. Solo la Fe vigilante y la fidelidad pueden hacer nuestra vida digna de Salvación Eterna. 

La realidad cotidiana, con su monotonía exasperante, nos adormece. A nuestro alrededor hay acontecimientos difíciles: guerra, violencia, injusticia. A esto nos acostumbramos. Existe quien responde y quien se calla, quien se esfuerza y quien se abandona. San Juan Crisóstomo  llama aquí a la vigilancia esperanzada:

«En medio de la oscuridad no puedes distinguir al amigo del enemigo. Del mismo modo, el avaro y el licencioso no distinguen la Verdad ni el valor de la Virtud.

Así como el que camina de noche lo hace con miedo, de igual modo los pecadores andan continuamente atormentados por el miedo de perder sus bienes y por el remordimiento de su conciencia.

Dejemo, pues, una vida tan penosa. Ya sabéis que después de tantas calamidades viene la muerte...Creen los pecadores ser ricos y no lo son. Creen vivir entre delicias y no gozan de ellas. Nosotros vivamos sobrios y vigilantes como Quiere Cristo. "Andemos decentemente y como de día" (Rom. 13, 13). Abramos las puertas para que aquella Luz nos Ilumine con sus rayos y gocemos siempre de la Benignidad de nuestro Señor».

Iluminados por el Misterio de Cristo y llamados a Su encuentro en la Eternidad, estamos inmersos en el mundo, en el que los hombres viven muchas veces inconscientes de la necesidad que tienen de Cristo. Es preciso, es urgente, que seamos Luz para ellos» (P. Manuel Garrido O.S.B.).

«Señor, Despierta en nosotros el deseo de prepararnos a la Venida de Cristo con la práctica de las Obras de Misericordia, para que, puestos a Su Derecha el Día del Juicio, podamos entrar al Reino de los Cielos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén» (Misal Romano)

Semper Mariam In Cordis Tuo.

.SAN CIRILO DE JERUSALÉN.

Nació cerca de Jerusalén, en el año 315.sucedió al Obispo San Máximo en la Sede de Jerusalén el año 348. Es Padre y Doctor de la Iglesia. 

Sufrió en varias ocasiones el destierro por su férrea defensa de la Fe contra la herejía arriana, la cual negaba, entre otras cosas, la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo.

Volvió a la Casa del Padre en el año 386.

«En esta Santa Iglesia Católica, instruidos con esclarecidos Preceptos y Enseñanzas, alcanzaremos el Reino de los Cielos y heredaremos la Vida Eterna, por la cual todo lo toleramos, para que podamos alcanzarla del Señor. Porque la Meta que se nos ha señalado no consiste en algo de poca monta, sino que nos esforzamos por la posesión de la Vida Eterna.

Si alguno de los aquí presentes tiene la pretensión de poner a prueba la Gracia de Dios, se engaña a sí mismo e ignora la realidad de las cosas. Procura tener un alma sincera y sin engaño, porque Dios Penetra en el interior del hombre.

El tiempo presente es Tiempo de reconocer nuestros pecados. Reconoce el Mal que has hecho, de palabra o de obra, de día o de noche. Reconócelo ahora que es el Tiempo propicio, y en el Día de la Salvación recibirás el Tesoro Celeste.



Limpia tu recipiente, para que sea capaz de una Gracia más abundante, porque el Perdón de los pecados se da a todos por igual, pero el Don del Espíritu Santo se Concede a proporción de la Fe de cada uno. Si te esfuerzas poco, recibirás poco, si trabajas mucho, mucha será tu Recompensa.

Si tienes algo contra alguien, perdónalo. Vienes para alcanzar el Perdón de los pecados: es necesario que tú también perdones al que te ha ofendido». (de sus Catequesis Bautismales).

Oración

«Señor, Dios nuestro, que has Permitido a Tu Iglesia penetrar con mayor profundidad en los Sacramentos de la Salvación, por la predicación de San Cirilo, Obispo de Jerusalén, Concédenos, por su intercesión, llegar a conocer de tal modo a Tu Hijo que podamos participar con mayor abundancia de Su Vida Divina. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén». (Misal Romano).

Semper Mariam In Cordis Tuo.
.SAN TARSICIO.

«Estamos en los primeros siglos de la historia de la Iglesia; más exactamente en el siglo III. Se narra que era un joven que frecuentaba las catacumbas de San Calixto, en Roma, y era muy fiel a sus compromisos cristianos. Amaba mucho la Eucaristía, y por varios elementos deducimos que probablemente era un acólito, es decir, un monaguillo. Eran años en los que el emperador Valeriano perseguía duramente a los cristianos, que se veían forzados a reunirse a escondidas en casas privadas o, a veces, también en las catacumbas, para escuchar la Palabra de Dios, orar y Celebrar la Santa Misa. También la costumbre de llevar la Eucaristía a los presos y a los enfermos resultaba cada vez más peligrosa.
Un día, cuando el Sacerdote preguntó, como solía hacer, quién estaba dispuesto a llevar la Eucaristía a los demás hermanos y hermanas que la esperaban, se levantó el joven Tarsicio y dijo: «Envíame a mí». Ese muchacho parecía demasiado joven para un servicio tan arduo. «Mi juventud -dijo Tarsicio- será la mejor protección para la Eucaristía». El Sacerdote, convencido, le confió aquel Pan Precioso, diciéndole: «Tarsicio, recuerda que a tus débiles cuidados se encomienda un Tesoro Celestial. Evita los caminos frecuentados y no olvides que las Cosas Santas no deben ser arrojadas a los perros, ni las perlas a los cerdos. ¿Guardarás con fidelidad y seguridad los Sagrados Misterios?». «Moriré -respondió decidido Tarsicio- antes que cederlos».
A lo largo del camino se encontró con algunos amigos, que acercándose a él le pidieron que se uniera a ellos. Al responder que no podía, ellos -que eran paganos- comenzaron a sospechar e insistieron, dándose cuenta de que apretaba algo contra su pecho y parecía defenderlo. Intentaron arrancárselo, pero no lo lograron; la lucha se hizo cada vez más furiosa, sobre todo cuando supieron que Tarsicio era cristiano; le dieron puntapiés, le arrojaron piedras, pero él no cedió. Ya moribundo, fue llevado al Sacerdote por un oficial pretoriano llamado Cuadrado, que también se había Convertido en cristiano a escondidas. Llegó ya sin vida, pero seguía apretando contra su pecho un pequeño lienzo con la Eucaristía. Fue sepultado inmediatamente en las catacumbas de San Calixto.
El Papa San Dámaso hizo una inscripción para la tumba de San Tarsicio, según la cual el joven murió en el año 257. El Martirologio Romano fija la fecha el 15 de agosto y en el mismo Martirologio se recoge una hermosa Tradición oral, según la cual no se encontró el Santísimo Sacramento en el cuerpo de San Tarsicio, ni en las manos ni entre sus vestidos. Se explicó que la Partícula Consagrada, defendida con la vida por el pequeño Mártir, se había convertido en carne de su carne, formando así con su mismo cuerpo una única Hostia Inmaculada ofrecida a Dios.
Probablemente a nosotros no se nos pedirá el Martirio, pero Jesús nos pide la fidelidad en las cosas pequeñas, el recogimiento interior, la participación interior, nuestra Fe y el esfuerzo de mantener presente este tesoro en la vida de cada día. Nos pide la fidelidad en las tareas diarias, el testimonio de su amor, frecuentado la Iglesia por convicción interior y por la alegría de Su Presencia. Así podemos dar a conocer también a nuestros amigos que Jesús Vive.
Que el ejemplo de San Tarsicio (...) nos impulse cada día a amar a Jesús y a cumplir Su Voluntad, como hizo la Virgen María, Fiel a Su Hijo hasta el final» (Benedicto XVI, Obispo Emérito de Roma, 4-8-2010).
«Señor y Dios nuestro, que engalanaste a Tu Iglesia con el Martirio Glorioso de San Tarsicio, Concédenos, que siguiendo sus huellas, como él siguió las de la Pasión de Tu Hijo, podamos llegar a la Felicidad Eterna» (Misal Romano), amándolo cada día más en Su Presencia Real en nuestros Sagrarios, y recibiéndolo digna y amorosamente en cada Eucaristía. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Semper Mariam In Cordis Tuo.